"Si hay una constante en todas las fuentes de yoga, esa es su insistencia en el carácter “secreto” de su enseñanza. El secretismo es la forma de salvaguardar la transmisión íntegra y protegerla de contaminaciones externas. Aunque actualmente el acceso a todo tipo de información es libre, rápido y cómodo, el carácter secreto del yoga sigue estando vigente. Cabe distinguir entre “información”, a la cual se puede acceder de manera casi ilimitada, y “conocimiento”, cuyo acceso está tan restringido hoy como siempre lo ha estado. En la tradición india, el conocimiento es un bien que se merece y conquista, no un derecho que tienen todos los hombres por igual, a modo de como se entiende en el mundo moderno. Tradicionalmente, el acceso a los textos clásicos estaba restringido a iniciados en yoga, principalmente porque su comprensión dependía directamente de su práctica. De esta forma, se evitaban malas lecturas manteniendo la escritura en secreto. Actualmente, casi todo el mundo puede tener acceso a la lectura de estas obras o a alguna de sus traducciones. Sin embargo, de todos los que tendrían acceso a la lectura, verdaderamente muy pocos se interesarán por las obras, y de esos, otros pocos las leerán. De esos escasos lectores, alguno será practicante de yoga. Y de esos practicantes, quizá alguno llegue a comprender su contenido. De esta manera, se puede entender que la restricción de este tipo de textos sigue siendo la misma que cuando fueron redactados por primera vez. La única diferencia es que tradicionalmente se evitaban las lecturas inapropiadas a través del secretismo, y en el mundo moderno, el libre acceso a la información propicia que algunos confundan “información” con “conocimiento”. Más allá de esas distinciones, el conocimiento verdadero sigue estando protegido como siempre lo estuvo." - José A. Offroy Arranz

viernes, 30 de mayo de 2014

GUÍA DEL PURNA YOGA - Bases del Yoga - Sri Aurobindo - part 2

FE – ASPIRACIÓN – SUMISIÓN

Nuestro yoga exige una consagración total de la vida a la aspiración, al descubrimiento y a la incorporación de la Verdad divina, y a ninguna otra cosa más. Dividir tu vida entre el Divino y algún propósito y actividad exterior que no tenga ninguna relación con la búsqueda de la Verdad, es algo inadmisible. La menor desviación de este género haría imposible el éxito en el yoga.
Sri Aurobindo

Tienes que retirarte en ti mismo y comprometerte a una consagración completa a la vida espiritual. Si quieres triunfar en el yoga debes renunciar a adherirte a preferencias mentales, dejar de obstinarte en los propósitos, los intereses y los vínculos del vital y hacer desaparecer de ti todo apego egoísta a la familia, a los amigos, al país. Todo lo que tenga que manifestarse como energía o acción, debe proceder de la Verdad que ha sido descubierta y no de motivos inferiores mentales o vitales, de la Voluntad divina y no de la elección personal o de las preferencias del ego.

Las teorías mentales no tienen una importancia fundamental, porque la mente elabora o acepta las teorías que apoyan la tendencia del ser. Lo que importa es esa tendencia y la llamada en tu interior.

El conocimiento de que hay una Existencia, una Consciencia y una Felicidad suprema, que no son meramente un Nirvana negativo, ni un Absoluto estático y amorfo, sino que son también dinámicas la percepción de que esta Consciencia divina puede ser realizada no sólo en el más allá, sino aquí mismo, y la consiguiente aceptación de la vida divina como el objetivo de nuestro yoga, son cosas que no pertenecen a la mente. Aunque este punto de vista puede ser sostenido intelectualmente tan bien como cualquier otro, o
posiblemente mejor, no es una cuestión de teorías sino de experiencia y, antes de que la experiencia haya llegado, de fe: de la fe del alma determinando la adhesión de la mente y de la vida. Quien esté en contacto con la Luz superior y tenga esta experiencia, podrá seguir este sendero, por arduo que sea para las partes inferiores de su ser. Quien haya sido tocado por la Luz, y no tenga aún esta experiencia, podrá seguirlo si percibe la llamada, si tiene la convicción y el impulso que proceden de la adhesión del alma.

Las sendas del Divino no son como las de la mente humana, ni están concebidas con arreglo a nuestras pautas y, por consiguiente, es imposible juzgarlas o decidir por Él lo que debe o no debe hacer, puesto que el Divino lo sabe mejor que nosotros. Por poco que admitamos la existencia del Divino, me parece a mí que la verdadera razón se une a la bhakti para exigir una fe y una sumisión completas.

La verdadera actitud de sadhana no consiste en imponer la mente y la voluntad vital propias al Divino, sino en aceptar la voluntad Divina y seguirla. No consiste en decir: “Tengo derecho a esto, me hace falta, lo reclamo, lo exijo; ¿por qué no lo consigo?”, sino en darse, en rendirse sin condiciones y recibir con alegría, sin afligirse ni rebelarse, todo lo que el Divino otorgue. Entonces, lo que recibirás será justamente aquello que te hace falta.

La fe, la confianza en Dios, la sumisión y auto-entrega al Poder Divino, son necesarias e indispensables. Pero la confianza en Dios no tiene que ser una excusa para abandonarse a la indolencia, a la debilidad y a los impulsos de la naturaleza inferior; debe ir acompañada de una aspiración incansable y de una repulsa constante de todo lo que sea un obstáculo para la Verdad divina. La sumisión al Divino no debe constituir
una excusa, un pretexto o una ocasión, para someterse a los deseos propios y a los movimientos inferiores, al ego o a alguna fuerza de la ignorancia o de la oscuridad que adopte falazmente la apariencia del Divino.

No tienes más que aspirar, mantenerte abierto a la Madre, rechazar todo lo que sea contrario a su voluntad y dejar que Ella trabaje en ti: haciendo por ella todo tu trabajo y teniendo una fe absoluta de que sólo por medio de su fuerza puedes ejecutarlo. Si permaneces abierto de esta manera, el conocimiento y la realización vendrán a ti en su momento apropiado.

En nuestro yoga todo depende de la capacidad de abrirse a la Influencia. Si la aspiración es sincera y hay una paciente voluntad de llegar a la consciencia superior, a pesar de todos los obstáculos, la apertura, de una manera o de otra, no dejará de producirse. Pero puede tardar más o menos según el estado de la mente, del corazón y del cuerpo, y de su grado de preparación, y si no se tiene la paciencia necesaria, las
dificultades del comienzo pueden hacer abandonar el intento.

En este yoga no hay otro método que el de concentrarse –preferentemente en el corazón- invocando la presencia y el poder de la Madre para que tome posesión del ser y transforme la consciencia con la acción de su fuerza. Cabe también concentrarse en la cabeza o en el entrecejo; pero para muchos esta apertura es demasiado difícil. Si la mente se aquieta y la concentración se torna fuerte y la aspiración es intensa, es que
tiene lugar el comienzo de la experiencia. Cuanto más grande sea la fe, más probabilidades hay de obtener un resultado rápido. El resto no depende sólo del propio esfuerzo: hay que lograr establecer contacto con el Divino y ser receptivo al Poder y a la Presencia de la Madre.

Poco importa los defectos que pueda haber en tu naturaleza; lo único que importa es que te mantengas abierto a la fuerza. Nadie se puede transformar por su propio esfuerzo, sin ninguna ayuda. Es solamente la Fuerza divina lo que te puede transformar. Si te mantienes abierto, todo lo demás te será hecho.

Casi nadie tiene suficiente fortaleza para dominar sin ayuda, por medio de su aspiración y de su voluntad, las fuerzas de la naturaleza inferior; incluso aquellos que logran hacerlo no consiguen más que una cierta clase de control y no una soberanía completa.
La voluntad y la aspiración son necesarias para hacer descender la ayuda de la Fuerza divina y para mantener el ser de su parte mientras ésta actúa sobre los poderes inferiores. Sólo la Fuerza divina, ejecutando la voluntad espiritual y la aspiración psíquica del corazón, puede hacer efectiva esta conquista.

Cualquier cosa que se haga bajo la dirección de la mente resulta siempre difícil, cuando lo que se intenta va en contra de la tendencia de la naturaleza humana o de la naturaleza personal. Una fuerte voluntad, dirigida hacia su objeto con paciencia y perseverancia, puede efectuar un cambio, pero generalmente requiere mucho tiempo y el éxito al principio puede ser sólo parcial y obstaculizado por muchos fracasos.
Para transformar automáticamente toda acción en acto de adoración, el poder del pensamiento no es suficiente; tiene que haber en el corazón una fuerte aspiración que produzca una percepción o un sentimiento de la presencia de Aquel a quien se le ofrece la adoración. El bhakta no confía en su propio y exclusivo esfuerzo, sino en la gracia y en el poder del divino que adora.

Has tenido siempre demasiada confianza en la acción de tu propia mente y voluntad: ésta es la razón por la cual no puedes progresar. Si pudieras adquirir la costumbre de confiar silenciosamente en el poder de la Madre –no solamente de pedirle que sostenga tu propio esfuerzo-, el obstáculo disminuiría y finalmente desaparecería.

Toda aspiración sincera produce su efecto; si eres sincero crecerás en la vida divina. Ser completamente sincero significa querer solamente la Verdad divina, entregarse más y más a la Madre divina, rechazar toda exigencia personal y todo deseo que no sea esta única aspiración, ofrecer al Divino todas las acciones de la vida y hacerlas como el trabajo que te ha sido asignado, pero sin permitir al ego que intervenga. Tal es la base de la vida divina.
No es posible llegar a ser enteramente así en el acto; pero si se aspira sin cesar y se pide en todo momento la ayuda de la divina shakti con un corazón sincero y una recta voluntad, se crece cada vez más hacia esta consciencia.

Una sumisión completa no es posible en tan poco tiempo, pues una sumisión completa significa que el nudo del ego está cortado en todas las partes del ser y que éste se ofrece, libre y entero, al divino. La mente, el vital, la consciencia física –e incluso cada una de sus partes en todos sus movimientos- tienen que someterse sucesivamente, abandonando su manera de ser y aceptando la del Divino. Pero lo que se puede hacer desde el comienzo es tomar una resolución central de consagración y cumplir esta resolución en todas las ocasiones que se presenten, aprovechando a cada paso todas las oportunidades para completar la autoentrega.
La sumisión en una dirección facilita las otras, las hace más inevitables; pero por si misma no corta ni afloja los otros nudos. Sobre todo aquéllos que están muy íntimamente vinculados a la presente personalidad y a sus formaciones más queridas presentan con frecuencia grandes dificultades, incluso después de haber sido fijada la voluntad central y puestos los primeros sellos de la practica sobre su resolución.

Preguntas cómo puedes reparar el daño que crees haber hecho. Admitiendo que sea como dices, me parece que la reparación consiste precisamente en hacer de ti mismo un receptáculo para la Verdad y el Amor divinos. Y los primeros pasos en esta dirección son una consagración y una purificación completas, una completa apertura de ti al Divino y un rechazamiento de todo lo que pueda obstaculizar el camino de esta
realización. En la vida espiritual no hay otra reparación para una falta, ninguna otra que sea plenamente eficaz. Al principio no hay que pedir ningún otro fruto o resultado que este crecimiento y este cambio interiores; de no hacerlo así, uno se expone a severas desilusiones. Sólo cuando se es libre se puede liberar a los demás, y en el yoga, la conquista interior es la determinante de la victoria exterior.

No es posible prescindir inmediatamente de la insistencia en el esfuerzo personal; y no siempre es deseable, puesto que el esfuerzo personal es preferible a la inercia tamásica.
El esfuerzo personal tiene que ser progresivamente transformado en un movimiento de la Fuerza divina. Si eres consciente de la Fuerza divina, llámala más y más para que dirija tu esfuerzo, para que asuma su cargo y lo transforme en una cosa que no pertenezca más a ti, sino a la Madre. Se producirá de alguna manera una transferencia, una toma de posesión de las fuerzas que actúan en el adhar personal; una transferencia
que no será inmediata, sino progresiva.
Pero es necesario el equilibro psíquico: hay que cultivar el discernimiento que ve con claridad lo que viene de la Fuerza divina, lo que procede del esfuerzo personal y lo que se insinúa como una mezcolanza de las fuerzas cósmicas interiores. Y hasta que la transferencia sea completa –lo que requiere necesariamente su tiempo-, tiene que haber siempre, como contribución personal, una aquiescencia constante a la Fuerza verdadera y una constante repulsa a toda mezcla inferior.
Por el momento no conviene que abandones el esfuerzo personal; lo que tienes que hacer en cambio es pedir cada vez más intensamente al Poder divino que gobierne y guíe este esfuerzo personal.

No es aconsejable en las primeras etapas de la sadhana dejarlo todo al Divino y esperarlo todo de Él prescindiendo del esfuerzo personal. Eso es posible solamente cuando el ser psíquico está situado en primer plano y ejerce su influjo sobre toda la acción (e incluso entonces son necesarias una vigilancia y una aprobación constantes), o más tarde, en las últimas etapas del yoga, cuando una fuerza supramental directa, o casi directa, va tomando posesión de la consciencia; pero esta última etapa está muy lejos aún. Bajo otras condiciones lo más probable es que esta actitud conduzca al estancamiento y a la inercia.
Son únicamente las partes más mecánicas del ser las que pueden decir verdaderamente que son impotentes. La consciencia física material, especialmente, es inerte por naturaleza y es movida o por la mente y el vital o por las fuerzas superiores; pero uno tiene siempre la potestad de poner al servicio del divino la voluntad mental o el impulso vital. No es posible estar seguro del resultado inmediato porque la obstrucción de la
naturaleza inferior o la presión de las fuerzas adversas pueden a menudo obstaculizar con éxito durante algún tiempo, e incluso durante mucho tiempo, el cambio necesario.
Lo que se debe hacer entonces es persistir, poner siempre la voluntad de parte del Divino, rechazando lo que tiene que ser rechazado, abriéndose a la verdadera Luz y a la verdadera Fuerza, invocando al Divino con tranquilidad y constancia, incansablemente, sin depresión ni impaciencia, hasta que se sienta la Fuerza divina en acción y los obstáculos empiecen a ceder.
Dices que eres consciente de tu ignorancia y de tu oscuridad. Si es solamente una consciencia general, no es suficiente. Pero si eres consciente de ello en los detalles, en su acción efectiva, es suficiente para empezar; tienes que rechazar firmemente los movimientos falsos que percibes y hacer de tu mente y de tu vital un campo claro y tranquilo para la acción de la Fuerza divina.

Los movimientos mecánicos son siempre los más difíciles de detener por la voluntad mental, porque no dependen lo más mínimo de la razón ni de ninguna justificación mental, sino que se basan en asociaciones, o simplemente en la memoria o el hábito mecánicos.
La práctica del rechazamiento prevalece al fin; pero con el esfuerzo personal solo, el proceso puede durar mucho tiempo. Si puedes llegar a sentir el Poder divino actuando en tu ser, todo resultará más fácil.
No tiene que haber nada de inerte o tamásico en la ofrenda de sí a esta guía, y ninguna parte del vital debe utilizarla como pretexto para no rechazar las incitaciones de los impulsos y de los deseos inferiores.
Ha habido siempre dos manera de hacer el yoga. Una por la acción de una mente y de un vital vigilantes que ven, observan, piensan y deciden lo que se debe o no se debe hacer. Por supuesto, esta acción se apoya en la fuerza divina, a la que se atrae o se invoca, pues de otra manera poco se puede hacer, pero el esfuerzo personal es todavía lo que predomina y asume la mayor parte de la carga.
La otra manera es la del ser psíquico: la apertura de la consciencia al Divino, no sólo abriendo el ser psíquico y promoviéndolo al primer plano, sino abriendo también la mente, el vital y el físico; el ser psíquico recibe la Luz, sabe lo que se debe hacer, siente y ve que todo es obra de la misma Fuerza divina y ayuda constantemente su acción con su propio asentimiento y su llamada, vigilantes y conscientes.
En general, hay forzosamente una mezcla de estas dos maneras hasta que la consciencia está madura para abrirse y aceptar plenamente al Divino como origen de todas sus acciones. Es entonces cuando cesa toda responsabilidad y desaparece toda carga personal de los hombros del sadhaka.

Poco importa que sea por tapasya o por sumisión, lo único verdaderamente importante es dirigirse firmemente hacia el objetivo. Cuando se han dado ya los primeros pasos por el sendero, ¿quién podrá desviarse de éste para caer de nuevo en una consciencia inferior? Si te mantienes firme, las caídas no tienen importancia; se levanta uno y se sigue hacia delante. Si se tiene una firme resolución de alcanzar el objetivo, no puede haber ningún fracaso definitivo en el camino que conduce al Divino. Y si hay algo en ti que te empuja hacia delante –y seguramente lo hay-, los desfallecimientos, las caídas y las vacilaciones de la fe, no cuentan. Hay que perseverar hasta que el conflicto haya pasado y el camino, libre, recto y sin espinas, se abra ante ti.
El fuego es el fuego divino de la aspiración y del tapasya interior. Cuando el fuego desciende repetidamente con fuerza y amplitud crecientes hasta la oscuridad de la humana ignorancia, parece al principio tragado y absorbido por esta oscuridad, pero el descenso, repetido una y otra vez, convierte la oscuridad en luz, y la ignorancia y la inconsciencia de la mente humana en consciencia espiritual.

Practicar el yoga implica la voluntad de sobreponerse a todos los apegos y de dirigirse únicamente hacia el Divino. Lo esencia en el yoga es confiarse en todo momento a las Gracia divina, dirigir el pensamiento constantemente al Divino y ofrecerse, hasta que el ser se abra y se pueda sentir la fuerza de la Madre actuando en el Adhar.

En este yoga el principio fundamente es abrirse a la Influencia divina. Esta influencia está ahí, encima de ti, y, si puedes llegar a ser consciente de ella, aunque sea una sola vez, tienes que llamarla para que descienda hacia ti. Entonces ella desciende a tu mente y a tu cuerpo como un flujo de Paz, de Luz, de Fuerza operativa, como Presencia divina con o sin forma, como ananda. Antes de haber obtenido esta consciencia, hay que tener fe y aspirar a abrirse. La aspiración, la invocación, la oración son diferentes formas de una misma cosa y todas son eficaces. Puedes adoptar la forma que se te presente o aquella que te resulte más fácil.
La otra manera es la concentración; concentras tu consciencia en el corazón (algunos lo hacen en la cabeza o encima de ella) y allí meditas en la Madre y pides su presencia. Puedes utilizar uno de los dos métodos, o ambos en momentos diferentes: como venga a ti naturalmente o te sientas impulsado a hacer en un momento dado.
Es sumamente necesario, en los comienzos sobre todo, tranquilizar la mente, rechazar durante la meditación todos los pensamientos y todos los movimientos internos ajenos a la sadhana. En la mente sosegada se producirá una preparación progresiva para la experiencia. Pero no tienes que impacientarte si no se hace todo de inmediato; se necesita tiempo para establecer en la mente un sosiego perfecto; debes perseverar hasta que la consciencia esté a punto.

El objetivo que te propones al seguir el camino del yoga no puede alcanzarse más que por medio de la apertura del ser a la fuerza de la Madre y la repulsa de todo egoísmo, de toda exigencia, de todo deseo, de toda motivación que no sea la aspiración a la Verdad divina. Si esto se hace correctamente, la Luz y el Poder divinos se pondrán en acción e instaurarán la paz y la ecuanimidad, la fuerza interior, la devoción purificada, y la creciente consciencia y conocimiento de sí, que son los fundamentos necesarios de la
siddhi del yoga.

La verdad para ti es sentir al Divino en ti mismo, trabajar para Él y abrirte a la Madre hasta que la percibas en todas tus actividades. Tienes que ser consciente de la presencia divina en tu corazón y de la guía divina en tus actos. El ser psíquico, si está plenamente despierto, puede sentir ambas cosas fácil, rápida y profundamente, y una vez que el ser psíquico las ha percibido, puede transmitirlas también a la mente y al ser vital.

La única verdad de tu otra experiencia –que parece, según dices, tan verdadera cuando tiene lugar- es que es imposible para ti o para cualquier otra persona salirse de la consciencia inferior con el esfuerzo personal solamente, sin ayuda. Esta es la razón por la cual cuando te hundes en esta consciencia inferior todo te parece desesperado, porque pierdes contacto temporalmente con la verdadera consciencia. Pero esta idea es falsa, porque estás abierto al Divino y nada te obliga a permanecer en la consciencia inferior.
Cuando estás en la verdadera consciencia, ves que todo es posible, aunque de momento no hay más que un pequeño comienzo; pero un comienzo es suficiente, cuando la fuerza y el Poder están ahí. Porque la verdad es que todo lo pueden, y sólo el tiempo y la aspiración del alma son necesario para el cambio total y la realización del alma.

Las condiciones requeridas para seguir la voluntad de la Madre son: dirigirse hacia Ella en busca de la Luz, la Verdad y la Fuerza; aspirar a que ninguna otra fuerza te influya o te guíe; no permitir al vital ni exigencias ni condiciones; tener la mente sosegada, presta para recibir la Verdad sin insistir en sus propias ideas y formaciones; y, finalmente, mantener el ser psíquico despierto y en primer plano para poder estar en contacto constante con Ella y saber verdaderamente cuál es su voluntad: porque la mente y el vital pueden confundir a otros impulsos e incitaciones con la Voluntad divina, mientras que el psíquico, una vez despierto, no se equivoca nunca.
Una perfección total en el trabajo sólo será posible después de la “supramentalización”; pero se puede ejecutar un trabajo relativamente bueno en los planos inferiores, si se está en contacto con el Divino y se es cuidadoso, vigilante y consciente, en la mente, en el vital y en el cuerpo. Ese estado, además, es preparatorio y casi indispensable para la suprema liberación.

Quien teme la monotonía y quiere siempre cosas nuevas no será capaz de practicar el yoga, o al menos este yoga que requiere una perseverancia y una paciencia inagotables.
El miedo a la muerte denota una debilidad vital que es también contraria a la aptitud para el yoga. Asimismo quien está bajo el dominio de sus pasiones encontrará difícil, y, a menos que esté sostenido por una verdadera vocación interior y una robusta y sincera aspiración a la consciencia espiritual y a la unión con el Divino, tendrá muchas probabilidades de ser víctima de una caída fatal que haga su esfuerzo estéril.

En cuanto al procedimiento, depende de lo que entiendas por esta palabra. El deseo conduce a menudo a un esfuerzo excesivo que implica mucho trabajo para un resultado parco, lo cual provoca tensión y agotamiento y –en caso de dificultad o de fracaso, desaliento, duda o rebelión; o puede inducir a “tirar de la fuerza”. Eso es factible, pero, aunque frecuentemente resulta muy eficaz, no siempre está exento de riesgo, excepto para quienes tienen fuerza y experiencia yóguicas. Es arriesgado, primero, porque puede provocar reacciones violentas o promover el descenso de fuerzas contrarias, falsas o mezcladas, que por falta de experiencia el sadhaka no puede distinguir de las verdaderas. Y también porque puede sustituir el libre don y la verdadera dirección del divino por el limitado poder de experiencia del propio sadhaka o por sus construcciones mentales y vitales. Casi todos los casos son diferentes; cada uno tiene su propio camino de la sadhana. Pero a ti lo que te recomendaría es una apertura constante, una tranquila y firme aspiración, sin afán desmesurado, una paciente y gozosa confianza.

Es muy imprudente para cualquiera pretender prematuramente estar en posesión de la Supermente o incluso tener un preavance de la misma. Esta pretensión va generalmente acompañada de un desbordamiento de súper-egoísmo, de un error radical de percepción o de una caída burda, de una condición falsa o de un movimiento erróneo. Una cierta humildad espiritual, una visión de sí mismo seria y sin arrogancia, una sosegada percepción de las imperfecciones de nuestra naturaleza presente, y, en vez de amor propio y autoafirmación, el sentido de la necesidad de sobrepasar nuestro yo actual, no por una ambición egoísta, sino en virtud de una aspiración hacia el Divino, serían, me parece a mí, para esta frágil, terrestre y humana criatura, unas condiciones mucho mejores para avanzar hacia la transformación supramental.

Lo que has empezado a experimentar es la sumisión psíquica en el ser físico.
Todas las partes están esencialmente sometidas, pero la sumisión debe completarse a través del crecimiento de la ofrenda psíquica de sí en cada una de éstas y en todos sus movimientos, juntas y separadamente.
Pertenecer al Divino significa estar enteramente sometido, hasta el punto de sentir que la Presencia, el Poder, la Luz, el ananda del Divino poseen todo el ser, en vez de sentir que uno posee estas cosas para su propia satisfacción. Es un éxtasis mucho más grande estar así sometido al Divino y poseído por Él, que ser uno mismo el poseedor. Y al propio tiempo, con esta sumisión, surge un tranquilo y feliz dominio de sí y de la
Naturaleza.

Haz que el ser psíquico se ponga en primer plano y mantenlo allí, situando la mente, el vital y el físico bajo su autoridad para que les infunda la fuerza de su aspiración exclusiva, de su confianza, de su fe, de su sumisión, de su poder inmediato y directo para descubrir todo lo que es falso en la naturaleza, todo lo que está orientado hacia el ego y el error, lejos de la Luz y de la Verdad.
Elimina el egoísmo bajo todas sus formas; elimínalo de todos los movimientos de tu consciencia.
Desarrolla la consciencia cósmica: haz que el punto de vista egocéntrico desaparezca en la amplitud, en la impersonalidad en el sentido del Divino Cósmico, en la percepción de las fuerzas universales, en la realización y la comprensión del juego de la manifestación cósmica.
En lugar del ego, descubre al verdadero ser, parte del Divino, nacido de la Madre del mundo e instrumento de la manifestación. Esta sensación de ser un instrumento y una parte del Divino debe estar libre de toda vanidad, de todo sentido del ego o pretensión egoísta y de cualquier afirmación de superioridad, de toda exigencia o deseo. Porque si estos elementos están presentes, es señal de que no se ha obtenido el verdadero resultado.
La mayoría de los que practican el yoga viven en la mente, en el vital o en el físico, iluminados ocasionalmente y sólo en parte por la mente superior y por la mente iluminada. Pero para prepararse para la transformación supramental, es necesario (tan pronto como llegue el momento) abrirse a la Intuición y a la Sobremente a fin de que puedan preparar todo el ser y toda su naturaleza para el cambio supramental. Deja que la consciencia se desarrolle y se expanda tranquilamente y el conocimiento de esas cosas vendrá progresivamente.
La calma, el discernimiento y el desapego –sin indiferencia- son todos muy importantes, porque sus opuestos dificultan mucho la acción transformadora. La intensidad de la aspiración es necesaria pero debe ir acompañada de esa calma, de ese discernimiento y de ese desapego. No hay que tener prisa, ni inercia ni impaciencia rajásica, ni descorazonamiento tamásico: tan sólo una invocación y una acción regulares, persistentes y, sin embargo, apacibles. No hay que arrancar ni arrebatar la realización, sino permitirle que surja en el interior y en lo alto y observar cuidadosamente su campo, su naturaleza y sus límites.
Deja que el poder de la Madre trabaje en ti, pero vigila para evitar que se mezcle con éste o lo sustituya la acción de un ego potenciado o de una fuerza de la ignorancia que se haga pasar por la Verdad. Aspira especialmente a la eliminación de toda oscuridad y de toda inconsciencia en la naturaleza.
Estas son las condiciones principales requeridas para prepararse para el cambio supramental. Pero ninguna de éstas es fácil, y deben estar completas para poder decir que la naturaleza está a punto. Si se logra establecer la verdadera actitud (psíquica, no egoísta, abierta solamente a la fuerza divina), el proceso se desarrolla de manera mucho más rápida. Adoptar y mantener la verdadera actitud, favorecer el cambio propio tal es la ayuda que se puede dar –y la única que se pide- para secundar el cambio general.

miércoles, 28 de mayo de 2014

GUÍA DEL PURNA YOGA - Bases del Yoga - Sri Aurobindo - part 1

CALMA – PAZ – ECUANIMIDAD

 Sri Aurobindo
No es posible construir los fundamentos del yoga si la mente está agitada. Lo primero que se requiere es sosiego mental. Además, la disolución de la consciencia personal no es el objetivo primordial del yoga, su propósito fundamental es abrir esta consciencia a una consciencia espiritual superior, y para eso también es de primera necesidad tener una mente sosegada.

Lo primero que hay que hacer en la sadhana es establecer en la mente una paz y un silencio estables. De no hacerlo así, será posible tener experiencias, pero nada tendrá carácter permanente. Sólo en una mente silenciosa puede erigirse la verdadera consciencia.

Tener una mente sosegada no significa la ausencia total de pensamientos o de movimientos mentales, sino que éstos permanecen en la superficie y que en el interior se siente el ser verdadero separado, observándolos pero sin dejarse arrastrar, capaz de vigilarlos y de juzgarlos, de rechazar todo aquello que tiene que ser rechazado y de aceptar, y de conservar todo aquello que es verdadera consciencia y experiencia verdadera.

La pasividad mental es una buena cosa, pero hay que tener cuidado de no ser pasivo más que ante la Verdad y ante el toque de la divina shakti. Si uno es pasivo ante las incitaciones y las influencias de la naturaleza inferior, no será capaz de progresar o se expondrá a que las fuerzas adversas puedan apartarle lejos del verdadero sendero del yoga.
Aspira a que la Madre te conceda este sosiego y esta calma bien establecidos en la mente y esta percepción constante del ser interior dentro de ti, separado de la naturaleza exterior y dirigido hacia la Luz y la Verdad.

Las fuerzas que obstaculizan el camino de la sadhana son las fuerzas de la naturaleza inferior mental, vital y física. Detrás de ellas se encuentran los poderes adversos de los mundos mental, vital y físico sutil. Tan sólo a partir del momento en que la mente y el corazón hayan logrado adoptar una orientación unidireccional y se hayan concentrado en una aspiración exclusiva hacia el Divino se podrá luchar con éxito contra estos
poderes adversos.

El silencio es siempre una buena cosa; pero al decir sosiego mental no me refiero a un silencio completo. Quiero decir una mente libre de desorden y de inquietud, firme, ligera y contenta, para que pueda abrirse a la Fuerza que tiene que cambiar la naturaleza. Lo importante es librarse de la invasión habitual de los pensamientos perturbadores, de los sentimientos falsos, de la confusión de ideas y de los movimientos nocivos. Todo eso altera la naturaleza y la oscurece y obstaculiza la acción de la Fuerza; cuando la mente está sosegada y en paz, la Fuerza puede trabajar más fácilmente. Es menester que se puedan ver las cosas que hay que cambiar sin experimentar ningún trastorno ni depresión; el cambio se efectúa así con mayor facilidad.

La diferencia entre una mente vacía y una mente en calma es ésta: cuando la mente está vacía no hay en ella pensamientos, ni concepción, ni acción mental de ninguna clase, salvo una percepción esencial de las cosas sin formación de ideas; pero cuando la mente ha conseguido la calma, la sustancia misma del ser mental es la que permanece tranquila, tanto que nada la perturba. Y si se producen pensamientos o actividades, en
ningún caso surgen de la mente, sino que vienen desde fuera y cruzan la mente como un vuelo de pájaros cruza el firmamento cuando el aire está inmóvil. Pasan sin alterar nada, sin dejar ninguna traza. Aunque mil imágenes o los más violentos acontecimientos la atraviesen, su calma inmóvil permanece, como si la misma textura de la mente fuera una sustancia de paz eterna e indestructible. Una mente que haya alcanzado esta calma puede empezar a actuar, incluso intensa y poderosamente, pero conservará su sosiego fundamental, sin producir nada de sí misma, pero dando forma mental a lo que recibe de lo Alto, sin añadirle nada suyo, con calma e imparcialidad, y, sin embargo, con el gozo de la Verdad y el poder y la luz felices de su transmisión.

No es una cosa indeseable para la mente sumirse en el silencio, estar inmóvil y libre de pensamientos, puesto que al silenciarse la mente es cuando más a menudo se produce le descenso completo de una vasta paz procedente de lo alto y, en esta vasta tranquilidad, la realización del Yo silencioso que está encima de la mente extendido por todas partes en su inmensidad. Lo que ocurre solamente, es que, cuando hay paz y silencio mental, la mente vital trata de precipitarse para ocupar el sitio, o bien la mente mecánica intenta,
con el mismo propósito, hacer surgir su ronda de pensamientos habituales y triviales. Lo que debe hacer el sadhaka es tener cuidado de rechazar y acallar esos intrusos de modo que, al menos durante la meditación, la paz y el sosiego de la mente y del ser vital sean completos. La mejor manera de hacerlo es manteniendo una voluntad fuerte y silenciosa. Esta voluntad es la voluntad del purusha detrás de la mente; cuando la mente está en paz, cuando permanece en silencio, puede percibirse la presencia del purusha, también silencioso, separado de la acción de la naturaleza.

Tener calma, ser firme y arraigado en el espíritu, dhira shtira, poseer este sosiego de la mente, esta separación entre el purusha interior y la prakriti exterior, es muy útil, casi indispensable. Pero no es posible tener calma y estar asentado en el espíritu en tanto que el ser está sujeto al torbellino de los pensamientos o a la barahúnda de los movimientos vitales. Desapegarse, apartarse de ellos, sentirlos separados de sí, es indispensable.

Para descubrir la verdadera individualidad y erigirla en la naturaleza, son necesarias dos cosas: en primer lugar ser conscientes de nuestro propio ser psíquico situado detrás del corazón y, en segundo lugar, esta separación del purusha y la prakriti. Porque el ser individual verdadero está detrás, velado por las actividades de la naturaleza exterior.

Una gran ola (o un mar) de calma y la consciencia constante de una vasta y luminosa Realidad, tal es precisamente el carácter de la realización fundamental de la Verdad suprema en su primer contacto con la mente y el alma. No se puede pedir un mejor comienzo ni un mejor fundamento; es como una gran roca sobre la que puede construirse el resto. Ello significa ciertamente, no solamente una Presencia, sino “la
Presencia”, y constituiría un gran error debilitar la experiencia por una falta de aceptación o por alguna duda sobre su carácter.
No es necesario definirla, ni es conveniente tratar de configurarla en una imagen; porque esta Presencia es infinita en su naturaleza. Todo aquello que tenga que manifestar o exteriorizar de sí misma, lo hará inevitablemente por su propio poder, si hay una aceptación sostenida.

Es verdad, sin lugar a dudas, que es una gracia enviada, y la única manera de responder a una gracia tal es aceptarla con gratitud y, manteniéndose abierto, permitir al Poder que ha tocado la consciencia desarrollar en el ser lo que tenga que ser desarrollado. La transformación total de la naturaleza no puede hacerse en un momento; requiere necesariamente mucho tiempo y procede por etapas; la experiencia actual es solamente un inicio, un fundamento para la nueva consciencia en la cual será posible la transformación. La espontaneidad automática de la experiencia debe demostrar por sí misma que no tiene nada que ver con una construcción de la mente, de la voluntad o de las emociones; que procede de una Verdad que está más allá de estas cosas.

Rechazar las dudas implica, con toda certeza, haber alcanzado el control de nuestros propios pensamientos. Pero el hecho de controlar nuestros pensamientos es tan necesario, en el yoga y fuera del yoga, como el dominio de nuestras pasiones y de nuestros deseos vitales o el control de los movimientos de nuestro cuerpo. No es posible siquiera alcanzar el nivel de un ser mental plenamente desarrollado si uno no domina
sus pensamientos, si no es su testigo, su juez y su amo, el purusha mental, manomaya purusha, shakshi anumanta, ishvara. No es menos inconveniente para el ser mental ser como una pelota de tenis sometida al impacto de los pensamientos desordenados e incontrolables, que ser como un barco a la deriva en medio de la tempestad de las pasiones y de los deseos, o un esclavo de la inercia o de los impulsos del cuerpo. Ya sé
que controlar los pensamientos es más difícil, porque el hombre, al ser primordialmente una criatura de la prakriti mental, se identifica a sí mismo con los movimientos de su mente y no puede, de repente, disociarse y permanecer al margen y libre de los remolinos y turbulencias del torrente mental. Es relativamente fácil para él ejercer un control sobre su cuerpo, al menos sobre una cierta parte de sus movimientos. Le es
menos fácil, pero aún perfectamente posible por medio de una lucha efectiva, establecer un dominio mental sobre sus impulsos y sus deseos vitales; pero sentarse encima del torbellino de sus pensamientos, como el Yogui Tántrico sobre el río, es menos fácil. No obstante, también es factible. Todos los hombres mentalmente desarrollados, aquellos que sobrepasan el término medio, de algún modo, o al menos en un determinado tiempo y para cierto propósito, han tenido que separar las dos partes de la mente, la parte activa que es una fábrica de pensamientos y la parte sosegada y soberana que es a la vez un Testigo y una voluntad, observando los pensamientos, juzgándolos, rechazándolos, eliminándolos o aceptándolos, ordenando correcciones y cambios; se han erigido en amos del ámbito mental, han sido capaces de ejercer un imperio efectivo sobre sí, samradjya.

El Yogui va aún más lejos. No sólo es el amo de este ámbito sino que, permaneciendo aún de alguna manera en la mente, logra escapar de la misma por así decirlo, y se sitúa por encima, o completamente detrás y libre. Para él la imagen de la fábrica de pensamientos ya no es completamente válida; puesto que ve cómo los pensamientos nos vienen de fuera, de la Mente universal o de la Naturaleza universal, a veces formados y
distintos, a veces informes o embrionarios, en cuyo caso reciben forma en alguna parte dentro de nosotros. La tarea principal de nuestra mente consiste en responder, favorablemente con aceptación, o negativamente con repulsa, a esas olas de pensamientos (así como a las oleadas vitales o a las olas de energía físico sutil), o bien en dar forma mental personal a la sustancia de los pensamientos (o de los movimientos vitales) procedentes de la Naturaleza-Fuerza circundante.

Las posibilidades del ser mental no son limitadas; puede ser el libre Testigo y el Amo en su propia casa. La libertad progresiva y el imperio sobre la propia mente está perfectamente dentro de las posibilidades de todo aquel que tenga la fe y la voluntad de emprender esta conquista.

El primer paso es tener una mente sosegada. El silencio es un paso ulterior, pero es necesario obtener previamente el sosiego. Y por mente sosegada entiendo una consciencia mental interior que ve los pensamientos acercarse a ella y moverse en torno, pero no se siente a sí misma pensando, ni se identifica con los pensamientos ni los considera suyos. Los pensamientos y los movimientos mentales pueden pasar a través de esta consciencia mental interior tal como los caminantes aparecen procedentes de cualquier parte y pasan a través de una campiña silenciosa; la mente sosegada los observa o ni siquiera se toma la molestia de observarlos, pero en ningún caso participa en la acción o pierde su tranquilidad.
El silencio es más que el sosiego. Puede obtenerse desterrando completamente los pensamientos de la mente interior, manteniéndolos mudos o completamente aparte. Pero se establece con mayor facilidad por un descenso procedente de lo alto; cuando sucede así se percibe cómo desciende el silencio, cómo penetra y ocupa o rodea la consciencia personal, que tiende entonces a sumergirse en el vasto silencio impersonal.

Las palabras “paz, calma, sosiego, silencio”, tienen cada una de ellas su propio matiz de significación, pero no es fácil definirlo exactamente.
Paz – shanti
Calma – sthirata
Sosiego – achanchalata
Silencio – nishchala niravata
El “sosiego” es un estado en el cual no hay inquietud ni perturbación.
La “calma” es un estado de sosiego inquebrantable que ningún bullicio ni inquietud pueden alterar; es un estado menos negativo que el sosiego.
La “paz” es un estado aún más positivo que comporta un estable y armonioso sentido de liberación y de reposo.
El “silencio” es un estado en el cual no hay movimientos mentales o vitales de ningún género, o en el cual existe una profunda inmovilidad que ningún movimiento en la superficie puede penetrar o alterar.

Conserva el sosiego y no te inquietes si durante algún tiempo es un sosiego vacío; a menudo la consciencia es como un recipiente que tiene que ser vaciado de su contenido impuro e indeseable y que debe permanecer vacío momentáneamente, hasta que esté en condiciones de ser llenado otra vez con cosas nuevas y verdaderas, rectas y puras. Lo único que hay que evitar es rellenar la copa con el mismo turbio contenido de antes.
Mientras tanto espera, ábrete hacia lo alto, pide con gran tranquilidad y firmeza, con un anhelo que no sea demasiado impaciente, que la paz penetre el silencio, y, cuando la paz esté allí, pide el gozo y la presencia.

La calma, aunque al principio parezca solamente una cosa negativa, es tan difícil de conseguir que el hecho de tener siquiera un poco de calma debe ser considerado como un gran paso hacia delante.
En realidad, la calma no es una cosa negativa, es la naturaleza misma del sat-purusha y el fundamento positivo de la consciencia divina. Sea lo que fuere a lo que se aspire y lo que se obtenga, es necesario conservar la calma, porque si el Conocimiento, el Poder, el Ananda, vienen y no encuentran este fundamento, son incapaces de permanecer y tienen que retirarse hasta que la pureza y la paz divinas del sat-purusha estén establecidas permanentemente.
Aspira al resto de la divina Consciencia, pero con una aspiración sosegada y profunda.
Esta aspiración puede ser ardiente a la vez que tranquila, pero nunca impaciente, inquieta, o llena de vehemencia rajásica.
Sólo en una mente y un ser sosegados la Verdad supramental puede edificar su verdadera creación.

En la sadhana la experiencia empieza necesariamente en el plano mental; el requisito indispensable es que esta experiencia sea sana y genuina. La presión del entendimiento y de la voluntad en la mente y el impulso emocional hacia Dios en el corazón son los dos primeros agentes del yoga, y la paz, la pureza y la calma (habiendo sosegado la agitación inferior) son precisamente la primera base que hay que establecer. Es mucho más importante lograr eso, en los comienzos, que ser favorecido con vislumbres de mundos suprafísicos, tener visiones, oír voces, o conseguir poderes. La purificación y la calma son requerimientos primordiales en el yoga. Sin éstas se pueden tener numerosas experiencias de este género (mundos, visiones, voces, etc); pero cuando estas experiencias tienen lugar en una consciencia impura y agitada, son casi siempre desordenadas y confusas.
Al principio la paz y la calma no son permanentes; vienen y se van, y es necesario casi siempre que transcurra mucho tiempo para que puedan establecerse en la naturaleza. Es pues preferible evitar la impaciencia y proseguir resueltamente lo que se está haciendo.
Si deseas tener alguna otra cosa además de la paz y de la calma, que sea la apertura completa del ser interior y la percepción del Poder divino trabajando en ti.
Aspira a eso sinceramente y con gran intensidad, pero sin impaciencia, y lo obtendrás.

Por fin tienes el verdadero fundamento de la sadhana. Esta calma, esta paz y esta sumisión constituyen la atmósfera apropiada para que pueda venir todo lo demás: conocimiento, fuerza, ananda. Deja que este estado se establezca completamente.
No perdura cuando está trabajando porque todavía está circunscrito al ámbito mental propiamente dicho, el cual acaba tan sólo de recibir el don del silencio. Cuando la nueva consciencia esté totalmente formada y haya tomado posesión plenamente de la naturaleza vital y del ser físico (el vital hasta ahora ha sido tan sólo tocado o dominado por el silencio, no poseído por éste), entonces este defecto desaparecerá.
La tranquila consciencia de paz que tienes actualmente en la mente debe ser no sólo sosegada, sino vasta. Tienes que sentirla en todo lugar, sentirte y sentirlo todo en esta consciencia. Esto te ayudará también a hacer de la calma una base para la acción.
Cuando más vasta sea tu consciencia, más capacidad tendrás de recibir de lo alto. La shakti podrá descender y aportar al organismo la fuerza y la luz así como la paz. Eso que sientes dentro de ti como algo estrecho y limitado es la mente física; ésta puede ampliarse solamente si esta luz y esta consciencia más vasta descienden y toman posesión de la Naturaleza.
La inercia física que te aqueja no disminuirá ni desaparecerá probablemente hasta que la fuerza de lo alto descienda a tu organismo.
Conserva el sosiego, ábrete interiormente y pide a la divina shakti que te confirme la calma y la paz, que amplíe el ámbito de tu consciencia y que le otorgue luz y tanto poder como pueda ahora recibir y asimilar.
Procura no ser demasiado impaciente, pues eso podría perturbar de nuevo el sosiego y el equilibrio establecidos ya en tu naturaleza vital.
Ten confianza en el resultado final y da tiempo para que el Poder efectúe su obra.

Aspira, concéntrate en el recto espíritu y, sean las que fueren las dificultades, ten la seguridad de que alcanzarás la meta que te has propuesto.
Tienes que aprender a vivir en la paz interior y en ese “algo más verdadero” que hay dentro de ti, y sentir que eso es tu verdadero ser. Debes considerar el resto como algo que no es tu yo verdadero, que no es más que un flujo de movimientos superficiales, cambiantes y reiterativos, que desaparecerán con seguridad a medida que emerja el yo verdadero.
La paz es el verdadero remedio; distraerse con un trabajo duro es sólo un alivio temporal, aunque una cierta actividad regular sea necesaria para un justo equilibrio de las diferentes partes del ser. Sentirla encima y alrededor de la cabeza es el primer paso; tienes que establecer contacto con la paz a fin de que descienda hacia ti y llene tu mente, tu vida y tu cuerpo, y te envuelva de tal suerte que puedas vivir inmerso en su seno,
porque esta paz es el único signo de la presencia del Divino cerca, y una vez la tengas todo lo demás comenzará a venir.
La verdad en la palabra y en el pensamiento es muy importante. Cuando comprendas que la mentira no es una parte de ti, sino que viene a ti procedente del exterior, tanto más fácil será para ti rehusarla y rechazarla.
Persevera, y todo aquello que aun está torcido será enderezado y conocerás y sentirás constantemente la verdad de la presencia del Divino; así tu fe será justificada por la experiencia directa.

En primer lugar aspira y pide a la Madre que te conceda la tranquilidad mental, la calma y la paz, una consciencia despertada, una devoción intensa, la fuerza y la capacidad espiritual de afrontar todas las dificultades interiores y exteriores y de perseverar hasta el final del yoga.
Si la consciencia se despierta y hay devoción e intensidad en la aspiración, la mente podrá crecer en el conocimiento, siempre que haya obtenido la tranquilidad y la paz.

Esto es debido a una consciencia y una sensibilidad muy vivas del ser físico, especialmente del vital-físico.
Es bueno que el físico sea cada vez más consciente pero éste no debería ser dominado por las reacciones humanas ordinarias que va siendo capaz de percibir, ni resultar gravemente afectado o trastornado por éstas.
Tanto en los nervios y el cuerpo como en la mente tiene que establecerse una vigorosa ecuanimidad, un dominio y un desapego que permitan al físico conocer sus reacciones y tener contacto con éstas sin experimentar ninguna perturbación. El ser físico debe conocer y ser consciente de la presión de los movimientos que se producen en la atmósfera y rechazarlos y expulsarlos en vez de sentirlos y sufrirlos pasivamente.

Reconocer las propias debilidades y falsos movimientos y apartarse de éstos es el camino que conduce hacia la liberación.
No juzgar a nadie más que a uno mismo hasta que las cosas puedan contemplarse con una mente y un vital sosegados es una regla excelente. Además, no se debe permitir que la mente forme impresiones precipitadas sobre la base de alguna apariencia exterior, ni al vital que actúe en consecuencia.
Hay un sitio en el ser interior donde se puede permanecer siempre en calma y desde donde es posible considerar con equilibrio y discernimiento las perturbaciones de la consciencia de superficie y actuar sobre ésta a fin de modificarla. Si puedes aprender a vivir en esa calma del ser interior, habrás encontrado tu base estable.

No te dejes conmover ni inquietar por esas cosas. Lo que hay que hacer es mantener siempre firmemente la aspiración al Divino y afrontar con ecuanimidad y desapego todas las dificultades y todas las oposiciones. Para los que quieren seguir una vida espiritual, el Divino debe ser siempre lo primero; todo lo demás debe ser secundario.
Tienes que permanecer desapegado y contemplar las cosas con la tranquila visión interior de quien está íntimamente consagrado al Divino.

De momento tus experiencias se limitan al plano mental, y es así como tiene que ser.
Muchos sadhakas son incapaces de adelantar porque se abren en el plano vital antes de que el mental y el psíquico estén a punto. Después del comienzo de algunas experiencias espirituales auténticas en el plano mental, se produce un descenso prematuro al vital que provoca gran confusión e inquietud. Hay que vigilar para que eso no ocurra. Las consecuencias son más graves todavía, si el alma vital del deseo se abre a
la experiencia antes de que la mente haya sido tocada por las cosas del espíritu. Aspira siempre a que la consciencia y la experiencia verdaderas penetren en la mente y en el ser psíquico y los deje a punto. Debes aspirar especialmente al sosiego, a la paz, a una fe llena de calma, a una creciente y firme amplitud, a tener más y más conocimiento, a una devoción profunda e intensa, pero sosegada.
No permitas que el ambiente y su oposición te perturbe. Son condiciones impuestas a menudo al principio como una especie de prueba. Si puedes permanecer tranquilo e imperturbable y continuar tu sadhana sin permitir que estas circunstancias te perturben interiormente, eso te ayudará a adquirir una fuerza muy necesaria; porque el sendero del yoga está siempre sembrado de dificultades interiores y exteriores, y para afrontarlas el sadhaka debe desarrollar una fuerza sosegada, firme y sólida.

El progreso espiritual interior no depende tanto de las condiciones exteriores como de la forma de reaccionar desde dentro ante éstas. Tal ha sido siempre el veredicto último de la experiencia espiritual. Esa es la razón por la cual nosotros insistimos en la necesidad de adoptar la actitud correcta y de perseverar en ésta, en obtener un estado interior que no dependa de las circunstancias exteriores, un estado de ecuanimidad y de calma, si al principio no es posible de felicidad interior, en retirarse cada vez más hacia
adentro para mirar desde dentro hacia fuera, en vez de vivir en la mente de la superficie que está siempre a merced de los embates y de los choques de la vida. Tan sólo en este estado es posible ser más fuerte que la vida y que sus fuerzas perturbadoras y confiar en la victoria.
Permanecer tranquilo interiormente, firme en la voluntad de ir hasta el fin, rehusando inquietarse o desanimarse por las dificultades o las fluctuaciones, es una de las primeras cosas que hay que aprender en el Sendero. Obrar de otra manera, es fomentar la inestabilidad de la consciencia, la dificultad de mantener la experiencia que lamentabas.
Sólo si mantienes la firmeza y la calma interior, el curso de las experiencias podrá proseguir con una cierta regularidad, aunque nunca esté exento de períodos de interrupción y de fluctuación; pero si esos períodos son tratados de forma apropiada, pueden convertirse en períodos de asimilación que sirvan para allanar dificultades y no sean negativos para la sadhana.
Una atmósfera espiritual es más importante que las condiciones exteriores; conseguir esta atmósfera, creando también de esta manera el propio aire espiritual, en donde vivir y respirar, es la verdadera condición para el progreso.

Para ser capaz de recibir el Poder divino y dejar que actúe a través de uno en las cosas de la vida exterior, son necesarias tres condiciones: 
1. Sosiego, ecuanimidad: no inquietarse por ninguna cosa que ocurra, mantener la mente inmóvil y firme, observando el juego de las fuerzas, pero permaneciendo tranquilo.
2. Fe absoluta: fe en que lo que ocurra será lo mejor, pero también en que si uno llega a ser un verdadero instrumento, el resultado será el que la voluntad propia, guiada por la Luz divina, reconozca como la cosa que hay que hacer: kartavyamkarma.
3. Receptividad: la capacidad de recibir la Fuerza divina, de sentir su presencia y la presencia de la Madre en esta y permitirle que haga su obra, guiando la visión, la voluntad y la acción de uno mismo. Si este poder y esta presencia pueden ser percibidos y esta plasticidad se hace habitual en la consciencia en medio de la acción –pero plasticidad solamente a la Fuerza divina, sin mezcla de ningún elemento extraño- el resultado final está asegurado.

La ecuanimidad es una parte muy importante de nuestro yoga. Es necesario mantener la ecuanimidad en el dolor y en el sufrimiento, y eso significa soportarlos con firmeza y calma, no estar inquieto, turbado, deprimido o descorazonado, y seguir hacia delante con una fe inquebrantable en la Voluntad divina. Pero la ecuanimidad no implica una aceptación inerte. Si, por ejemplo, fracasas durante un cierto tiempo en una determinada tentativa de la sadhana, tienes que conservar la ecuanimidad, sin inquietarte ni desalentarte; pero no debes aceptar este fracaso como una indicación de la Voluntad divina y desistir del intento. Debes más bien descubrir la razón y el significado del fracaso y seguir avanzando lleno de fe en la victoria. Del mismo modo hay que proceder con la enfermedad: no tienes que afligirte, ni perturbarte o inquietarte; pero no aceptes la enfermedad como una expresión de la Voluntad divina; considérala más bien como
una imperfección del cuerpo de la que hay que desembarazarse del mismo modo que tratas de librarte de las imperfecciones del vital o de los errores de la mente.

Sin ecuanimidad, samata, no puede haber ningún fundamento firme para la sadhana.
Por muy ingratas que sean las circunstancias, por muy desagradable que sea la conducta de los demás, tienes que aprender a afrontarlas con una perfecta calma y sin ninguna reacción perturbadora. Esas cosas son la piedra de toque de la ecuanimidad del alma. Es fácil conservar la calma y la serenidad cuando las cosas van bien y la gente y las circunstancias son agradables; pero cuando son todo lo contrario es cuando la plenitud de la calma, de la paz y de la ecuanimidad puede ser probada, fortalecida y perfeccionada.

Lo que te ha sucedido muestra cuáles son las condiciones del estado en el cual el Poder divino sustituye al ego y dirige la acción, haciendo de la mente, de la vida, y el cuerpo su instrumento. Un silencio receptivo de la mente, la desaparición del ego mental, la reducción del ser mental a la posición de testigo, un contacto íntimo con el Poder divino y una apertura del ser a esta influencia y a ninguna otra, tales son las condiciones
requeridas para llegar a ser un instrumento del Divino, movido por él y sólo por él.
El silencio mental no conduce por sí mismo a la consciencia supramental; hay muchos estados, planos o niveles de consciencia entre la mente humana y la Supermente. El silencio abre la mente y el resto del ser a cosas más grandes, algunas veces a la consciencia cósmica, algunas veces a la experiencia del Yo silencioso, algunas veces a la Presencia o al Poder del Divino, algunas veces a una consciencia más alta que la
perteneciente a la mente humana; el silencio mental es la condición más favorable para que cualquiera de esas experiencia pueda tener lugar. En nuestro yoga es la mejor condición, pero no la única, para que el Poder divino descienda, primero sobre la consciencia individual y después dentro de ésta, y ejecute allí la tarea de transformar esa consciencia, dándole las experiencias necesarias, cambiando su visión de las cosas y todos sus movimientos y conduciéndola de etapa en etapa hasta que esté a punto para el último cambio, la transformación supramental.
La experiencia de la sensación de un “bloque sólido” indica el descenso de una fuerza y de una paz sustanciales en el ser exterior, y sobre todo en el vital-físico. Esto es siempre lo que constituye el fundamento, la base seguro sobre la cual todo los demás (ananda, luz, conocimiento, bhakti) puede después descender, apoyarse o actuar con seguridad. En la otra experiencia hubo adormecimiento porque el movimiento estaba dirigido hacia el interior; pero aquí la yoga-shakti se mueve hacia fuera en la naturaleza
exterior plenamente despierta: como un primer paso para establecer allí el yoga y sus experiencias. Esa es la razón por la cual ahora no hay ese adormecimiento que era el signo de que la consciencia tendía a retirarse de las partes exteriores.

No te olvides nunca de que la condición primordial de una sadhana sin peligro es la tranquilidad interior resultante de la purificación de una mente y de un vital agitados.
Acuérdate también de que el hecho de sentir la presencia de la Madre mientras se está actuando exteriormente, constituye ya un gran paso que no se puede dar sin un progreso interior considerable. Esa necesidad que notas tan intensamente, pero que no puedes definir, es, probablemente, una constante y nítida percepción de la fuerza de la Madre trabajando dentro de ti, descendiendo de lo alto y tomando posesión de los diferentes planos de tu ser. Este es muchas veces el estado que precede al doble movimiento de
ascenso y de descenso, que llegará, ciertamente, a su debido tiempo. Estas experiencias pueden tardar mucho tiempo en manifestarse visiblemente, sobre todo si la mente es muy activa y no tiene el hábito del silencio. Mientras el velo de esa actividad subsiste, tiene que hacerse mucho trabajo detrás de la pantalla móvil de la mente, y el sadhaka cree que no pasa nada, siendo así que, de hecho, se está efectuando una gran preparación. Si quieres un progreso más rápido y más visible, el único modo de lograrlo es haciendo emerger el ser psíquico a la superficie por medio de un auto-ofrecimiento constante. Aspira intensamente, pero sin impaciencia.

Una mente y un cuerpo poderosos y una gran fuerza vital son necesarios en la sadhana.
Hay que tomar medidas especialmente para rechazar la inercia tamásica y aportar vigor y fuerza en la estructura de la naturaleza.
El camino del yoga tiene que ser algo vivo, no un principio mental, o un método preestablecido al que uno se adhiere rígidamente, oponiéndose a cualquier modificación que fuera necesario efectuar.

No alterarse, permanecer tranquilo y confiado es la actitud correcta; pero es también necesario recibir la ayuda de la Madre y no sustraerse a su cuidado bajo ningún pretexto. No hay que justificarse con ideas de incapacidad, de ineptitud para responder a la ayuda de la Madre, prestando excesiva atención a los defectos y a los errores, y ayudando así a que la mente se aflija y se avergüence, porque estas ideas y estos sentimientos se convierten finalmente en fuentes de debilidad. Si surgen dificultades, pasos en falso o fracasos, hay que contemplarlos tranquilamente y pedir con calma y perseverancia la ayuda divina para eliminarlos, sin dejarse vencer por la inquietud, el dolor o el desaliento. El yoga no es un sendero fácil y el cambio total de la naturaleza no se puede lograr en un día.

El conflicto vital y la depresión son sin duda la consecuencia de un deseo demasiado vehemente en el esfuerzo precedente y de la tensión por la espera impaciente del resultado. Así, cuando se produce una caída de la consciencia, lo que emerge en la superficie es un vital desolado, decepcionado y perplejo que da paso franco a las instigaciones de la duda, de la desesperación y de la inercia procedentes del lado adverso de la naturaleza. Tienes que avanzar hacia una firme base de calma y de ecuanimidad tanto en el vital y en el físico, como en la consciencia mental. Que el pleno descenso de poder y de ananda se efectúe, pero en un adhar sólido, capaz de contenerlo; sólo la completa ecuanimidad da esta capacidad y firmeza.

La amplitud y la calma son los fundamentos de la consciencia yóguica y la mejor condición para el crecimiento y la experiencia interiores. El establecimiento de una vasta calma en la consciencia física, que ocupe y llene el cuerpo mismo y todas sus células, puede llegar a constituir la base para su transformación; de hecho, sin esta amplitud y calma, la transformación sería difícilmente posible.

El propósito de la sadhana es que la consciencia se eleve hasta salir del cuerpo y se establezca encima, extendiéndose por todas partes, sin limitarse al cuerpo. Así liberado, se abre uno a todo lo que está por encima de este nivel, por encima de la mente ordinaria, recibe desde allí todo lo que desciende de las alturas y observa todo lo que está debajo. Entonces es posible convertirse en el testigo libre de los planos inferiores y, dominándolos, ser un receptáculo o canal de todo lo que desciende y presiona al cuerpo para ponerlo en condiciones de ser el instrumento de una más alta manifestación y remodelarlo según una consciencia y una naturaleza superiores.
Lo que te sucede indica que la consciencia trata de afirmarse en esta liberación.
Cuando se está en esta posición más alta, se descubre la libertad del Yo, el vasto silencio y la calma inmutable; pero hay que hacer que esta calma descienda también al cuerpo, a todos los planos inferiores, y se establezca allí como algo que, estando presente detrás de todos los movimientos, los contiene a todos.

Si tu conciencia se eleva por encima de la cabeza, quiere decir que va más allá de la mente ordinaria hacia el centro más alto que está en contacto con la consciencia superior, o bien hacia niveles ascendentes de la consciencia superior misma. El primer resultado es el silencio y la paz del Yo que forman la base de la consciencia superior; ésta puede después descender hasta los planos inferiores y penetrar en el cuerpo mismo.
La luz y la Fuerza pueden también descender. El ombligo y los centros situados debajo corresponden al ser vital y al físico; algo de la Fuerza superior puede haber descendido hasta éstos.

domingo, 25 de mayo de 2014

UPADESA, INSTRUCCIÓN ESPIRITUAL - Bhagavan Sri Ramana Maharshi - part 2

CAPÍTULO III
EXPERIENCIA
(Anubhava)

1. ¿Qué es la luz de la consciencia?
Es la existencia-consciencia autoluminosa que revela al veedor el mundo de los nombres y las formas tanto dentro como fuera. La existencia de esta existenciaconsciencia puede inferirse por los objetos iluminados por ella. Ella no deviene el objeto de la consciencia.

2. ¿Qué es conocimiento (vijnana)?
Es ese estado quiescente de existencia-consciencia que es experimentado por el aspirante y que es como el océano sin olas o el éter sin movimiento.

3. ¿Qué es felicidad?
Es la experiencia de gozo (o paz) en el estado de vijnana libre de todas las actividades y similar al sueño profundo. Esto también es llamado el estado de kevala nirvikalpa (permanecer sin conceptos).

4. ¿Cuál es el estado más allá de la felicidad?
Es el estado de incesante paz de la mente que se encuentra en el estado de quiescencia absoluta, jagrat-sushupti (lit. sueño profundo con conocimiento), que es semejante al sueño profundo inactivo. En este estado, a pesar de la actividad del cuerpo y de los sentidos, no hay ningún conocimiento externo, como un niño inmerso en el sueño profundo (9) (que no es consciente del alimento que le da su madre). Un yogui que
está en este estado es inactivo, aunque esté comprometido en la actividad. Esto es llamado también sahaja nirvikalpa samadhi (estado natural de absorción en uno mismo sin conceptos).

9 NOTA: Los actos de los niños dormidos, como comer y beber, son actos sólo a los ojos de los demás y no a los suyos propios. Por consiguiente, ellos no hacen realmente esos actos, a pesar de que parezcan
hacerlos.

5. ¿Cuál es la autoridad para decir que la totalidad de los mundos móviles e inmóviles dependen de uno mismo?
El Sí mismo significa el ser incorporado. Es sólo después de que la energía, que estaba latente en el estado de sueño profundo, emerge con la idea de «yo», cuando todos los objetos son experimentados. El Sí mismo está presente en todas las percepciones como el perceptor. No hay ningún objeto que se vea cuando el «yo» está ausente. Por todas estas razones puede decirse, indudablemente, que todo sale del Sí mismo y vuelve al Sí mismo.

6. Puesto que los cuerpos y los sí mismos que los animan por todas partes se observa efectivamente que son innumerables, ¿cómo puede decirse que el Sí mismo es sólo uno?
Si se acepta la idea «yo soy el cuerpo»(10), los sí mismos son múltiples. El estado en el cual esta idea se desvanece es el Sí mismo, puesto que en ese estado no hay ningún otro objeto. Es por esta razón por lo que el Sí mismo es considerado como uno sólo.

7. ¿Cuál es la autoridad para decir que el Brahman puede ser aprehendido por la mente y al mismo tiempo que no puede ser aprehendido por la mente?
No puede ser aprehendido por la mente impura, pero puede ser aprehendido por la mente pura.

8. ¿Qué es la mente pura y qué es la mente impura?
Cuando el poder indefinible del Brahman se separa del Brahman y, en unión con la reflexión de la consciencia (chidabhasa) asume diversas formas, se llama la mente impura. Cuando deviene libre de la reflexión de la consciencia (abhasa), a través de la discriminación, se llama la mente pura. Su estado de unión con el Brahman es su aprehensión del Brahman. La energía que es acompañada por la reflexión de la consciencia es llamada la mente impura, y su estado de separación del Brahman es su
no aprehensión del Brahman.

10 NOTA: La idea de que uno es su cuerpo, es lo que se llama hrdaya-granthi (nudo del corazón). De los diferentes nudos, éste nudo, que ata lo que es consciente con lo que es insenciente, es el que causa la esclavitud.

9. ¿Es posible vencer, mientras existe el cuerpo, el karma (prarabdha), que se dice que dura hasta el fin del cuerpo?
Sí. Si el agente (hacedor) de quien depende el karma, a saber, el ego, que ha venido a la existencia entre el cuerpo y el Sí mismo, se sumerge en su fuente y pierde su forma, ¿sobrevivirá el karma que depende sólo de él? Por consiguiente, cuando no hay ningún «yo», no hay ningún karma.

10. Puesto que el Sí mismo es existencia y consciencia, ¿cuál es la razón para describirle como diferente de lo existente y lo no existente, de lo senciente y lo insenciente?
Aunque el Sí mismo es real, como comprende todo, no deja ningún sitio para preguntas que impliquen dualidad sobre su realidad o irrealidad. Por consiguiente, se dice que es diferente de lo real y lo irreal. Similarmente, aunque es consciencia, puesto que para Él no hay nada que conocer o a lo que hacerse conocido, se dice que es diferente de lo senciente y lo insenciente.

 Bhagavan

CAPÍTULO IV
LOGRO
(Arudha)

1. ¿Cuál es el estado de la obtención del conocimiento?
Es la permanencia firme y sin esfuerzo en el Sí mismo, en el que la mente, que ha devenido una con el Sí mismo, no emerge subsecuentemente de nuevo en ningún tiempo. Es decir, lo mismo que cada uno tiene usual y naturalmente la idea, «Yo no soy una cabra ni una vaca, ni ningún otro animal, sino un hombre», cuando piensa en su cuerpo, así también, cuando tiene la idea «yo no soy los principios (tattwas) que comienzan con el cuerpo y acaban con el sonido (nada), sino el Sí mismo que es existencia, consciencia y felicidad», la auto-consciencia innata (atmaprajna), se dice que ha obtenido el conocimiento firme.

2. ¿A cuál de las siete etapas del conocimiento (jnana-bhumikas) pertenece el sabio (jnani)?
Pertenece a la cuarta etapa.

3. Si es así, ¿por qué se distinguen tres etapas más superiores a ella?
Las marcas de las etapas cuatro a siete se basan en las experiencias de la persona realizada (jivanmuktha). No son estados de conocimiento y liberación. En lo que concierne al conocimiento y la liberación, no se hace ninguna distinción en esas cuatro etapas.

Los siete jnana bhumikas son:
1. subheccha (el deseo de iluminación)
2. vicharana (indagación)
3. tanumanasa (mente sutil)
4. satwapatti (auto-realización)
5. asamsakti (no-apego)
6. padarthabhavana (no percepción de los objetos).
7. turyaga (transcendencia)

Aquellos que han obtenido los últimos cuatro bhumikas son llamados brahmavit, brahmavidvara, brahmavidvariya y brahmavid varistha respectivamente.

4. Puesto que la liberación es común a todos, ¿por qué es sólo el varistha (lit. el más excelente) el que es alabado excesivamente?
En lo que concierne a la experiencia común de felicidad del varistha, él es alabado sólo por el mérito especial adquirido por él en nacimientos anteriores, que es causa de ello.

5. Puesto que no hay ninguno que no desee experimentar la felicidad constante, ¿cuál es la razón por la que no todos los sabios (jnanis) obtienen el estado de varistha?
No se puede obtener por mero deseo o esfuerzo. El karma (prarabdha) es su causa.
Puesto que el ego muere junto con su causa en la cuarta etapa (bhumika), ¿qué agente hay más allá de esa etapa para desear algo o para hacer esfuerzos? Mientras hagan esfuerzos no serán sabios (jnanis). ¿Acaso los textos sagrados (srutis), que mencionan especialmente al varistha, dicen que los otros tres son personas no iluminadas?

6. Puesto que algunos textos sagrados dicen que el estado supremo es ese en el que los órganos de los sentidos y la mente están completamente destruidos; entonces ¿cómo puede ser ese estado compatible con la experiencia del cuerpo y los sentidos?
Si eso fuera así, no habría ninguna diferencia entre ese estado y el estado de sueño profundo. Además, ¿cómo puede decirse que es el estado natural, cuando existe en un momento y no en otro? Esto acontece, como se ha dicho antes, a algunas personas según su karma (prarabdha), durante algún tiempo o hasta la muerte. No puede considerarse propiamente como el estado final. Si pudiera considerarse así, significaría que todas las grandes almas y el Señor, que fueron los autores de las obras Vedánticas (jnana
granthas) y los Vedas, eran personas no iluminadas. Si el estado supremo es ese en el que ni la mente ni los sentidos existen y no el estado en el que existen, ¿cómo puede ser el estado perfecto (paripurnam)? Puesto que sólo el karma es el responsable de la actividad o inactividad de los sabios, las grandes almas han declarado que sólo el estado de sahaja nirvikalpa (el estado natural sin conceptos) es el estado último.

7. ¿Cuál es la diferencia entre el sueño profundo ordinario y el sueño profundo en vigilia (jagrat sushupti)?
En el sueño profundo ordinario no sólo no hay ningún pensamiento, sino que tampoco hay ninguna consciencia. En el sueño profundo en vigilia hay sólo conocimiento. Por ello se le llama estar despierto mientras se duerme, es decir, el sueño profundo en el que hay conocimiento.

8. ¿Por qué el Sí mismo es descrito como el cuarto estado (turiya), y más allá del cuarto estado (turiyatita)?
Turiya significa eso que es el cuarto. Los experimentadores (jivas) de los tres estados de vigilia, sueño con sueños y sueño profundo, conocidos como visva, taijasa y prajna, que vagan sucesivamente en estos tres estados, no son el Sí mismo. Es con el objeto de hacer claro esto, a saber, que el Sí mismo es eso que es diferente de ellos y que es el presenciador de esos estados, por lo que se le llama el cuarto (turiya). Cuando
se sabe esto, los tres experimentadores desaparecen y la idea de que el Sí mismo es un presenciador, es decir, el cuarto, también desaparece. Por eso es por lo que el Sí mismo es descrito como más allá del cuarto (turiyatita).

9. ¿Cuál es el beneficio sacado por el sabio de los libros sagrados (Srutis)?
El sabio, que es la incorporación de las verdades mencionadas en las escrituras, no tiene ninguna necesidad de ellas.

10. ¿Hay alguna conexión entre la obtención de poderes sobrenaturales (siddhis) y la Liberación (mukti)?
Sólo la indagación iluminada conduce a la Liberación. Los poderes sobrenaturales son todos apariencias ilusorias creadas por el poder de maya (mayashakti). La autorealización que es permanente es la única obtención verdadera (siddhi). Las obtenciones que aparecen y desaparecen, puesto que son el efecto de maya, no pueden ser reales. Se obtienen con el objeto de gozar de fama, de placeres, etc. Vienen sin ser buscados a algunas personas a través de su karma. Sabe que la unión con el Brahman es la meta real de todas las obtenciones. Esto es también el estado de Liberación (aikya mukti) conocido como unión (sayujya).

11. Si tal es naturaleza de la liberación (moksha), ¿Porqué algunas escrituras la relacionan con el cuerpo y dicen que el alma individual puede obtener la Liberación sólo cuando no abandona el cuerpo?
Sólo si la esclavitud es real, han de considerarse la Liberación y la naturaleza de sus experiencias. En lo que concierne al Sí mismo (Purusha), no tiene realmente ninguna esclavitud en ninguno de los cuatro estados. Puesto que la esclavitud es meramente una asumición verbal, según la proclamación enfática del sistema Vedanta, ¿cómo puede surgir la cuestión de la Liberación, que depende de la cuestión de la esclavitud, cuando no hay ninguna esclavitud? Sin conocer esta verdad, indagar en la naturaleza de la esclavitud y la Liberación, es como indagar en la estatura, el color, etc., inexistentes, del hijo de una mujer estéril, o en los cuernos de una liebre.

12. Si eso es así, ¿no devienen irrelevantes e inciertas las descripciones de la esclavitud y la liberación que se encuentran en las escrituras?
No, no lo son. Por el contrario, el engaño de la esclavitud, fabricado por la ignorancia desde tiempo inmemorial, sólo puede ser eliminado por el conocimiento; y con este propósito se ha aceptado usualmente el término «Liberación» (mukti). Esto es todo. El hecho de que las características de la Liberación sean descritas de diferentes maneras, prueba que son imaginarias.

13. Si eso es así, ¿no son inútiles todos los esfuerzos, tales como el estudio (lit. la escucha), la reflexión, etc.?
No, no lo son. La firme convicción de que no hay ni esclavitud ni liberación, es el propósito supremo de todos los esfuerzos. Puesto que este propósito de ver audazmente, a través de la experiencia directa, que la esclavitud y la liberación no existen, no puede ser obtenido excepto con la ayuda de las antedichas prácticas, los esfuerzos son útiles.

14. ¿Hay alguna autoridad para decir que no hay ni esclavitud ni Liberación?
Esto se decide por la fuerza de la experiencia, y no meramente por la fuerza de las escrituras.

15. Si se experimenta, ¿cómo se experimenta?
«Esclavitud» y «Liberación» son meros términos lingüísticos. No tienen ninguna realidad propia. Por consiguiente, no pueden funcionar por sí mismos. Es necesario aceptar la existencia de alguna cosa básica de la cual son modificaciones. Si uno indaga, «¿para quién hay esclavitud y Liberación?», se verá, «ellas lo son para mí». Si uno indaga, «¿quién soy yo?», uno verá que no hay ninguna cosa tal como el «yo». Entonces
será tan claro como un fruto de amalaka en la propia mano de uno que lo que queda es el propio ser real de uno. Puesto que esta verdad será natural y claramente experimentada por aquellos que dejan a un lado las meras discusiones verbales e indagan en sí mismos interiormente, no hay ninguna duda de que todas las personas realizadas no ven uniformemente ni esclavitud ni Liberación en lo que concierne al verdadero Sí mismo.

16. Si verdaderamente no hay ni esclavitud ni Liberación, ¿cuál es la razón para la experiencia presente de gozos y aflicciones?
Parecen reales sólo cuando uno se aparta de su propia naturaleza real. En realidad no existen.

17. ¿Es posible para cada uno conocer directamente sin ninguna duda qué es exactamente su propia naturaleza verdadera?
Indudablemente, es posible.

18. ¿Cómo?
Es la experiencia de cada uno que incluso en los estados de sueño profundo, de desvanecimiento, etc., cuando el universo entero, móvil y estacionario, que comienza con la tierra y acaba con lo inmanifestado (Prakriti), desaparece, uno no desaparece. Por consiguiente, el estado de ser puro, que es común a todos y que es experimentado siempre directamente por cada uno, es la propia naturaleza verdadera de uno. La
conclusión es que todas las experiencias, tanto en el estado iluminado como en el estado ignorante, que pueden ser descritas con palabras nuevas y más nuevas, son opuestas a la propia naturaleza real de uno.

Bhagavan Sri Ramana Maharshi, brille como una lámpara de verdadero conocimiento para que ilumine las mentes veraces de aquellos que han renunciado (al mundo).

BENDICIONES
Que el mundo sea bendecido durante mucho tiempo por los pies del Guru Ramana, que mora como ese principio silencioso que nos absorbe a todos, y que permanece por sí mismo como la raíz de los tres principios (alma, mundo e Iswara).