Los Itihasas se consideran literaturas védicas suplementarias, e incluyen el Mahabharata y los Puranas. Los Itihasas son los Puranas. El Mahabharata y el Ramayana son las dos grandes epopeyas históricas, los dos monumentos de la Literatura de la India. Debido a que los rituales védicos son complejos o difíciles de entender, y el Vedanta-sutra está comprimido y es de carácter muy filosófico, los Itihasas o Historias presentan el conocimiento védico en la forma de narraciones, relatos e incidentes históricos.
El Mahabarata
El Mahabharata, el poema más extenso de la literatura mundial, es la epopeya de la cultura védica y la historia del antiguo imperio de la India. La narración describe las acciones de los grandes personajes heroicos de Bharata, el antiguo nombre de la India. Literalmente, el Mahabharata es “la historia de Bharata-varsa, el reino más grande y de mayor esplendor”. La obra está dividida en 18 parvas o Cantos, que contienen unos 110.000 versos, con breves pasajes en prosa intercalados, por lo cual se ha dicho que consta casi de 200.000 versos.
En uno de los capítulos del Mahabharata se encuentra este diálogo entre Krishna y Arjuna, el cual se incluye como el episodio más importante. En síntesis, esta obra relata como los Pandavas o Panduidas, los cinco piadosos hijos del rey Pandu, luchan y vencen a la dinastía demoníaca del bando opuesto de sus primos, conocidos como los Kurus o Kauravas, los hijos de Dhrtarastra, quienes engañaron a los cinco hermanos Pandavas, arrebatándoles el trono y exilándolos vilmente al bosque.
El Mahabharata relata los eventos causantes de la actual era de Kali. Fue al comienzo de esta era , unos cincuenta siglos atrás (5.000 años) cuando Krishna explicó el Bhagavad-gita a Su amigo y devoto Arjuna. Krishna le cantó a Arjuna los versos del Bhagavd-gita antes de que comenzara la guerra fraticida entre los cien hijos del rey ciego Dhrtarastra, y sus primos, el bando oponente de los Pandavas, que eran los hijos del rey Pandu. Dhrtarastra y Pandu eran hermanos y ambos pertenecían a la dinastía Kuru, la cual descendía del gran rey Bharata, que gobernó a la antigua India, y de cuyo nombre proviene el título del Mahabharata.
Esta gigantesca epopeya es venerada en toda la India y no tiene comparación con ninguna obra literaria de Occidente. La Ilíada y la Odisea, las dos grandes narraciones clásicas griegas escritas por el poeta Homero, no pueden compararse a la riqueza y la vastedad del Mahabharata y el Ramayana. El carácter sublime del Mahabharata y el Ramayana, las dos grandes obras épicas de la India, refleja la excelencia que alcanzó su literatura en un época en que el Occidente aún se encontraba en la barbarie.
La estructura de los versos del Mahabharata es de cuatro líneas, son slokas en forma de cuartetos, para ser cantado según cierta métrica. El Harivamsa, uno de los últimos apéndices de la obra, trata ampliamente de la vida y la genealogía de Krishna. La tradición adjudica su autoría al sabio Vyasadeva, el compilador de los Vedas. El vivió en Badarika-asrama un lugar sagrado en los Himalayas, donde escribió la historia. El Mahabharata fue contada a sus discípulos y estos la trasmitieron a los demás.
El contenido de la obra es extenso y diverso. En muchas ocasiones, cuando se piensa en un inminente desenlace de la acción, surgen episodios imprevistos para recomenzar una nueva serie de aventuras que se entrelazan entre las historias de héroes y heroínas. En la trama, los personajes se ven a menudo envueltos en grandes vicisitudes de las que suelen salir airosos, incluso con la ayuda de poderes divinos, mágicos y milagrosos. En su abigarrada y fantástica narrativa, sobresalen las historias de guerra y romance, envueltas entre bondad y dulzura, o amenazadas por intrigas y fuerzas malignas.
La historia de los Pandavas y otros grandes devotos del Señor se describe en sus 18 extensos capítulos (parvas). Estos capítulos llevan los nombres de los personajes principales, salvo el primero (Adi Parva) y los finales:
Adi Parva,
Sabha Parva,
Vaba Parva,
Virata Parva,
Udyoga Parva,
Bhisma,
Dona,
Karna,
Salya,
Sauptika,
Stri,
Santi,
Anusasana,
Asmamedha,
Asramarasika,
Mausala,
Mahaprasthanika, y
Svargarohanika Parva.
El Bhagavad-gita está incluido en el Bhisma Parva, el capítulo que lleva el nombre del poderoso Bhima, el “abuelo” a quien todos los guerreros Pandavas veneraban por su gran rectitud y virtuosa conducta.
Debido a la elevada moralidad que se desprende de sus historias, rasgo tradicional del carácter indio, las narraciones del Mahabharata han atraído poderosamente la atención popular, y han sido llevadas masivamente al cine, una de las distracciones casi exclusivas del pueblo indio en la actualidad. Sin embargo, son deplorable las deformaciones de la obra que han sido presentadas por los interventores de las historias, ya de por sí abundantes, al introducir repeticiones, deformaciones y relatos tediosos y monótonos, que nada tienen que ver con el auténtico contenido del Mahabharata original.
Antes de dar un ajustado resumen del Mahabharata, es conveniente conocer la antesala histórica y los prolegómenos del escenario en que se desarrolla la obra. Con su visión divina, Vyasa vio aparecer a los semidioses para cooperar en los asuntos de la creación. El vio todos los elementos materiales, junto con las divisiones del tiempo, los años, las estaciones y los días. También distinguió las antiguas dinastías regentes de esta tierra descendientes de los semidioses.
Bhisma nació en la dinastía Chandra-vamsa, que proviene del dios de la luna. Después que Ganga, la madre de Bhisma, ascendió al cielo, su padre quiso casarse nuevamente. Satyavati deseaba ser su esposa e insistió que sus propios hijos debían heredar el reino. Por lo tanto, Bhisma renunció a su demanda del reino y tomó un voto de celibato. Debido a la gratitud, el padre de Bhisma prometió que Bhisma moriría sólo cuando él lo deseara.
Vicitravirya, el medio hermano de Bhisma, se volvió rey en el transcurso el tiempo, pero murió sin tener hijos. Debido a que no había heredero al trono, Satyavati le pidió a su hijo Vyasa (quien había nacido antes de su matrimonio con el padre de Bhisma), que tuviera hijos con las viudas de Vicitravirya. Vyasa engendró así a Dhrtarastra, Pandu y Vidura. Debido a que Dhrtarastra nació ciego y Vidura nació de una sirvienta, Pandu se convirtió en rey. El participó en grandes batallas y conquistó muchas tierras. Pandu quiso finalmente descansar, y fue al bosque con sus esposas, Kunti y Madri, y allí el rey incurrió en una maldición que le impidió engendrar hijos. Pero sus dos esposas se unieron con semidioses y tuvieron de ellos cinco hijos, los cuales fueron considerados descendencia del rey Pandu. Esta es una apretada síntesis. Pero veamos como sucedieron los eventos más detalladamente.
La célebre y heroica figura de la reina Kunti, la esposa del rey Pandu y esposa de sus cinco ilustres hijos, los Pandavas, emerge de esa explosiva era en la historia de la India antigua, y merece una especial consideración. Ella fue una de las figuras centrales de un complejo drama político que hace cincuenta siglos culminó en la guerra de Kusuksetra, un gran holocausto cuyo preludio es descrito en el Mahabharata, del cual se dará a continuación una descripción resumida.
Dhrtarastra era el hermano mayor de Pandu, y era ciego de nacimiento. Debido a esa incapacidad física, no pudo ocupar el trono, y coronó a Pandu, su hermano menor. Algún tiempo después de que Pandu ascendiera al trono, Dhrtarastra se casó con Gandhari y engendró cien hijos, que formaron la familia gobernante de la dinastía Kaurava, siendo el mayor de ellos el ambicioso y cruel Duryodhana. Los hijos de Dhrtarastra formarían uno de los bandos protagonistas en la batalla de Kuruksetra Krishna cantó el Bhagavad-gita, y eran también llamados los Kurus (Kauravas).
Entretanto, el coronado rey Pandu se casó con Madri y Kunti, la hija del rey Surasena, el jefe de la gloriosa dinastía Yadu. Kunti se llamaba originalmente Prtha, y estaba dotada de una gran belleza e ideal carácter. Ella era muy religiosa y virtuosa, y poseía una bendición especial. Siendo niña, su padre Surasena la había dado en carácter de adopción a su primo y cercano amigo Kuntibhoja (de ahí el nombre de Kunti), quien no tenía hijos. En la casa de su padre adoptivo, Kunti tenía como tarea velar por el bienestar de los invitados. Un día, se apareció allí el poderoso sabio y místico Durvasa, quien estuvo fue complacido con el desinteresado servicio que le prestó Kunti como ilustre huésped. Como Durvasa era un gran yoghi vidente del futuro, sabía Kunti tendría dificultades en tener hijos, y le dio la bendición de poder invocar a cualquier semidiós y tener descendencia con el devata que prefiriera.
Después que Kunti se casó con el rey Pandu, este recibió una maldición que le impedía engendrar hijos. Debido a eso, Pandu renunció al trono y se retiró al bosque con sus dos esposas, Madri y Kunti. En el bosque Pandu le pidió a Kunti que concibiera tres gloriosos hijos, usando la bendición especial que ella había recibido del gran místico Durvasa Muni. Kunti invocó primero al semidiós Dharma, quien es el regente de la religión. Tras adorarlo y repetir debidamente un mantra invocativo que le enseñó Durvasa, Kunti tuvo relaciones con Dharma, y de esa unión nació un niño. Cuando él nació, una voz misteriosa de ignoto origen dijo: “Este niño se llamará Yudhistira, y será muy virtuosos. Será espléndido, decidido, renunciado y famoso en todo el mundo.”
El rey Pandu, el verdadero esposo de la reina Kunti, se sintió bendecido con el virtuoso hijo Yudhistira. Entonces le pidió a Kunti un hijo que tuviera una gran fuerza física. Kunti invocó a Vayu, el semidiós del viento, el cual engendró con ella al poderoso Bhima. Al nacer, la voz sobrenatural dijo: “Este niño será el más poderoso de todos los hombres fuertes.”
Pandu consultó luego con los grandes sabios ascetas del bosque (aranaukyas), y por su consejo le pidió a Kunti que cumpliera durante un año votos de austeridad (tapasya). Al concluir ese período, Pandu le dijo a Kunti que Indra, el rey del cielo estaba complacido con ella, que lo invocara y concibiera un hijo con él. Entonces Kunti invocó a Indra, con quien engendró al príncipe Arjuna. Cuando este nació, resonó en el espacio la misma voz celestial: “¡Oh, Kunti!, este niño será tan fuerte como Kartavirya y Sibi (dos poderosos reyes de la ápoca védica) y tan invencible en la batalla como el mismo Indra. El difundirá tu fama por todas partes y poseerá muchas armas divinas.” Así que, por la bendición concedida por Durvasa Muni, los tres hijos que Kunti tuvo con los semidioses fueron Yudhistira, Bhima y Arjuna.
Madri, la esposa menor de Pandu, tuvo posteriormente dos hijos gemelos, llamados Nakula y Sahadeva. Estos cinco hijos de Pandu— Yudhistira, Bhima, Arjuna, Nakula y Sahadeva—, fueron conocidos como los Pandavas. Pero como Pandu se había retirado del trono y exilado en el bosque, su hermano mayor, el ciego Dhrtarastra, había asumido temporalmente la dirección del reino, hasta que Yudisthira, el hijo mayor de Pandu, tuviera la edad indicada. Por eso Pandu le había pedido a Kunti que engendrara tres hijos poderosos, con la intención de que aseguraran la continuidad de un piadoso reinado, lo cual le correspondía al primogénito Yudhusthira, el más virtuoso. Sin embargo, mucho antes de ese momento, Pandu murió aún siendo joven como resultado de la maldición que había recibido (incidente que no se explicará en este resumen porque alargaría su extensión). Siguiendo la tradición védica del rito de sati, su esposa Madri también murió con el rey Pandu, entrando con él en la pira funeraria. Ese incidente dejó a los cinco Pandavas bajo el cuidado de la reina Kunti.
La reina Kunti, no podía gobernar porque de acuerdo a la antigua cultura védica, las mujeres no ocupaban cargos de gobierno. La sucesión del trono le correspondía legítimamente al piadoso Yudisthira por ser el hijo mayor de Pandu y Kunti. Pero él aún no podía heredar el trono debido a su corta edad, así que el reino quedó temporalmente a cargo de Dhrtarastra, el hermano de Pandu y tío de los cinco pequeños Pandavas.
Dhrtarastra había gobernado el reino el reino en nombre de Pandu con la ayuda y la guía de Bhisma. Al morir el rey Pandu repentinamente junto con Madri, sus hijos eran todavía muy pequeños. Tras la muerte de Pandu, los sabios que vivían en el bosque donde el rey se había retirado, llevaron a Hastinapura (la sede de la corte Kaurava, cerca de la actual ciudad de Delhi) a los cinco jóvenes príncipes y a Kunti. La familia real y los súbditos se alegraron de ver a los Pandavas. Presentando la madre y los hijos a la familia real, los sabios dijeron: “Estos muchachos son vuestros hijos, hermanos, y bienquerientes seguidores, porque ellos son los hijos de Pandu.” Entonces, por su poder místico, los sabios desaparecieron.
Los cinco niños, que habían crecido en el bosque bajo el cuidado de los santos ascéticos, fueron entrenados en Hastinapura al estilo real, bajo la guía de su tío Dhrtarastra y del noble Vidura, quien era medio hermano de Pandu. Los hijos de Dhrtarastra y de Pandu crecieron así en la misma familia real. Todos fueron entrenados militarmente por el experto Drona, su maestro de armas. Ellos también fueron instruidos y aconsejados por Bhisma, el venerado “abuelo” del clan. Los hijos de Pandu comenzaron el estudio de losVedas, así como otros temas y ciencias especiales. Yudhisthira, el mayor, era admirado por su pureza y su virtud. Su hermano Bhima era famoso por su determinación y u gran fuerza. Arjuna por su coraje y su experticia militar. Y los gemelos de Madri, Nakula y Sahadeva, por su humildad.
Debido a que en Dhrtarastra se despertó la codicia por ganar el poder y el vasallaje sobre los demás, actitud típica del corazón contaminado por la maldad y los deseos mundanos, él creyó ser el rey verdadero, en vez de un gobernante temporal en nombre de Yudhisthira, el hijo mayor de Pandu. Debido a ello, hubo dificultades en la transferencia del poder monárquico, aunque Dhrtarastra había reconocido que el reino le correspondía al primogénito Yudhisthira. Se dejó manipular por Duryodhana, su hijo mayor, que deseaba ascender al trono el lugar de Yudhisthira. Debido a su envidia, comenzó a intrigar en contra de los Pandavas con el consentimiento de su débil y vacilante padre Dhrtarastra, lo cual causó muchos sufrimientos a los hijos de Pandu.
Debido a la contaminación y los enredos de la naturaleza material, los hijos del rey Dhrtarastra, y sobre todo el mayor, Duryodhana, comenzaron a envidiar y odiar a sus primos. Dhrtarastra no sólo era ciego sino también malintencionado y quería que sus hijos heredasen el reino en lugar de los Pandavas, a cuya potestad debía pasar cuando Dhrtarastra muriera. Queriendo apoderarse para siempre del trono, Duryodhana planeó matar a los Pandavas. Sucedieron así una serie de intrigas entretejidas por el poder real. Los cueles eventos obligaron a la huida de los Pandavas a causa de ser hostigados por su tío Dhrtarastra y sus malintencionados hijos, quienes en Hastinapura atentaron varias veces contra sus vidas, llegando incluso a llevarlos a un palacio en las afueras, donde trató de matarlos incendiando la construcción. Duryodhana le había dado veneno a Bhima. Después construyó el palacio inflamable (de laca) para quemar a los Pandavas y a su valiente madre Kunti, quien sufrió en compañía de sus amados hijos la crueldades de Duryodhana.
Los Pandavas y su madre Kunti, siempre habían podido salir ilesos de las maldades de Duryodhana debido a que se estaban bajo la amorosa protección de su primo, el Señor Krishna, que se había encarnado para realizar Sus pasatiempos terrenales como hijo de Vasudeva, el hermano de Kunti. Tal como el Señor Krishna declaró luego a Arjuna en el Bhagavad-gita, quien contaba con Su divina protección nadie podía inflingirle ningún daño. El astuto Duryodhana, que era sagaz y vil político, quitó a los Pandavas su reino y su libertad, lo cual tramó mediante engaños en una apuesta de un juego, donde los Kauravas insultaron a Draupadi, la esposa de los Pandavas, obligándolos a pasar trece años de exilio en el bosque, para gran pesadumbre de su madre Kunti.
Las circunstancias de cómo fue tramado ese juego fueron las siguientes. Duryodhana era muy astuto y fraguó con sus hermanos un plan malévolo. Desafió a los Pandavas a un juego para exponer su reino, una costumbre que en la cultura védica solían practicar la casta de los kshatryas, los guerreros y gobernantes. En el transcurso de la contienda, él y sus hermanos agarraron a Draupadi, la ejemplar esposa de los Pandavas, ofendiéndola gravemente al tratar de despojarla de sus vestidos ante los reyes y príncipes que estaban presenciado el juego. La intervención providencial de Krishna salvó la deshonra de Draupadi. Cuando los hijos de Drhtarastra tiraban de las vestiduras que la envolvían, la tela del sari de Daupadi (la tradicional prenda femenina que usan las mujeres en la India) nunca se agotaba, porque Krishna suministraba más y más tela, y así ella nunca quedó desnuda.
El juego estaba manipulado y mediante argucias se usurpó a los Pandavas de su reino, condenándolos además a trece años de exilio. Los Pandavas pudieron escapar con la ayuda de su tío Vidura, y vivieron de incógnito hasta que sintieron que podían regresar a salvo a su capital.
Durante su exilio pasaron muchas cosas, y la que cabe destacar es la siguiente historia: Los Pandavas pretendieron la mano de la princesa Draupadi con quien querían casarse. El candidato que sería elegido tenía que pasar una prueba de coraje y destreza, atravesar con una flecha un blanco extremadamente difícil. De todos los aspirantes de la realeza convocados, sólo Arjuna era capaz de realizar esa acción casi imposible. Los perdedores estaban furiosos, pero Bhima y Arjuna los vencieron en una gran batalla, y desde entonces Arjuna fue reconocido como el mejor arquero. Debido a una bendición previa, Draupadi no sólo se casó con Arjuna, sino también con sus cuatro hermanos. Y así llegó a ser la esposa de los cinco Pandavas.
Los Pandavas soportaron estoicamente el agravio de Duryodhana quien usurpó su reino. Toleraron haber sido expulsados al bosque por trece años. Pero cuando se cumplió el plazo, regresaron a Hastinapura para reclamar su reino, el cual les fue negado. Los Pandavas optaron por cumplir su deber como administrados solicitando cinco pueblos. Pero el arrogante Duryodhana les dijo que no les daría ni el terreno para un alfiler. Tras infructuosos intentos para solventar las hostilidades, Yudhistira envió a Krishna a Hastinapura para que tratara de que les fuera devuelto el reino a los Pandavas por medios pacíficos. Krsna aceptó ser el mensajero de los hijos de Pandu y fue a la corte de Duryodhana a pedir la paz, pero este rechazó la solicitud y con ello no se pudo evitar la guerra. Los virtuosos Pandavas habían sido muy tolerantes, pero llegando las cosas a este punto, no podían evitar el enfrentamiento. Así comenzaron a formarse los bandos principescos, unos a favor de los Pandavas y otros a favor de Kurus, los hijos de Dhrtarastra.
Grandes guerreros se dispusieron entonces en dos bandos para una gran batalla, con el fin de poner a Yudhistira en el trono, o para oponerse a él. A excepción de Krishna, los Pandavas y unos cuantos guerreros, nadie sobreviría a la gran masacre de la lucha que duró dieciocho días, en la histórica llanura de Kuruksetra, cerca de Hastinapura, donde los Kurus (Duryodhana y sus hermanos) fueron arrasados.
Estando Draupadi casada con los Pandavas, su padre los apoyó con su ejército. El sabía que habían salido ilesos del incendio y querían regresar para reclamar justamente el reino de su padre, Maharaja Pandu. Dhrtarastra quería darle el trono a su hijo Duryodhana, pero para evitar una disputa el dividió el reino en dos. Khandava-prastha, la parte que correspondió a los Pandavas, había sido una vez la capital de los Kurus, pero la maldición de unos sabios la había convertido en una tierra baldía. Sin embargo, con la ayuda de su amigo Krishna, los Pandavas pronto convirtieron a Khandava-prastha en una tierra fecunda y opulenta. Debido a que era tan bella como Indraloka, el reino celestial gobernado por Indra, ellos la renombraron como Indraprastha.
Una vez, mientras visitaba Dvaraka, la capital donde reinaba Krishna, Arjuna se enamoró de Subhadra, la encantadora hermana menor de Krishna, quien también se enamoró de Arjuna. Con el consentimiento de Krishna, Arjuna se escapó con ella. De regreso a Indraprastha, Subhadra dio a luz a hijo, Abhimanyu. La historia continua, y este breve recuento se da para ubicar el previo escenario del Mahabharata.
Las siguientes narraciones se centran en la batalla entre los Kurus y sus primos, los hijos de Pandu. Esta sangrienta contienda duró 18 días y se realizó en el campo de Kuruksetra, considerado un lugar santo de peregrinaje, próximo a la actual ciudad New Delhi (la antigua Hastinapura del período védico y capital del reino). El Bhagavad-gita—“El Canto del Bienaventurado Señor Krishna (Bhagavan)”—,se manifestó en ese campo de batalla, y en su primer capítulo se describen los ejércitos de los dos bandos que lucharon en esa contienda épica. Sri Krishna era pariente de Arjuna, y fue el auriga que condujo su carruaje en medio de esa batalla. El Gita contiene 700 versos en 18 capítulos que tratan de temas fundamentales del conocimiento trascendental, y Krishna explicó un capítulo cada día en forma de slokas cantados en sánscrito en versos de cuatro líneas, en dos dísticos, de acuerdo a la misma métrica del Mahabharata.
La figura de Krishna ejerce un rol central en todo este episodio. Sri Krishna no era un hombre ordinario, sino el mismo Dios supremo que había descendido en la Tierra con un propósito establecido. Su misión es restablecer el dharma (la religiosidad), aniquilar a los impíos, y ejecutar maravillosos pasatiempos con sus íntimos asociados. En el papel de príncipe de una dinastía de esa época, en Dvarpa-yuga, Krishna era también sobrino de la reina Kunti, la esposa de Pandu.
Los Pandavas eran piadosos y reconocían la posición suprema de Krishna como Dios, pero no así los malvados hijos de Dhrtarastra. Debido a Su posición divina, Krishna no quiso luchar en la batalla, pero estuvo dispuesto a participar de acuerdo al deseo de los oponentes. Quien quisiera tenerlo en su bando contaría con su propio ejército, pero el bando adversario sólo tendría a Krishna como ayudante y consejero. El político sagaz que era Duryodhana se quedó con las fuerzas armadas de Krishna, mientras que los Pandavas se complacieron en tener a Krishna como su protector y consejero.
Krishna se convirtió así en el auriga o cochero del gran guerrero Arjuna, y se encargó personalmente de conducir su cuadriga, jalada por cinco hermosos caballos blancos, la cual condujo al centro de la batalla en el campo de Kuruksetra. En medio de los dos ejércitos que iban a luchar, Krishna le cantó (instruyó) elBhagavad-gita a su amigo y devoto Arjuna. Tal es la escena que da comienzo al Gita, ante los ejércitos formados, listos para el combate.
Dhrtarastra estaba en la corte apartado de la escena, y como no podía ver lo que estaba sucediendo debido a que era doblemente ciego (tanto material como espiritualmente), le preguntó a su secretario Sañjaya que estaba pasando. Y es la voz de Sañjaya la que relata a Dhrtarastra los acontecimientos de la batalla. Por eso el primer verso del Gita comienza con esta pregunta de Dhrtarastra: “¡Oh, Sañjaya!, ¿qué hicieron mis hijos y los hijos de Pandu después de reunirse en el lugar de peregrinaje de Kuruksetra con deseos de pelear?”
Sin embargo, antes de proseguir, para no dejar lagunas ni incertidumbre en la concatenación de los eventos, es propicio explicar un episodio del Mahabharata donde se relata como fue que Sañjaya adquirió la visión divina (como la de los grandes rsis videntes que conocen, el pasado, el presente y el futuro), con la cual pudo relatar a Dhrtarastra lo que iba a ocurrir en el campo de batalla de Kuruksetra. Este episodio se encuentra al comienzo del capítulo titulado Bhisma Parva, donde se describe que a Sañjaya le fue dada esa visón por Vyasadeva, quien era hijo del gran sabio Parasara, el autor del Brhad Parasara Hora Sastra, un gran tratado de Astrología.
Cuando los ejércitos estaban esperando para comenzar la gran batalla, Vyasadeva fue a ver a Dhrtarastra en el palacio de Hastinapura. Después de haber sido recibido respetuosamente, como corresponde a la etiqueta védica, el hijo de Parasara muni le dijo:
“No hay ninguna duda de que todos tus hijos serán matados en esa batalla. Sin embargo, no te debes lamentar por eso, porque tal destrucción masiva ocurre bajo la dirección del tiempo [kala, que todo lo destruye en su duración], el cual representa la voluntad del Señor Supremo. ¡Oh, rey!, he venido aquí para ofrecerte la visión divina [a través de Sañjaya, el secretario de Dhrtarastra], para que puedas ser capaz de ser testigo directo de la batalla que va a ocurrir, incluso desde donde ahora te encuentras, sentado en tu palacio”.
Dhrtarastra respondió: “Mi querido Vyasa, ¡no quiero ver la sangrienta matanza de todos mis parientes! Sin embargo, debido a mi curiosidad, estoy ansioso de escuchar lo que va a ocurrir.” Y fue con este propósito que Vyasa le dio a Sañjaya el poder divino para que pudiera ver perfectamente toda la batalla de Kuruksetra, sin perder ni un solo detalle, fuera de día o de noche. Vyasadeva también le dio a Sañjaya la bendición de que ninguna arma podría herirlo, asegurándole que sobreviviría a la gran guerra. Al ver los síntomas inauspiciosos que presagiaban el funesto acontecimiento que iba a ocurrir, Vyasa le describió en detalle esos malos presagios a Dhrtarastra, quien dijo al gran sabio y compilador de los Vedas lo siguiente:
“¡Oh, gran rsi! La terrible matanza que va a ocurrir debe estar signada por el destina. Por eso, estoy convencido que todos los reyes que morirán en la batalla, alcanzarán destinaciones excelsas en sus próximas vidas”.
Ante esta opinión derrotista e irresponsable de Dhrtarastra, que eludía detener la guerra debido a su codiciosa malicia en complot con sus hijos, no queriendo asumir la conducta correcta ante los Pandavas, Vyasa le respondió:
“¡Oh, Dhrtarastra!, la inminente guerra es abominable y está en tu poder detenerla siguiendo los dictados de lo que es justo y correcto. Tú debes obedecer mi orden y obligar a tu perverso hijo (Duryodhana) a que devuelva a los Pandavas el reino que les pertenece compartir”.
Enceguecido en el corazón, ante esta oportuna advertencia del mahamuni Vyasa, Dhrtarastra argumento: “No pudo controlar a mi hijo. Y aunque no soy partidario de esta guerra tan horrible y cruel, no soy capaz de evitarla”. Viendo que era inútil insistir en que depusiera su lamentable actitud, Vyasadeva se fue, dejando al ciego Dhrtarastra, para que considerara razonablemente evitar la forzosa calamidad. Este estuvo largo tiempo pensativo, cavilando acerca de la tragedia que causaría la muerte a miles de hombres. Repentinamente, dirigiéndose a Sañjaya, Dhrtarastra le pidió que utilizara su visión celestial para que describiera todas las ciudades donde habían venido los príncipes guerreros que iban a pelear en la guerra de Kuruksetra.
Entonces Sañjaya comenzó a describirle diferentes lugares, hasta que llegó el momento inevitable de la gran batalla. Finalmente, Sañjaya le dijo a Dhrtarastra que no se debía lamentar por sus hijos, pues el destino de las personas perversas y malvadas ya estaba ciertamente predestinado. Por la gracia de Vyasadeva, Sañjaya sabía cual sería lo que para ellos ya tenía el destino reservado, porque al recibir ese don de Vyasadeva, pudo ver el pasado y el futuro dentro de su corazón. Entonces le dijo: “Oye cuidadosamente como voy a describirte todo lo que ocurrirá en la batalla de Kuruksetra”.
Tras esa situación, los ejércitos tomaron posiciones. Se describe que había formaciones militares (18 akshauhinis); falanges especialmente armadas con temibles caballos, elefantes, y todo tipo de armas empuñadas por diestros y valientes guerreros, dispuestos en ambos bandos a salir victoriosos. Comenzaron a sonar las temibles caracolas e invocaciones de combate. El relato continua. En el preciso momento en que iba a comenzar la batalla, Krishna condujo el carro del gran guerrero Arjuna en medio de los dos ejércitos.
Fue en ese momento en que ante la debilidad del pandava Arjuna, Krishna asumió la posición de maestro y comenzó a instruirse acerca de la eterna ciencia del alma, atma-tattva. Un guerrero como Arjuna no debía sentir temor ni temblarle el arco en sus manos. Por eso le instruye acerca de su posición y le dijo que peleara, pues si no asumía su deber, para un guerrero de su talla la cobardía y la deshonra son peores que la muerte. Así dio comienzo la primera escena del canto (gita) del bienaventurado señor Krishna (Bhagavan), es decir el Bhagavad-gita.
Cabe destacar que antes de la contienda, Yudisthira, el primogénito del rey Pandu y hermano de Arjuna, también abandono su arco y su escudo, y bajándose del carruaje, se dirigió caminando hacia el bando opuesto de los Kurus. El ejército de los Pandavas pensó que Yudhistira también se había acobardado como Arjuna y se iba a rendir. Pero no fue así. Antes de la batalla, el quiso ofrecer debidamente sus respetos a sus superiores.
Fue ante el gran Bhisma, quien se mostró muy complacido con la conducta de Yudhistira, y le dijo que si no hubiera actuado así, como corresponde a un noble y virtuoso ksatrya de su linaje, entonces se hubiera enfurecido con él. Por eso, a petición de Yudisthira, Bhisma le dio sus bendiciones, para que resultara incluso vencedor en la contienda, y le dijo que no podía abandonar ese bando porque estaba comprometido con Dhrtarastra debido a que lo había siempre protegido. Yudisthira hizo lo mismo con Dronacharya, el maestro de armas de los Pandavas, contra quien Arjuna no quería luchar debido al respeto y consideración que le debía como maestro, y Dronacharya le respondió de manera similar: si él no hubiera tenido esa actitud respetuosa, hubiera motivado su furia y no le daría sus bendiciones. Drona también estaba comprometido con el bando de los Kurus, porque Dhrtarastra siempre había velado por él. Idéntica situación ocurrió cuando Yudisthira fue ante Krspacarya y Salia, quienes todos le dijeron lo mismo y le dieron sus bendiciones complacidos con su conducta ejemplar.
Una vez cumplida esa etiqueta tan noblemente, Yudisthira se dirigió de nuevo a su carruaje, recogió su escudo, empuñó su espada y su arco, no sin antes recibir un aclamador aplauso y propicias glorificaciones cuando se retiraba, pues los guerreros del bando opuesto admiraron la manera virtuosa como Yudisthira se había comportado con sus superiores, pidiéndoles incluso bendiciones para derrotarlos antes de comenzar a pelear contra ellos. Así era la nobleza en la tierra de Barata en aquella época de la gran cultura védica. Y así fue como comenzó la batalla entre Kurus y Pandavas, siendo estos últimos quienes resultarían vencedores, pues a pesar de que eran menos expertos y no contaban con el poderío del ejército opuesto, tenían de su lado a Krishna, la Suprema Personalidad de Dios, lo cual les aseguraba la victoria, cosa que intuían debido a su gran fe como devotos puros del Señor. Y eso ya lo sabía Vyasadeva, quien le dio a Sañjaya la visión divina para que relatara los sucesos ya sellados por el destino supremo.
Los temas que discuten Dhrtarastra y el vidente Sañjaya, tal como se describen en el Mahabharata, constituyen el fundamento básico de la gran filosofía del Bhagavad-gita que fue expuesta en el campo de batalla de Kuruksetra. Para una mayor exploración, el lector debe acudir a las versiones del Mahabharata que se han publicado en diferentes idiomas.
No obstante haber sido arrasados los Kurus y perdido la guerra en Kusuksetra, sus parientes quisieron vengarse de los Pandavas. El Mahabharata describe los sucesos que acaecieron luego de la gran batalla de Kuruksetra. Irritado por la derrota, Asvatthama, uno de los sobrevivientes del bando de los Kurus, en un intento desesperado asesinó cruelmente a los cinco hijos de Darupadi mientras estos estaban durmiendo. Eso significó un gran golpe para su abuela Kunti, quien cayó en un gran abatimiento por la pérdida de sus nietos.
Asvatthama fue capturado, atado como un animal y arrastrado hasta el campamento de los Pandavas, donde iba a ser aniquilado por tan horrible crimen. Pero debido a la ilimitada compasión de Draupadi, la madre de los niños asesinados y nuera Kunti, Asvatthama fue dejado en libertad, gracias a que la piadosa reina Kunti imploró que le perdonaran la vida. Aún así, el malvado Asvatthama aún trató de matar al último heredero de los Pandavas, el nieto de ellos que estaba por nacer y se encontraba en el vientre de Uttara. Asvatthama intentó matar al embrión lanzando un arma nuclear sutil llamada brahmastra. Pero cuando Uttara vio el misil que se dirigía directamente hacia su útero, se refugió inmediatamente en el Señor Krishna, quien estaba a punto de partir para la ciudad de Dvaraka, la majestuosa capital de Su reino. Entonces Krishna protegió de la muerte inminente la descendencia de los Pandavas, deteniendo con Su propio disco (chakra) Sudarsana el incontrolable calor y la radiación del sutil arma brahmastra lanzada por Asvatthama.
Habiendo así salvado a los Pandavas de esta última calamidad, vio que todos Sus planes se habían cumplido y se dispuso nuevamente a partir. Duryodhana había hostigado durante muchos años a la familia de la reina Kunti, pero Krishna siempre los había protegido. Ahora se iba tranquilo a realizar el resto de Sus compromisos reales y Sus últimas actividades trascendentales en la este mundo. Pero la reina Kunti sabía bien que Krishna había descendido del mundo espiritual para liberar la tierra de fuerzas militares malvadas y restablecer la rectitud religiosa (dharma).
Krishna había revelado ese propósito a primo Arjuna, el hijo de Kunti. El mismo así declaró en las palabras inmortalizadas en el Bhagavad-gita (4.7-8):
“Cuando y dondequiera que disminuya la práctica religiosa, ¡Oh, descendiente de Bharata! (Arjuna), y aumente la irreligión de forma predominante, en ese momento, Yo desciendo personalmente. Para liberar a los piadosos y aniquilar a los malvados, así como restablecer los principios de la religión [dharma], Yo mismo desciendo milenio tras milenio”.
Al organizar la destrucción de los impíos y malvados Kurus, instalando a Yudisthira en el trono para restablecer el reino de los piadosos Pandavas, Krishna logró el propósito de “aniquilar a los infieles” (vinasaya ca duskrtam). También apaciguó el dolor de los familiares de los guerreros muertos en la batalla de Kuruksetra.
La escena de la inminente partida de Hastinapura del Señor Krishna, conforma el escenario de otro gran episodio: la intensa lamentación de la reina Kunti, la madre de los Pandavas, quien se acercó al carruaje del Señor y comenzó a hablarle con la intención de que se quedara en Hastinapura y protegiera de represalias futuras al gobierno de los Pandavas. Pero las súplicas de Kunti, quien era una devota pura del Señor Krishna, a pesar de haber sufrido tantas injurias, no eran para su propio alivio, sino que ora pidiendo sufrir aún más con tal de que su sufrimiento aumente su devoción por el Señor y le otorgue finalmente la liberación.
Esas maravillosas oraciones de la reina Kunti, son un ejemplo de pura devoción (suddha-bhakti). Son las sencillas e iluminadores expresiones de un alma pura y una santa devota eminente, las cuales revelan las emociones del corazón más profundas e iluminadoras. Sus oraciones de glorificación, están inspiradas por un divino amor impregnado de incomparable sabiduría. La espontánea alabanza que Kunti hizo ante el Señor Krishna sobre el sendero espiritual, se inmortalizaron en el Mahabharata y en el Srimad-BhagavatamPurana (1.8.18-43), donde han sido descritas. Esos veintiséis versos, las enseñanzas místicas de la reina Kunti son considerados una pieza maestra de filosofía, teología y literatura devocional, y han sido admiradas y recitadas durante miles de años por grandes sabios y filósofos. Con esa remembranza, cerramos esta sumaria descripción del Mahabharata.
El Ramayana
El Ramayana es literalmente “La Historia de Rama”, como así se deriva de su nombre sánscrito. Es la menor de las dos grandes obras épicas de la India antigua, siendo la mayor el Mahabharata. En ambas obras se mezclan temas mundanos con enseñanzas trascendentales. El Mahabharata describe las actividades de los Pandavas, en el linaje real de los Kurus y el Ramayana narra los pasatiempos de Ramachandra. Así como en la parte esencial del Mahabharata que es el del Bhagavad-gita la conclusión es entregar plenamente el alma al Señor Krishna, la enseñanza final del Ramayana es también entregarse y refugiarse en el Señor Rama
El Ramayana original fue relatado por Brahma en un billón de versos. Posteriormente fue resumido por Narada Muni y contado a Valmiki, que luego lo presentó a la humanidad para que los seres humanos pudieran alcanzar idealmente con el ejemplo de la historia, las metas de la religiosidad, la complacencia sensorial regulada y el bienestar económico y social. Por lo tanto, cuando hablamos del auténtico Ramayana, se hace especial referencia a la obra de Valmiki.
Valmiky había sido previamente un cazador ímpio, pero por cantar el nombre de Rama se trasformó en un gran santo, y a él le fue confiada la trasmisión de esta gran historia. La obra se destaca por la riqueza de sus descripciones y su lenguaje poético. Abarca más de 300 capítulos que contienen 24.000 dísticos versificados. Los capítulos (kandhas) de esta gran narración responden a las etapas de la vida de su personaje central, y se les ha dado los siguientes nombres: Bala-kandha (77 capítulos); Ayodhya-khanda (119 capítulos); Aranya-khanda (75 capítulos); y Kishkhinda-kandha (67 capítulos). Se dice que comenzó a escribirse probablemente durante el siglo III a.C. y que tal vez el principio y el final fueron posteriormente añadidos. Sin embargo, estas y otras especulaciones no tienen ningún soporte en evidencias confiables. Al igual que el Mahabharata, existen muchas versiones del Ramayana, y también ha sido traducido a numerosas lenguas.
El tema central del Ramayana narra el nacimiento, la educación y las actividades de Rama, príncipe y séptima encarnación del Visnu, quien descendió junto con sus hermanos Laksmana, Bharta y Satrugna, quienes son las cuatro expansiones del Señor en Vaikuntha, el mundo espiritual. Rama, el hijo del rey Dasaratha, es también llamado Ramachandra, porque su linaje pertenece a la dinastía lunar Chandra-vamsa. El Ramayana describe Sus pasatiempos; como creció y se casó con Sita, así como todas las adversidades que enfrentaron Rama y Sita, quienes siempre fueron ayudados por su fiel devoto Hanuman, el rey de los monos.
Tras ser desplazado por uno de sus hermanos como legítimo heredero del trono de su padre, el rey Bharata, Rama parte al exilio en compañía de su mujer y de su otro hermano, Lakshmana. Sita es raptada por Ravana, un rey demoníaco que la lleva a su isla Sri Lanka (Ceylán). Con la ayuda de Hanuman y su ejército de monos, Rama consigue, tras una larga lucha, derrotar a Ravana y rescatar a Sita. Después recupera su trono y gobierna con sabiduría en Adhoya, la espléndida capital de su reino.
En el añadido posiblemente posterior de la narración, Sita es acusada de haber cometido adulterio durante su cautividad, lo cual no es verdad cierto, porque su castidad permaneció impoluta. Exiliada, a pesar de su inocencia, la consorte del Señor Ramachandra tuvo dos hijos gemelos de Rama, y recibió la protección del asceta Valmiki Muni, supuesto autor del poema. Al cabo de muchos años Rama y Sita, también llamada Sitadevi, se reúnen de nuevo.
Aunque el Ramayana es esencialmente una obra donde se narran los sucesos mundanos de un gran rey de carácter ideal, incorpora gran parte del material contenido en los sagrados Vedas. Sus personajes centrales, Rama, Sita, Lakshmana y Hanuman, son muy venerados como prototipos que encarnan el ideal del heroísmo principesco, la devoción conyugal y fraternal, y la lealtad incondicional. De allí que, al igual que el Mahabharata, esta obra sea muy especialmente venerada en la India por su carácter moral y sublime. La recitación del Ramayana se considera un acto religioso. En toda la India y el sureste asiático se escenifican fragmentos de esta gran epopeya, cuya trama ha sido llevada (y con frecuencia desvirtuada) al cine para la masiva distracción popular.
El Ramayana ejerció una enorme influencia en toda la literatura india posterior. Conocida principalmente a través de traducciones y recensiones, la versión más famosa es la que realizó Tulsi Das, el gran poeta del siglo XVI. En el noveno canto del Srimad-Bhagavatam se describen brevemente los pasatiempos del Señor Ramachandra.
Ramachandra acudió al sabio Visvamitra y mató a los raksasas (caníbales) como Maricha. Después de romper el pesado y enorme arco llamado Haradhanu, se casó con Sita y redujo el prestigio de Parasurama. Para obedecer la orden de Su padre, se fue al bosque, acompañado por su hermano Laksmana y Sita. Allí, cortó la nariz de Surpanakha y mató a los compinches de Ravana, liderados por Khara y Dusana. El secuestro de Sita por parte de Ravana marcó el infortunio de esa malvada personalidad. Cuando Maricha asumió la forma de un ciervo dorado, Ramachandra fue a traer el ciervo a para complacer a Sitadevi, pero entretanto Ravana se aprovechó de la ausencia del Señor para secuestrarla, lo cual había sido un malévolo ardid que había tramado.
Cuando Sitadevi fue secuestrada, Ramacandra comenzó a buscarla por todo el bosque acompañado por Laksmana. Durante la búsqueda, ellos encontraron a Jatayu. Luego, Rama mató al demonio Kabandha y al comandante Vali, y estableció una relación amistosa con Sugriva. Después de organizar la fuerza militar de los monos e ir con ellos a la orilla del mar, Rama esperó la llegada de Samudra, la personificación del océano, pero cuando Samudra no acudió al llamado, Ramachandra se encolerizó. Entonces Samudra vino rápidamente y se rindió a Rama, queriendo ayudarlo en todo lo que fuera necesario.
Rama quiso poner un puente sobre el océano, y con el consejo de Vibhisana atacó Lanka, la capital de Ravana. Previamente, Hanuman, el sirviente eterno del Señor Ramachandra, incendió a Lanka. Con la ayuda de Laksmana, las fuerzas de Señor Ramacandra acabaron con los soldados raksasas, y Rama mató personalmente a Ravana. Mandodari y otras esposas de Ravana se lamentaron por su muerte, y por orden de Rama, Vibhisana, que era hermano de Ravana, realizó las ceremonias fúnebres para todos los familiares muertos. Ramacandra le dio Vibhisana el derecho de gobernar a Sri Lanka y también le deseo larga de vida. El Señor liberó a Sitadevi del bosque poblado por una especie de árboles conocida como asoka, y se la llevó en una florida nave celestial a Ayodhya, la capital de su reino, donde fue recibido por su hermano Bharata.
Cuando Ramachandra entró en Ayodhya, Bharata le trajo sus hermosas sandalias de madera, Vibhisana y Sugriva lo abanicaron, Hanuman sostuvo una tradicional sombrilla, Satrughna llevó el arco de Rama junto a dos aljabas con sus temibles flechas, y Sitadevi portaba una vasija que contenía agua de los ríos sagrados. Angada llevaba una espada, y Jambavan (Aksaraja) portaba un escudo. Tras este recibimiento, el Señor Ramacandra fue acompañado por Laksmana y Sitadevi, para encontrarse con su familia. Y tras este auspicioso agasajo, el gran sabio Vasistha entronó a Rama como rey. Este resumen es el epílogo del Ramayana, y el capítulo final de la narración termina con una breve descripción de cómo Ramacandra gobernó en Ayodhya.
Aunque existen muchas interpretaciones del Ramayana, o historias acerca de la actividades del Ramachandra, muchas de ellas no son realmente auténticas, pues responden a imaginaciones, especulaciones o sentimientos materiales. Pero las características y pasatiempos del Señor Ramachandra no son imaginarias ni ordinarias. Ocurrieron realmente y son pasatiempos trascendentales de la divina personalidad del Señor Rama, considerado como el avatara de Visnu.