CAPÍTULO XVIII
VERSOS SOBRE LA PAZ
1. Reverencia a Aquello que se devela con el conocimiento de que este mundo ilusorio es un sueño. Reverencia a Aquello cuya naturaleza es en verdad la dicha misma, que siempre está sereno, que resplandece siempre.
2. El hombre logra el regocijo mediante la diversidad de objetos. Mas sin la renuncia universal, no logra el hombre la felicidad.
3. El hombre cuya mente abrasa el calor del sol de las cosas por hacer, ¿dónde encontrará la paz, si no es refrescado por las aguas de ambrosía del contento?
4. Lo fenoménico nada es, sino un estado de conciencia. En realidad carece de existencia. Las entidades que experimentan la existencia y la no existencia, nunca cesan de ser.
5. No distante ni limitado, siempre presente, se halla el
Yo, libre de distracciones, de penas, de cambios y dueños.
6. Aquellos cuya ilusión se ha desvanecido mediante la autocomprensión, logran liberarse del dolor, por el
mero suprimir la ilusión que oculta la claridad del
percibir.
7. Todo esto es meramente una acción mental. El Yo,
eterno, siempre es libre; sabiendo esto, ¿el sabio se
comprometerá en las acciones como un niño?
8. El que sabe que su propio Yo es Brahman y que la existencia y la no-existencia se deben a un fenómeno de superposición, ¿qué debe conocer, decir o hacer, él, que libre está del deseo?
9. "Esto soy", "No soy esto"; ideas tales no perturban al asceta que, sabiendo que todo ego es el Yo, se sume en el silencio.
10. El asceta que ha encontrado la paz, no padece distracciones ni concentración, exceso de conocimiento ni ignorancia, placer ni dolor.
11. El asceta cuya mente ha cesado de actuar, sea que gobierne un reino o que vague como un mendigo, que gane o pierda, que viva en sociedad o retirado, ninguna diferencia encuentra.
12. ¿Dónde está la virtud, dónde el placer y la riqueza, dónde el conocimiento y la idea de lo realizado, para el asceta que libre se halla de todo sentimiento de dualidad?
13. El asceta liberado ya en vida, que toma las cosas tal como vienen, nada tiene que hacer, ningún anhelo alimenta.
14. ¿Dónde está la ilusión, dónde los pensamientos que de él derivan, dónde la liberación para el hombre de grande alma, que ha encontrado el reposo en la meta de todo deseo?
15. El que comprende el mundo puede negar su existencia; mas, ¿qué hace quien no alienta deseos? Comprende y a la vez no comprende.
16. El que cree que el Supremo está separado de sí, puede meditar sobre Brahma. Mas el sabio, que ha trascendido los pensamientos, ¿sobre qué puede meditar, al no ver la dualidad?
17. El que ve distracción en el Yo, puede embarcarse
en gobernarlo; mas el hombre de grande alma no se distrae. No teniendo nada que realizar, ¿qué puede hacer?
18. El sabio, aun cuando actúe como el hombre común,
se encuentra libre de sus ansiedades. Él no ve para sí concentración de la mente, distracciones, ni siente apego por nada.
19. El hombre de sabiduría, libre de toda idea de
existencia y no-existencia, autosatisfecho y libre de
deseos, nada hace, aun cuando actúe a la vista del mundo.
20. El hombre de firme intelecto no siente ansiedad por la acción ni por la no-acción; hace lo que se le presenta en el momento, y mora en la felicidad.
21. Por sobre todo apego e idea de acción, libre, rotas sus cadenas, se mueve impulsado por la actividad de sus pasadas acciones, cual una hoja seca impulsada por el viento.
22. El que ha conseguido escapar de la rueda del
existir no siente alegría ni pena; siempre frío y calmo, vive como si no tuviera cuerpo.
23. El que encuentra la felicidad en su propio Yo, cuya mente está en calma y pura, no siente deseos de renunciar, ni expectativa alguna.
24. El que está autogobernado, cuya mente no obra, cuyas acciones reciben únicamente el impulso
de su pasado obrar, aun cuando actúe como una persona común, no sufre honra ni deshonor.
25. El que sabe que el cuerpo es el que actúa y no el puro Yo, ese ser, aunque obre, en realidad no actúa.
26. El hombre de mente liberada, aun cuando no lo dice, cumple su parte en la vida, sin ser como los niños. Por el mundo se mueve con felicidad, y luce atractivo y bendito por la buena fortuna.
27. Hastiado de los pensamientos contradictorios, el sabio encuentra la paz. No desea, no percibe, no ve ni oye nada.
28. El hombre de grande alma no aspira a la libertad; no ansía el samadhi, puesto que para él no hay distracciones; sabiendo que todo es ilusión, mora en su propio Yo, cual si fuera Brahman.
29. El que abriga la idea de ego, obra aunque no actúe.
Mas el sabio que libre se halla de la idea de ego no transita la acción, aunque obre.
30. La mente del emancipado serena se halla, sin experimentar placer y sin actuar; libre del deseo
y la duda, la mente del sabio resplandece.
31. La mente de quien no ansía el descanso ni el movimiento, medita y actúa cual si careciera de motivo.
32. El ser de mente débil se siente perturbado al oír
exponer estas verdades, o se sume en meditación para conocer el significado de los sastras. Este ser, aunque no es un niño, actúa como tal.
33. La concentración y el sometimiento de la mente constituyen el refugio constante del tonto. El sabio no ve que deba hacerse nada: en su propio yo descansa tal; los demás, en el sueño.
34. El necio no alcanza la paz por el obrar ni por la ausencia de acción; el sabio encuentra el descanso por la mera indagación de la verdad.
35. Dado que no conocen el Yo, que es pura Inteligencia, el objeto del amor supremo, el perfecto que sin mácula se halla por sobre la nada del existir, las gentes se embarcan en prácticas diversas.
36. El necio no logra la emancipación, ni aún mediante la práctica constante. El bienaventurado logra la libertad del obrar por el mero conocimiento.
37. El necio no alcanza a Brahma porque a él aspire. Mas el sabio es el mismo Yo de Brahma, sin desearlo.
38. Los necios, puesto que no tienen un fundamento sólido y están impacientes por alcanzar el Brahman o la liberación, acaban por uncirse con más firmeza
al mundo. El sabio, por el contrario, corta la raíz del mundo, fuente de toda miseria.
39. El necio no alcanza la paz porque luche por alcanzarla. Mas el sabio, habiendo indagado la verdad, tiene su mente siempre en paz.
40. ¿Cómo puede lograr la visión del Yo aquel que se adhiere a lo visible? Los sabios no ven los fenómenos; tan sólo contemplan su propio Yo inmortal.
41. ¿Cómo puede estarle reservado el samadhi al necio que lucha para romper las cadenas? El sabio que
encuentra la felicidad en su propio Yo, goza sin
esfuerzo la superación de la mente.
42. Algunos creen que lo visible existe realmente; otros dicen que en realidad no existe, en tanto un tercero
afirma que es real e irreal a la vez. Mas sólo puede
saberlo quien conoce su verdadera naturaleza, estando,
así, libre de distracciones.
43. Los hombres de entendimiento torcido meditan en el Yo siempre puro, sin segundo, mas lo perciben a
través de la ilusión, por lo cual no encuentran paz en
toda su vida.
44. El intelecto del que aspira a la liberación no puede prescindir de soporte. Mas el intelecto del que se ha liberado no necesita soporte, estando por siempre libre del deseo.
45. Los necios, al ver a esos tigres, conocidos como objetos de los sentidos, se precipitan tras ellos;
se asustan y buscan de inmediato refugio en la cueva de la supresión mental, sumiéndose en el meditar o la concentración; mas esto no ocurre con el sabio que no les presta ningún cuidado.
46. Los elefantes de los deleites sensuales, viendo al tigre del renunciamiento, huyen con pavor; o, cual parásitos en torno al rico, se dedican a servirlo.
47. El hombre cuya mente está dirigida hacia el Yo y cuyas dudas se han disipado, no lucha por encontrar la forma de liberarse. En tanto ve, oye, toca, huele o degusta, mora en la felicidad.
48. Por el mero oír sobre la cosa en sí misma, el de intelecto puro se libera de la distracción. Nada ve que deba ser hecho ni que deba evitarse, mas tampoco se aplica a la acción.
49. Sea lo que fuere se le presente, agradable o disgustante, sin rodeos lo acepta.
50. La libertad conduce a la dicha, conduce al Supremo, conduce a la paz, conduce a la morada suprema.
51. Tan pronto sabemos que el Yo siempre está libre de la acción y del gozo del fruto resultante, todas las acciones de la mente logran atenuarse.
52. La condición del sabio brilla aun en su libertad natural; no así la paz artificial de la mente del necio, en cuyo corazón acecha el deseo.
53. Los sabios de mente libre gozan en ocasiones de los
objetos sensoriales, y otras veces se retiran a una cueva en la montaña. Su intelecto, siempre liberado, a nada se encadena.
54. Ninguna clase de deseos acecha jamás en el corazón del sabio, cuando ve y honra al hombre instruido, a un dios, una mujer, un rey o un objeto de afección.
55. El asceta no pierde nunca ni una pizca de la
ecuanimidad de su temple, aun cuando lo ridiculicen
sus propios sirvientes, sus hijos o esposas, los vástagos de sus hijos, o sus parientes.
56. Aun cuando agradado, no siente agrado; aunque disgustado, no siente disgusto. Su magnífica condición tan sólo la puede conocer otro sabio semejante.
57. El mundo es meramente la idea de las cosas a realizar. Mas los sabios así no lo ven. Desapegados de la forma, carecen de forma, por siempre libres de perturbaciones y conflictos.
58. El necio, aun cuando no haga nada, está distraído e inquieto. El sabio, aun cuando haga lo que debe hacerse, nunca sufre inquietud.
59. Satisfecho se sienta, satisfecho duerme; feliz va y viene; feliz habla, feliz come, aun cuando en el mundo se halle, el hombre de mente serena.
60. El que no se siente perturbado por actuar como los demás, por la fuerza de su conocimiento del Yo, el que permanece en calma cual un lago profundo, el que no siente dolor, ése es un ser feliz.
61. El necio convierte en acción el cese del obrar; al sabio, la acción le da el mismo fruto que el cese del obrar.
62. El necio es quien muestra aversión por los objetos del mundo -tal la casa, la esposa, los hijos, el cuerpo y demás-, sin tratar de conocer la raíz del mal; mas, para quien ha perdido todo sentido del yo en el cuerpo, ¿dónde están el apego y el no-apego?
63. La mente del necio se dirige siempre a acariciar
un pensamiento o a suprimir otro. Mas la visión
del sabio, aunque aparentemente esté enfocada hacia el mundo, en verdad no está así dirigida, puesto que ha destruido toda idea de egoísmo.
64. Ese sabio puro, que se mueve como un niño, no
sujeto por condicionamientos, y que libre está de todo deseo, no sufre contaminación, aun cuando puede estar ocupado en los asuntos mundanales.
65. En verdad es el bendito del Yo, que conserva la
ecuanimidad de la mente bajo cualquier condición, tanto si mora, oye, toca, huele o degusta. Su mente, por siempre libre está del deseo.
66. ¿Dónde está el mundo, dónde el objeto a alcanzar,
dónde los medios para lograrlo, para el sabio que, cual
espacio ilimitado, libre está de toda acción mental?
67. El que inmerso está en lo ilimitado, perfecto es, aun cuando se suma en los objetos del deseo.
68. Nada cabe decir, sino que el hombre de grande
alma, que ha conocido la verdad, desapegado se halla de la liberación tanto como del gozo, conservando una total falta de inclinaciones por todo.
69. El mundo de la relatividad, compuesto se halla de inteligencia y lo demás; nada es, sino modificaciones del nombre. ¿Qué debe hacer el sabio que a todo ha renunciado, y cuyo conocimiento es siempre puro?
70. Todo esto es una mera ilusión, una mera nada. El que de seguro sabe esto, que más allá se encuentra de toda percepción, que es siempre puro, halla la paz como algo connatural.
71. El que tiene la naturaleza de la pura conciencia y ya no es consciente de lo visible, ¿dónde encontrará la obligación de realizar acciones, dónde su abandono, dónde el no-apego, dónde la serenidad misma?
72. El que se ve como el Infinito y ya no ve la naturaleza, ¿dónde encontrará la esclavitud, dónde la
bondad, dónde el placer, dónde el dolor?
73. En el mundo que coexiste con la conciencia y se superpone al Yo por la acción de maya, el sabio que libre está de toda idea del ego o de pertenencia, que por sobre el deseo se halla, resplandece en soledad.
74. El sabio que entiende que su Yo está libre de la destrucción y el dolor, ¿dónde encontrará el conocimiento, dónde el mundo, dónde el cuerpo, el ego y la pertenencia?
75. Cuando el hombre de intelecto débil abandona su práctica de concentración mental, comienzan a alentar pensamientos y deseos diversos en él.
76. El necio no cede en su necedad, aún después de oír la verdad misma. Aun cuando suprima la acción mental por la fuerza, internamente se halla apegado a
los objetos de los sentidos.
77. Aquel cuyas acciones pasadas han sido destruidas por el conocimiento, aun cuando actúe a la vista de los hombres, no pierde tiempo ni en hablar.
78. El hombre de sabiduría, que libre se halla de faltas,
que carece de miedo, ¿dónde encontrará la oscuridad, dónde la luz, dónde la renuncia y la ganancia?
79. ¿Dónde está la fortaleza, dónde la falta misma de miedo, para el asceta de naturaleza indescriptible, que trasciende hasta la naturaleza?
80. No existen el cielo ni el infierno para él, ni siquiera la liberación en vida. ¿Qué necesita agregarse ante un asceta, excepto que no hay nada más?
81. El sabio no se afana tras las ganancias ni se apena por no lograr lo que se pretendía; su mente en calma, colmada está de ambrosía.
82. El hombre libre de deseos no elogia al que está sereno ni censura al que gusta de obrar mal; idéntico en el placer y el dolor, siempre satisfecho, no ve nada que pueda hacer.
83. El sabio no siente aversión por el mundo, ni está impaciente por ver su propio yo; libre de penas y alegrías, no vive ni está muerto.
84. El sabio resplandece, libre de apegos a hijos y a esposas, del deseo por los objetos del mundo, y del cuidado de su propio cuerpo.
85. La felicidad aguarda siempre al sabio que acepta lo que viene; libre se mueve en el mundo, acostándose a dormir tan pronto el sol se pone sobre su cabeza.
86. Que su cuerpo vaya o venga, nada le importa al sabio. Olvidado se halla de cuanto al mundo pertenece, ya que ha encontrado el descanso en su propio yo.
87. El sabio que nada espera, que vaga errante y feliz, que libre se halla de los pares de opuestos, cuyas dudas quedaron disipadas, que apegado no está a condición alguna, sólo se mueve en felicidad.
88. El sabio, cuya idea de pertenencia se ha
desvanecido, que permanece inconmovible a la vista de un pedazo de barro, una piedra o el oro, de cuyo corazón las cadenas han sido despedazadas, cuyas pasiones e ilusión fueron purificadas, ese sabio resplandece.
89. ¿Qué comparación cabe con aquel que no tiene
apego por nada, que no alimenta ideas en su corazón, con aquel cuya mente, totalmente libre, es por entero pacífica?
90. El sabio que entendiendo nada conoce, que viendo
nada ve, que hablando nada dice, ¿qué puede ser sino alguien libre de todo deseo?
91. Sea rey o mendigo, aquel que está libre de deseo reina supremo; aquel cuya inclinación hacia el bien y el mal fue completamente subyugada.
92. ¿Dónde está la libertad, dónde el encierro, dónde la indagación de la verdad, para el asceta que se ha vuelto la encarnación de la sinceridad, inatacable, al haber logrado su meta?
93. ¿Qué lenguaje puede describir, quién puede describir al que ha encontrado satisfacción en su propio Yo, que libre está de todo deseo, cuya inquietud ha desaparecido y que se siente asentado en sí mismo?
94. El sabio, aunque se halle en un sueño firme, no sueña; aunque duerma, no duerme; aunque despierte, no está en realidad despierto. Feliz se halla en cualquier situación.
95. El hombre de conocimiento, aunque piense, en realidad no está pensando; aunque conozca a través de los órganos sensoriales, carece de órganos de los sentidos; aunque tenga un intelecto, no lo goza, y aunque detente egoísmo, en realidad no lo posee.
96. El sabio no es feliz ni desdichado; no siente apego ni libre está de apegos; no aspira a la liberación, ni de hecho está liberado, no es esto ni aquello.
97. Las distracciones no lo distraen; en la meditación no medita; nunca lerdo, aunque lerdo parezca; nada instruido, aunque culto parezca.
98. El que liberado está, mora en su propia naturaleza, y toma lo que viene; libre se halla de lo que debe hacerse o lo que ha sido hecho; imperturbable en toda
situación, liberado del deseo, no recuerda lo que hizo ni
lo que dejó de hacer.
99. Reverenciado, no siente deleite; menospreciado, no
siente ira; la idea de la muerte no lo agita, ni lo contenta la perspectiva de una vida larga.
100. El hombre cuya mente ha encontrado la paz, no se
precipita a la sociedad humana ni a las espesuras del bosque. En felicidad vive en cualquier parte y toda condición.
artista: Nicolás Roerich |
CAPÍTULO XIX
VERSOS SOBRE EL DESCANSO DEL DISCÍPULO
EN EL YO
El discípulo dice:
1. Acabo de extraer, de los lugares más recónditos de mi corazón, la espina de los pensamientos contradictorios, con las tenacillas del conocimiento de la Verdad.
2. Yo, que habito en mi propia gloria, ¿dónde encontraré la virtud, dónde el placer, dónde la grandeza, dónde el discernimiento, dónde el uno o la multiplicidad?
3. ¿Dónde está el pasado, dónde el futuro, dónde el presente, dónde el espacio, dónde la eternidad misma, para mí, que habito en mi propia gloria?
4. ¿Dónde están el yo y el no-yo, dónde el bien y el mal, dónde el cuidado y su ausencia, para mí, que habito en mi propia gloria?
5. ¿Dónde está el sueño, dónde el firme dormir, dónde la condición de despierto, dónde el cuarto estadio que trasciende los demás, y dónde el miedo, para mí, que habito en mi propia gloria?
6. ¿Dónde está lo lejano y lo próximo, el adentro y el afuera, lo grueso y lo sutil, para mí, que habito en mi propia gloria?
7. ¿Dónde están la muerte y la vida, el mundo y su brillo, dónde el surgimiento de lo visible y la concentración de pensamiento, para mí, que habito en mi propia gloria?
8. Ya han cesado los cuentos sobre las tres metas de la vida, la virtud, el placer y el dolor; ya han cesado los cuentos del yoga y la sabiduría, para mí, que he encontrado el reposo en mi propio Yo.
CAPÍTULO XX
VERSOS SOBRE LA CONDICIÓN DE UN EMANCIPADO EN VIDA
1. ¿Dónde están los elementos del cuerpo, dónde los
órganos de los sentidos o la mente, dónde el vacío y la plenitud, dónde la ausencia de deseo, en mí, que libre estoy de toda mácula?
2. ¿Dónde están el sastra y el conocimiento del yo, dónde aún la mente, libre de pensamientos de los objetos, de contento o ausencia de deseo, para mí, que he perdido todo sentido de la dualidad?
3. ¿Dónde están el conocimiento y la ignorancia, dónde están el yo y lo mío, dónde esto o eso, dónde la liberación, la esclavitud y las limitaciones, para mí, la Conciencia Suprema ?
4. ¿Dónde están las acciones pasadas que me forman, dónde la condición de liberado o el estado de disolución, tras el emanciparse, para mí, que soy lo
no-condicionado?
5. ¿Dónde están el actor y el que goza, dónde la ausencia de acción y el surgimiento del pensar en la acción, dónde está el resultado visible del conocimiento, en mí, que libre por siempre estoy de todo condicionamiento?
6. ¿Dónde están el mundo y el que anhela la liberación, dónde el asceta, el hombre de sabiduría, el sujeto o liberado, para mí, que habito en mi propia naturaleza y carezco de segundo?
7. ¿Dónde están lo creado y la disolución, dónde el objeto a alcanzar y los medios para lograrlo, dónde el que puja por el éxito de aquél, o el propio, para mí, que habito en mi propia naturaleza, libre de toda dualidad?
8. ¿Dónde están el conocedor, el instrumento de cognición, el objeto de conocimiento y el concepto de tal objeto, dónde hay algo o el deseo de algo, en mí, que soy siempre puro?
9. ¿Dónde están las distracciones y la concentración, el conocimiento y la estupidez, el placer y el dolor, en mí, que siempre permanezco inmóvil?
10. ¿Dónde está el tráfago mundanal, dónde la condición del conocimiento espiritual, dónde la felicidad o la miseria, en mí, que permanezco siempre libre de pensamientos?
11. ¿Dónde está la ilusión, dónde el afecto o su ausencia, dónde el yo encarnado o lo que se conoce como Brahman, en mí, el siempre puro?
12. ¿Dónde están la actividad y la inacción, la libertad
y la esclavitud, para mí, que soy siempre inmutable, siempre indiviso, habitante siempre de mi propio ser?
13. ¿Dónde están las enseñanzas o el sastra, el discípulo, el maestro y cualquier objeto de indagación, para mí, el siempre dichoso, el por siempre libre de limitaciones?
14. ¿Dónde están lo que es, lo que no es, dónde están el uno o el dos? ¿Qué precisa agregarse?
Nada hay que en mí surja.
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