Capítulo IV
EXPLICACION DEL CUERPO SUPRA-CAUSAL (YO SOY) BAJO TODOS SUS ASPECTOS
Hasta aquí hemos descrito los cuatro cuerpos y ahora vamos a ver como la consciencia los ilumina.
Para captar un objeto desde el cuerpo físico (la vista), es necesario que los cuatros cuerpos estén presentes. Por ejemplo, si vemos un mango y sabemos que es un mango, el ojo físico, por si solo, no puede tener conocimiento de él. Detrás del ojo físico está el ojo sutil del intelecto que conoce el mango, pero este tampoco es suficiente, pues estos dos cuerpos deben de tener el soporte del cuerpo causal. Este cuerpo es el vacío, el espacio, la distancia étc, y para funcionar el intelecto tiene necesidad del espacio (vacío). Así pues, están el ojo, el intelecto y el cuerpo causal bajo la forma de espacio, pero si no está el “testigo” del cuerpo supra-causal para conectar todos estos estados, no puede haber conocimiento de nada.
Así pues, para conocer los objetos, deben de estar presentes los cuatro cuerpos. Sin embargo no es necesario el cuerpo físico para conocer las modificaciones del cuerpo sutil (tales como la atracción o la repulsión), pues este conocimiento tiene necesidad del soporte del cuerpo causal y del supra-causal. El cuerpo físico y sutil tampoco son indispensables para que el conocimiento emerja del cuerpo causal, pues el soporte del cuerpo supra-causal le es indispensable. En efecto, el cuerpo sutil, es decir el mental, el intelecto, los sentidos y el soplo vital (Prana), no es de ninguna utilidad para el conocimiento del cuerpo causal, pues el campo del cuerpo causal es totalmente diferente y “nadie” puede entrar en él. Entonces, ¿cómo sería posible penetrar en el cuerpo supra-causal? El mental y el intelecto no pueden captar el cuerpo causal ni el cuerpo supra-causal, ya que están limitados al cuerpo sutil. El conocimiento del cuerpo supra-causal (Mahakarana) es autosuficiente y no espera ninguna ayuda de los otros cuerpos, este conocimiento es auto-luminoso.
El ojo puede ver un objeto, pero el objeto no puede ver al ojo. Para ver el sol, no es necesaria una lámpara, de igual forma nadie puede ver al rey de la Consciencia-Conocimiento, que es el ojo del ojo. Prueba su existencia por su propia luz. Y aunque el ojo no puede verse a si mismo, el que tiene ojos no pone en duda que los tiene: en él hay la convicción de que ve porque tiene ojos. De la misma manera este conocimiento de si mismo debería subsistir en él, cuando observa todo lo que es otra cosa que él mismo. Si queremos ver nuestro ojo, necesitamos un espejo para que se refleje en él este ojo, pero este conocimiento del ojo no es más que el conocimiento de su reflejo. De hecho esta consciencia prueba su existencia siendo el testigo de todo lo que es diferente de ella. Ella no necesita ninguna otra prueba frente a esta evidencia.
¡Esta Consciencia-Conocimiento penetra todo y sin embargo permanece invisible para el ignorante para quien el cuerpo físico es lo más importante a sus ojos! Sin embargo, este cuerpo no es más que un granito en el océano, comparado con el cuerpo supra-causal. ¡Los caminos del mundo son tan extraños! Nos hemos acostumbrado, cuando miramos una cosa pequeña, a olvidarnos de la más grande, y hemos abandonado lo que se afirma por si mismo, para glorificar un artificio.
Alabamos la luz eléctrica, pero no al sol. Cuando miramos una imagen olvidamos el muro en la que está puesta y si observamos el muro, olvidamos la casa. ¡Cuándo descubrimos objetos a plena luz, olvidamos la luz y cuando leemos las palabras sobre una hoja de papel, ya no somos conscientes del papel!
Esto es lo que ocurre en este proceso: a pesar del hecho de que lo “Omnipenetrante” es infinitamente más grande, lo olvidamos cuando nuestra atención se focaliza en el objeto penetrado. El físico es penetrado por lo sutil y este es penetrado por el causal. El causal a su vez es penetrado por el supra-causal. El supra causal no puede ser “visto”, y por esto cada uno concentra su atención sobre el cuerpo físico. ¡Pero aquél, cuyo punto de vista se ensancha y se vuelve el “Omnipenetrante”, tiene entonces la revelación de esta verdad, de este conocimiento que se escucha en el conjunto del espacio y que incluso engloba a este!
El conocimiento que prevalece en el cuerpo supra-causal, aunque aniquila la ignorancia del cuerpo causal, no puede destruir los cuerpos físico y sutil. El conocimiento superficial, adquirido por los cuerpos físico y sutil, no puede destruir la ignorancia. Solo el extraordinario y único Conocimiento del cuerpo supra-causal destruye la ignorancia. Por ejemplo, la madera contiene fuego(en potencia), pero este fuego no destruye la madera. La ignorancia es alimentada, incluso, por el conocimiento ordinario, y es solamente después de haber accedido a este conocimiento verdadero, cuando la ignorancia desaparece, pero las funciones del cuerpo físico y sutil no se detienen por eso. Como el ignorante, el ser realizado(Jnani) continúa recibiendo los impulsos del cuerpo físico y sutil. El objeto invisible en la oscuridad se vuelve visible a la luz de una lámpara, la luz destruye la oscuridad, pero no el objeto. Solo la oscuridad desaparece.
La ignorancia es totalmente disipada a la luz del conocimiento de uno mismo, pero el cuerpo físico y sutil continúan recibiendo impulsos. ¿Los percibe el cuerpo causal? Reflexionemos. La ignorancia tiene varios aspectos: el error, el vacío, el espacio, la distancia, etc. como consecuencia del conocimiento de uno mismo, la ignorancia es aniquilada, pero como a este nivel de consciencia, los impulsos, deseos sutiles o físicos, se manifiestan en un espacio, no podrían existir sin que un espacio fuese creado.
Para alcanzar el conocimiento de uno mismo, hemos progresado etapa por etapa, la una destruyendo a la otra. Ahora miremos atrás y observemos: primero está la consciencia del Si (Yo soy), luego el cuerpo causal (bajo la forma de espacio), luego el cuerpo sutil y después el cuerpo físico. Cada cuerpo surge fácilmente y coge forma. Incluso antes que los impulsos del cuerpo sutil y físico aparezcan, la ignorancia del cuerpo causal ha sido destruida, sin embargo este ha sido obligado a crear un espacio, un intervalo, entre el cuerpo sutil y el cuerpo supra-causal.
La aparición del mundo
Cuando la consciencia se desapega de si misma, permitiendo así que se exprese un impulso que no es ella misma, se crea el cuerpo supra-causal bajo la forma de chidakash (expansión o movimiento de la consciencia). Luego aparecen por este orden: el cuerpo sutil y el cuerpo físico.
Hemos explorado sucesivamente los cuatro cuerpos en el siguiente orden: el cuerpo físico, sutil, causal y luego el supra-causal. Ahora el orden de esta secuencia debe de ser inverso, o sea: 1 – supra-causal, 2 – causal, 3 – sutil, 4 – físico.
En vez de permanecer en paz en si misma, la consciencia comienza a agitarse , pero antes que los cuerpos sutil y físico aparezcan, el uno después del otro, el cuerpo causal, bajo la forma de chidakash (movimiento de la consciencia ) debe de ser franqueado. Las dos últimas etapas aparecen después, y es solamente a este nivel que se puede sentir la existencia del mundo.
La consciencia de la existencia del mundo no ha podido suprimir enteramente la ignorancia, de igual forma que la luz aniquila la obscuridad, pero nos revela también los objetos, hasta entonces disimulados por la obscuridad. El mundo solo aparece porque es soportado por este cuerpo causal bajo la forma de espacio y hasta que no se siente la aparición del mundo, no se puede conocer los cuerpos sutil y físico, ya se trate de un ser despierto o de un ignorante. Así vemos que esta ignorancia o desconocimiento persiste de una forma u otra, pero para el ser despierto no aparece de la misma manera.
A menos que la consciencia/conocimiento no muera, la ignorancia no morirá . Conocimiento e ignorancia son dos gemelos nacidos de Maya, la ilusión. Nacen y mueren juntos. Si el uno está ahí, el otro también está, si el uno desaparece, el otro desaparece igualmente.
Veamos ahora cómo el conocimiento morirá. Antes que la consciencia del cuerpo supra-causal desaparezca, deben de morir los otros tres cuerpos en este orden: 1 – el cuerpo físico, 2 – el cuerpo sutil, 3 – el cuerpo causal. Cuándo miramos a un hombre morir, ¡no morimos con él! De la misma forma podemos mirar tranquilamente, cómo estos cuatro cuerpos mueren en nuestro interior.
Un principio que concierne a la muerte, es este: “Cuando el crecimiento se detiene, comienza la disolución”. El sentido de esta afirmación es que cuando algo deja de crecer, comienza a desintegrarse y toma el camino de la muerte. No hay que hacer ninguna cosa en particular, para que el proceso de la muerte comience, pues la destrucción es inherente al crecimiento. En el nacimiento está la muerte y en la muerte está el nacimiento, es su naturaleza. Una cosa que nace, muere por su propia muerte, aunque parezca que esta tenga otras causas, la raíz de la muerte no es otra que el nacimiento. Estos cuatro cuerpos se han sobrepuesto a la pura naturaleza, por tanto ellos deben morir. ¿Cómo mueren? Eso es lo que vamos a ver.
Partiendo del principio de que “todo lo que nace muere”, la muerte del cuerpo físico es inevitable. Si no es hoy, esto ocurrirá más tarde de aquí a cien años. El cuerpo crece hasta la edad de veinticinco años, luego comienza a declinar para avanzar por el camino de la muerte. Un día muere. Como el cuerpo grosero no es más que la forma física del cuerpo sutil, no hay una existencia independiente o separada. Un árbol, en su forma física, no es más que una prolongación de su semilla, que es el cuerpo sutil y este árbol acabará secándose. El cuerpo sutil es la semilla del nacimiento y de la muerte, pero la semilla no se destruye tan fácilmente como el árbol. Su propio crecimiento es enorme y esta no es destruida por el esfuerzo consciente del hombre, continuará proliferando eternamente. Este crecimiento se vuelve la causa de un número infinito de formas físicas, proyectando de esta forma al ser dentro del torbellino de los 84 millones de vidas . Mientras que el crecimiento del cuerpo físico se detiene automáticamente, el cuerpo sutil continúa creciendo, y es ahí cuando sentimos la necesidad de la ayuda de un Maestro para comprender como detenerlo.
Para detener el crecimiento del cuerpo sutil y su séquito de sueños, voluntades y dudas, debemos renunciar al deseo. Los deseos, los sueños y los miedos son producidos por el mental y es, igualmente, por medio del mental cómo podremos desarraigarlos. Lo que es creado por el mental, no puede ser destruido por la mano y, al revés, lo que es creado por la mano, no puede ser destruido por el mental. Cuando intentamos suprimir estos sueños y estos deseos por la fuerza, parece que se multiplican, el mental es tan difícil de coger, que cuando se intenta dominarlo, se agita de lo lindo. El Maestro da la solución para detener su expansión: “Si intentáis apaciguaros interiormente, poco a poco la voluntad (sankalpa) y la duda (vikalpa) se disolverán”.
Comprendemos, sin esfuerzo, lo que es la quietud, cuando observamos los ojos de un niño adormecido y con qué facilidad se desliza en el sueño profundo, ¡olvidándose de él mismo! Para nosotros es una buena lección de abandono y por el simple hecho de observarla, nos dejamos deslizar a un estado de olvido, sin sueños, sin deseos, ni inquietudes. Para quitar una espina utilizamos otra espina, de igual forma el mental no puede ser quebrado más que por el mental. La aparición y la desaparición, el nacimiento y la muerte son dos caras opuestas de un mismo estado de consciencia, cuando una cara aparece, la otra desaparece y viceversa. La muerte se produce en ella misma.
Cuando las construcciones mentales son aniquiladas, el cuerpo causal se revela bajo la forma del puro olvido y el aspirante tiene conocimiento de este estado. Una duda puede subsistir aquí, pues aunque el mental haya sido quebrado y el estado de puro olvido alcanzado, ¿no puede éste volver a surgir? En efecto, el mental no muere, entonces la solución reside en la práctica asidua del Mantra dado por el Maestro. Una vez comenzada la empresa de detener la expansión del mental, éste tomará, inexorablemente, el camino hacia la muerte, hasta la extinción total, pero es necesario perseverar en el estudio como en la práctica del Mantra. Cuando un árbol comienza a secarse, todos los esfuerzos, que puedan hacerse por mantenerlo verde, serán vanos y un día acabará por desraizarse y caerá. El mental acabará agotándose si se frena constantemente su crecimiento, y se apagará automáticamente, pero el aspirante no debe dejar de practicar.
El cuerpo causal se desvela después de la muerte del cuerpo sutil, pero veamos ahora cómo el cuerpo sutil se apaga él mismo. Cuando un estado aparece de forma imprevista, lo experimentamos, pero cuando desaparece guardamos su recuerdo. Cuando se produce esto, este estado es poderoso y se extiende, pero cuando su flujo disminuye su recuerdo se esfuma. Cuándo un hombre agotado por el calor del sol se refugia bajo la sombra de un árbol, inundado de repente por un apacible frescor, suelta un “¡ah!”, que revela que un flujo de paz lo inunda y lo sumerge. Sin embargo, un instante después, este “¡ah!” se olvida y el hombre descansa tranquilamente sin prestar atención a lo que le rodea.
Así cuando lo más sutil del cuerpo sutil, con su agitación y sus luchas, se reabsorbe, el cuerpo causal, bajo la forma de olvido y de vida apacible, se desvanece automáticamente. Cuando se reniega de este estado negativo, de ello no resulta más que negación, y para destruirlo tampoco se necesita la espada del estado positivo: “yo soy”. Samartha Ramdas ha aclarado este punto con la afirmación: “lo negativo es negado por su propia negación”. Cuando el estado de olvido (vacío) se disuelve, el estado de conocimiento o Turiyavasta , cuarto estado en el que el alma se une a Brahman; se desvela.
Pero este estado de conocimiento viene a la existencia al alimentarse de la ignorancia y, aunque desarrolla un gran poder, igualmente deberá desaparecer. Una vez alcanzado, el conocimiento debe de desaparecer, pues todo lo que aparece debe de desaparecer e igual que la ignorancia, el conocimiento ha aparecido. A la muerte del cuerpo supra-causal, “Eso”, que es inherente a los cuatro cuerpos, se desvela, es Parabrahman, el no-nacido, que nunca morirá. Aquel que ve la muerte de los cuatro cuerpos, permanece. Eso es nuestra naturaleza verdadera.
El ser humano y las castas
El Señor Krishna ha dicho en la Bhagavad guita: “Yo he creado cuatro clases de castas”. Todo ser humano puede experimentarlas en él mismo. “Mi creación está dividida en cuatro partes, en función de las cualidades (atributos) y de los karmas: Brahman, Kshatriya, Vaishya y Sudra ”. Los cuatro cuerpos se reparten sobre la misma base: el cuerpo supra-causal se agrupa en el rango de los Brahmanes, el cuerpo causal al de los Kshatriyas, el cuerpo sutil al de los Vaishyas y el cuerpo físico al de los Sudras. Es de esta manera cómo el Supremo se ha dividido Él mismo.
El cuerpo físico es pesado, es un instrumento de trabajo y de servicio, su rango es, pues, el de “Sudra”.
Se llama “Vaishya” a aquél que, sentado confortablemente sobre cojines, tiene una balanza en la mano y dirige los asuntos del mundo. Su intelecto compara las cosas, una es juzgada buena, la otra mala, la una grande, la otra pequeña. Este mercader emplea al Sudra (el cuerpo físico) como servidor y desea que las cosas sean hechas según su voluntad, ya que él es el amo.
¡Ahora observemos el coraje del cuerpo causal! Establece su soberanía engullendo el mundo entero y sus riquezas, acumuladas por la fuerza de los deseos, de los sueños y de las dudas. ¡Avala incluso a los servidores que son el cuerpo físico y sutil! Su lógica es la de la destrucción total y es también la de un Kshatriya, así el estado causal corresponde a los “Kshatriyas”.
En el cuerpo supra-causal, los otros tres son completamente ignorados: “Yo no tengo nada que ver con el cuerpo físico que sufre tanto trabajando y que es mortal” tampoco estoy concernido por este Vaishya, el intelecto, que comercia con los sueños y los pensamientos, desplegando el gran espectáculo del mundo. Tampoco tengo nada que ver con este Kshatriya del cuerpo causal, que se sienta tranquilamente como si nada hubiera pasado, después de destruir los cuerpos físico y sutil. Ellos pueden actuar, muy bien, como ellos entiendan, el cuerpo físico bajo el yugo del trabajo y el cuerpo sutil agitándose en el mundo, el cuerpo causal también puede declararles la guerra, pero ¿qué tengo yo de común con ellos?”
“Dejar al mundo luchar y no pensar más que en Ram (Dios)”. Teniendo este conocimiento, el cuerpo supra-causal declama las palabras védicas: “Yo soy Brahman”, luego se instala tranquilamente en su propia morada. El cuerpo supra-causal ha alcanzado el estado de lo divino (Brahman). Este Brahmán es muy ortodoxo y no tolera que lo toquen, no puede soportar el contacto con los otros cuerpos, pero estos le tienen gran estima y se cubren el rostro con el polvo de sus pies.
Desde el punto de vista del verdadero conocimiento (vignyana ) el cuerpo supra-causal es el más sagrado y aunque sea mancillado por el contacto con los otros cuerpos, permanece como el más grande de los tres mundos.
Los tres mundo: Swarga, Mrityu y Patala lokas.
(el paraíso terrestre, el mundo de los mortales y el mundo del olvido)
El cuerpo físico es el Swarga loka(mundo paradisiaco), el cuerpo sutil es el Mrityu loka(el mundo de la creación perpetua) y el cuerpo causal es el Patala loka(mundo del olvido). El cuerpo supra-causal es el reino de Brahma. Todos estos cuerpos son divididos según sus cualidades y son la herencia de estos mundos respectivos.
El cuerpo físico es el mundo de Swarga, está encima de los otros mundos. Los maravillosos jardines y los bellos bosques han sido creados para este mundo y los hombres disfrutan de toda clase de placeres. La deidad que lo preside es Brahma Deva, cuya cualidad principal es Rajas(cualidad dinámica).
El mundo que hay debajo es Mrityu loka. Es la gran fábrica de nacimientos y de muertes. Este proceso continuo de nacimiento y de muerte, no es otra cosa que la aparición de una modificación mental que es “nacimiento” y su declinar que es “muerte”. Cada uno debería examinar sus propios nacimientos y renacimientos, pues en un mismo día nacemos y morimos numerosas veces. Todo concepto produce una apariencia visible y cuando este se apaga, la apariencia visible también se desvanece, nosotros lo experimentamos continuamente en el cuerpo sutil. Cuando los conceptos se apagan, es el fin de una era o un kalpanta. Las Escrituras han aceptado los principios de creación y de apariencia, aquí se trata de la afirmación del mismo principio. En cuanto aparece una idea, aparece el mundo y cuando desaparece, el mundo desaparece. Hasta que el cuerpo sutil, bajo la forma de Mrityu loka, no sea totalmente aniquilado, una multitud de eras aparecerán y desaparecerán. Por tanto, sería necesario morir de tal forma que la necesidad de un renacimiento sea abolida, y luego residir en nuestra propia naturaleza, donde miedo y muerte no pueden existir. Lo que debe de suceder, sucederá… Pero podemos decir que, hasta ese momento, el Mrityu loka mantiene la boca muy abierta para absorber todo lo que pasa. La morada del cuerpo sutil es el sentido interno o mental (Antahkarana). La deidad que preside el Mrityu loka es Vishnu, el que alimenta al mundo.
El mundo que está debajo es el Patala loka, el cuerpo causal bajo la forma de olvido total, de vacío. Este reino es el de la oscuridad y de la ignorancia, está regido por Mahesh , el destructor. La cualidad de esta deidad es Tamas.
Más allá de estos tres mundos se encuentra el cuerpo supra-causal, que es el más grande de todos. La deidad que lo preside es la pura consciencia. Es el dios de todos los dioses quien gobierna aquí y todos los mundos son su creación. Se le llama el Señor de los tres mundos “trailokyanatha”, Brahma, el Maestro de todas las castas. Este Brahmán no deja aproximarse a la ignorancia ni a su sombra, además rechaza ser mancillado por el mental y el intelecto tanto que no imaginamos que pueda acoger el cadáver del cuerpo físico. Este Brahmán ortodoxo, bajo la forma de la pura consciencia cósmica universal, no autoriza a ningún intruso que penetre en el cuerpo supra-causal, ya sea Kshatriya, Vaishya o Sudra, no pueden entrar en su morada. Sin embargo, ellos dependen del Brahmán y nada pueden hacer sin él, sin este conocimiento original “yo soy”. Todas sus acciones buenas o malas tienen su fundamento en este Brahmán. Él abandona su morada para realizar el trabajo de estas castas y luego se purifica antes de volver a su fuente.
Comprensión del Conocimiento del Si (Vedo-Narayana-Atma Deva)
Este Brahmán es rico en conocimiento, por eso se le llama Vedo (Conocimiento) Narayana, o Dios del Conocimiento. Conoce el tiempo(pasado, presente y futuro), es el punto de unión entre dos estados o dos pensamientos (sandhya), es decir la Pura Consciencia en la ausencia del mental y de sus proyecciones. Adulado por todos es llamado Bhudeva. Sean cual sean las nacionalidades, castas o creencias, hindús o musulmanes, jainistas, parsis o budistas, todos Lo veneran. Cuando este Dios tiene hambre o sed, se le hacen ofrendas, cojines y camas se preparan para su reposo, si quiere viajar, coches, aviones, palanquines están a su disposición. Los árboles y las plantas florecen abundantemente para abastecerle con guirnaldas perfumadas. Todos los servidores están dispuestos a obedecerle, hogar y palacio están ahí para su placer, pues ellos también son su morada. Dios reside en el corazón de cada ser y recibe todas las atenciones de las que es objeto. A pesar de esto, persistimos en tomar el cuerpo por Dios y lo servimos exclusivamente. Toda nuestra comprensión se funda en este malentendido, y esta idea errónea nos separa de Dios. ¿Podemos extrañarnos de esto?
Nuestras acciones, sean las que sean, no tienen otra finalidad que honrarlo. Este Mahadeva (el Dios Supremo) goza constantemente con los objetos de los sentidos (el sonido, la forma, el tacto, el gusto y el olfato), con los cinco sentidos de la acción y del conocimiento. Bienaventurado el discípulo que ha comprendido el secreto de Mahadeva, de forma natural le dedica hasta la más ínfima de sus acciones.
Los pájaros, las abejas y hasta las hormigas honran a este Dios, pero no pueden comprenderlo pues no tienen intelecto, no se les puede censurar por eso. Pero, ¡qué reprobable es que un ser humano, dotado de inteligencia, no comprenda que hasta el más ínfimo de sus actos es hecho únicamente por este Dios! ¡ Qué triste que es, en verdad! Este Dios es el rey del Conocimiento (Consciencia), que gusta y saborea el alimento que avala, que distingue el perfume del mal olor y juzga que sonido es agradable al oído y cual no lo es, y también es Él quien distingue lo bonito de lo feo, lo suave de lo áspero. Es Omnipresente y reina en el corazón de todo ser humano. ¡Qué terrible malentendido nos hace adorar a otros dioses en vez de a Él!
Reflexionemos a qué Dios, los cristianos se dirigen cuando veneran al Cristo, los hindús a Vishnu o a Shiva, los parsis a Zoroastro y los budistas a Buda. ¿Veneran cadáveres? Si les pedimos que nos describan su Dios, dirán: “Mi Dios es consciente, es todo Luz, omnisciente y omnipresente, tiene todos los poderes, da la vida a todo y todo le pertenece, que no nace ni muere” ¿Habrá alguno que diga que su Dios es una piedra, tierra o metal, que es vacío y sin consciencia, débil, ciego o sordo?
Es claro que la naturaleza de Dios es plena consciencia, ya se trate de Cristo, de Vishnu, de Buda o de Zoroastro, Dios es Consciencia y tiene las cualidades de Dios. Si alguien posee todas estas cualidades es el signo de que es el Absoluto (Paramatman), Vasudeva en tanto que consciencia/conocimiento presente en el corazón de todos. Este Dios que reside dentro de Mohammed también está en el corazón del Cristo. Las cualidades de Vishnu, en tanto que protector, son sostenidas por este mismo Dios y no por “otro” Dios. Cualquiera que sea el Dios adorado por los fieles, es a este Ser interior único a quien veneran. La devoción a todos los otros dioses(exteriores a sí mismo), de hecho solo está destinada a este solo Dios, la Verdad Suprema, y sus formas múltiples no son más que los templos de este Dios único, Atmadeva. Todos los nombres son sus templos, pues Él está presente en lo más profundo de todas las formas de ser y reside en ellas. Él recibe la veneración que todos le testimonian.
Las acciones del cuerpo físico y las ideas, sueños o deseos que atraviesan el mental se producen por amor de este Dios, por su placer. El autor de todas nuestras acciones, aquél que las aprecia y que goza de ellas no es otro que Dios y si reconoces este hecho en cada movimiento, tu tarea ha acabado. Todo acto, benéfico o no, es de esta forma dedicado a Brahman, el aspirante, en cuanto a él (al acto), queda absolutamente libre, esto es lo que significa “Dnyana-yadnya” o el sacrificio por el conocimiento.
Mientras que vayas o vengas, hables o comas, des o tomes, estés sentado o de pie, o que hagas el amor, cualquiera que sea tu actividad, rechaza todo sentimiento de culpabilidad y piensa en Dios.
Hemos visto que todo es el juego de la única consciencia y contemplar esto significa contemplar a Dios. La consciencia del cuerpo debe de ser transformada en consciencia del Ser y la liberación es comprender que el Ser es el único actuante. Es la vía aconsejada por Samartha Ramdas y Toukaram, que suplicaba a Dios que le concediese este favor: “¡Haz que no te olvide nunca!”. Nosotros no debemos olvidar nunca al Ser, la liberación está entonces a nuestro alcance.
El mental, igual que una cuerda finamente tejida, está tejido en la única dirección de la consciencia del cuerpo, es necesario destejerlo en dirección opuesta, la de la consciencia del Sí. Una vez destejida la cuerda, sus hilos se dispersaran con el viento y ya no existirá como tal. Una inscripción atornillada en un muro, no puede retirarse si no es destornillada, es decir vuelta en sentido opuesto. Si el mental, guiado por el intelecto, es orientado en dirección opuesta a la consciencia del cuerpo, es decir hacia el Ser, será absorbido en el mismo Ser, igual que el mental concentrado en Rama es absorbido en Rama. El mismo mental se vuelve Rama y ya nada subsiste en tanto que mental, él es uno con Rama rupa (forma sutil de Rama). El aspirante puede experimentarlo.
Maya y Brahman
Con el fin de comprender mejor el juego de la sola y pura Consciencia, hagamos una experiencia, salgamos, por ejemplo, de nuestra casa para ver la luna. ¡Con qué rapidez la pura consciencia se precipita sobre la luna! ¡En una fracción de segundo, ella abraza todo el cielo! ¿Tiene el mental esta rapidez? ¿Cómo va a tenerla, si es gracias a esta consciencia por lo que él se mueve? Allí donde va el mental, está primero presente la consciencia. Así que no podemos extrañarnos que el movimiento del mental sea bloqueado en el seno de esta consciencia. ¡Solo necesitamos abrir los ojos y la Consciencia/Conocimiento abraza todo el cielo, el brillo de las estrellas y la esfera de la luna!
Mejor que decir que la consciencia abraza todo, es decir que el todo ya ha sido abrazado, pero que se experimenta después. Cuando la consciencia va del ojo a la luna, se trata del conocimiento/consciencia objetivo. En este ejemplo, la luna es el objeto y la consciencia toma esta forma en el momento que la reconoce como luna. Si una nube pasa delante de la luna, la consciencia toma la forma de nube y el objeto visualizado es la nube, así ella abraza la nube y la reconoce como objeto.
Intentemos ahora ver la consciencia sin objeto, la pura consciencia sin reconocerla en un objeto cualquiera. No nos hemos dado cuenta de esa nada o ese vacío que se extiende desde el ojo hasta la luna, y sin embargo está ahí, residiendo en su propia naturaleza. Es la forma pura de la consciencia, pero si no detenemos en ella nuestra atención, este vacío se vuelve objeto de percepción en tanto que espacio. Lo que puede percibirse es Maya (ilusión), mientras que lo que no puede ser visto es Brahman.
Mientras que mirábamos la luna, no hemos hecho un objeto de observación del espacio, por tanto es la consciencia sin objeto. Si este espacio vacío, se separa y se vuelve un objeto de percepción, esta pura consciencia se transforma en vacío (cero). La diferencia entre el espacio y la pura consciencia es la siguiente: percibir su propia naturaleza como algo separado es el espacio, mientras que abandonar la percepción (la observación) es el signo de la consciencia pura.
Una vez conocida la pura consciencia, se la podrá distinguir incluso si está asociada a los objetos. Por ejemplo, el agua líquida se solidifica al contacto con el frío y se vuelve hielo. A pesar de esta densidad, se la reconoce siempre como siendo agua. Igualmente es fácil reconocer que la humedad del barro es agua. Una vez reconocida la pura consciencia, su permanencia en este mundo cambiante bajo la forma de Sat-Chit-Ânanda (Ser-Consciencia y Beatitud) también es conocida.
El agua pura no tiene ni color, ni forma, ni gusto, ni olor, y si se comprende bien esto, siempre se podrá reconocer incluso cuando ella esté asociada a otra substancia o cuando su forma sea modificada. Ya esté en forma sólida en el hielo, ya adquiera un gusto picante, al mezclarse con una composición picante, un gusto azucarado en la caña de azúcar o se transforme en perfume en la rosa, fácilmente se puede reconocer el agua pura si hacemos abstracción de la forma, del gusto y del olor.
La pura Consciencia puede reconocerse por este método de eliminación, incluso si está condicionada. Este condicionamiento se descubre al discernir los elementos dentro de la forma, entonces se comprende cómo la pura Consciencia penetra toda forma. Pero algunos, antes de alcanzar la pura Consciencia por el método de eliminación, comienzan a cotorrear sobre Dios, y adoptando el método de la enumeración repiten machacando: “Él abraza a todos los seres y todas las formas”, “Solo Rama existe”. “El mundo y su creador no son más que uno”, étc. Todo este bla-bla no tiene ningún interés y los que se contentan con repetir fórmulas profundas como: “Yo soy Brahman, los sentidos hacen su trabajo, yo no soy el autor, no existe en mi ni pecado ni virtud”, no realizan el Sí, sino que se ilusionan sobre ellos mismos. Estos autodidactas de la búsqueda del Sí pierden el gozo por este mundo y por el otro. Kabir decía de tal hombre: “Se ha ido como ha venido”. Estos hombres mueren en el mismo estado de consciencia en el que han nacido, no han avanzado ni un paso.
Estos eruditos mundanos toman el sonido de la palabra por el verdadero conocimiento del Ser, pero ¿puede la verdad penetrar en el espíritu del ignorante? “Los sentidos hacen el trabajo de los sentidos, yo no soy los sentidos”. “Las cualidades del mental dependen del mental”, las cualidades del cuerpo, del cuerpo ¿En qué me conciernen? Yo no soy ellas”. No hay nada falso en estas afirmaciones, pero ¿quién comprende la verdad? ¿Quién experimenta la verdad? Solo aquél que verdaderamente sabe quien es, pero ¿cómo puede eso ayudar a los otros, si ellos mismos no lo experimentan?
Cada uno debe experimentar su propia felicidad, y sobre esto Toukaram decía: “Cada uno por sí mismo”. Si se le enseña a un loro a repetir las palabras: “Brahman es la verdad, el mundo no es mas que apariencia”, él las repetirá, pero ¿podremos decir que ha comprendido a Brahman y lo que son la apariencia y la verdad? Sin la comprensión no se puede recibir la felicidad del conocimiento. El discípulo debe, pues, desconfiar de los que hablan bien y persistir en su búsqueda con el fin de alcanzar por medio del método de la eliminación, la comprensión de la pura Consciencia.
El que busca no debe de seguir al predicador hipócrita. Primero debe saber, estudiando de manera continua, por medio del método de la eliminación, lo que es el conocimiento puro.
Hay diferentes tipos de conocimiento: general, particular, objetivo, el de los fantasmas y las dudas, y el conocimiento sin pensamiento. Los conocimientos particulares, objetivos, oníricos o dubitativos son contradictorios con relación al conocimiento puro. Cuando a través de los ojos la pura Consciencia absorbe en ella un objeto exterior, ella toma la forma de ese objeto y se vuelve consciencia individual o particular. Si el objeto es físico, es una consciencia objetiva, si se trata de un pensamiento (lo que es sutil), es la consciencia conceptual o savikalpa. De esta manera la pura Consciencia toma la forma del objeto o de la idea y se puede colocar dentro de la categoría del conocimiento o consciencia particular.
La consciencia individual o particular, al ser artificial, es por fuerza de naturaleza inestable y debe, esta es la regla, volver a la consciencia universal, la conciencia “Yo soy”. Caminamos, por ejemplo, con una cadencia normal, común a todos. De repente aceleramos el ritmo y comenzamos a correr, esta cadencia se vuelve entonces particular, pero sin embargo ¿cuánto tiempo podemos correr? Muy pronto volveremos a la velocidad natural. De la misma forma, interiormente todos somos amorosos, el amor del Ser es universal, común a todos. Pero cuando el amor se dirige hacia un hijo, un amigo o una casa, es un amor no natural, que desaparecerá como ha venido. El amor que “llega” es un amor particular, individual, es transitorio y perecedero. El placer que se obtiene de los objetos exteriores es, igualmente, un placer particular, que es temporal.
Una cosa pequeña provoca la experiencia individual, mientras que lo que abraza Todo no puede ser experimentado, ya que él es infinito. Y nosotros somos ese Brahman omnipenetrante. Lo individual o particular es ilusión (maya) mientras que lo universal es Brahman, y nosotros somos Eso. No podemos, pues, experimentar el amor de nuestro propio Si y no gozamos de la dicha y de la felicidad de nosotros mismos.
Ahora observamos lo que llamamos “la Consciencia universal” sin objeto ni concepto. Entre el objeto físico exterior y el ojo, u entre el intelecto y el pensamiento hay un pequeño espacio, un intervalo. Este vacío, aunque lo sentimos, realmente no es percibido, no tenemos consciencia de él. ¡Este vacío, esta grieta no percibida, siendo la misma consciencia, no puede ser el objeto de su propia consciencia! ¿Cómo podría el azúcar saborear su propio gusto azucarado? De la misma manera la consciencia no puede experimentarse a sí misma como objeto. De forma natural ella se extiende entre el ojo y el objeto y entre el intelecto y el pensamiento y si estamos vigilantes podremos remarcar de qué manera esta pura consciencia, común, universal, nos impregna espontáneamente antes de objetivizarse. Pero esta vigilancia no es la que consiste en decirse frente un objeto: “Yo soy quien percibe(el observador) o quien piensa una idea”, pues eso, realmente no puede ser visto mas que cuando el pensamiento “Yo soy el observador”, y la observación misma, son las dos abandonadas.
El instrumento de la visión es el ojo y el del pensamiento, el intelecto. Si dejamos a un lado estos dos instrumentos, no se ve más que la pura consciencia. El ojo y el intelecto acaban por atrofiarse cuando son ignorados, entonces solo la consciencia permanece. Intentar conocer la pura consciencia por medio de la visión y el intelecto significa, de hecho, olvidar la pura consciencia (Yo soy), y dar acceso al intelecto.
“Conocer significa no conocer, sabiendo esto, el aspirante se vuelve la pura consciencia”, nos dice Samartha Ramdas. Al intentar conocer la pura consciencia, nos separamos de ella, mientras que si no nos esforzamos en reconocerla, no existe separación. Este enigma es difícil de resolver y numerosos son los hombres avanzados, yoguis y ermitaños que han fracasado es esta prueba. Han interpretado mal lo observado y el observador, pues no se cansan de discurrir sobre la Consciencia universal (Paramatma): “Ella es así, como aquello, es parecida a la luz de un millón de soles, es resplandeciente” etc. Ellos han dicho todo lo que se les pasaba por la cabeza, perdiendo de vista la Consciencia de ese que afirmaba: “Ella es así, ella es asá”. ¡Tan ocupados en discurrir sobre el Despertar, han olvidado quién habla! El mismo observador es olvidado.
El hombre con coraje marcha a la búsqueda de Brahman, pero lo observado (lo que es percibido) es el obstáculo que encuentra en su camino. La mayor parte de los buscadores topan con esta dificultad.
“Entre la multitud del peregrinaje he perdido mi propio Si, e incluso buscando en mí, no he podido encontrarlo. Entonces me he dirigido a la comisaría para denunciar la pérdida de mí mismo. Un policía aproximándose a mí, me abofetea tan violentamente que mi mejilla se puso totalmente roja, él me pregunta: “¿Y quién es este tipo?”. Al instante tome consciencia de mí mismo y estaba muy contento de volverme a encontrar”. Esta es la situación del que siendo el mismo Brahman, está buscando a Brahman. ¿Dónde o cómo puedo encontrar a aquel que todo el mundo conoce, pero que no es conocido por nadie? Aquél que lo busca no conoce su propia naturaleza, que es pura consciencia, y anda errante por la jungla…¡Si que es raro! Más que desear el conocimiento, hay que centrarse en sí mismo, sin esto no se puede conocer a Brahman.
Un idiota quería saber lo que era el sueño profundo. Cada vez que se adormecía le venía este pensamiento: ¡ah, ahora voy captar el sueño profundo! Y se frotaba las manos. Eso tenía como consecuencia el despertarlo completamente y después de múltiples tentativas, el pobre hombre, totalmente agotado, abandonó todo esfuerzo para captar el sueño. El proceso es el mismo en la tentativa de captar el Brahman, cuando se abandona todo esfuerzo para conocerlo nos volvemos el mismo Brahman.
Rechazar el cuerpo físico y el cuerpo sutil provoca la desintegración del mental y del intelecto. El aspirante alcanza, entonces, el estado del cuerpo causal, que es un estado de puro olvido, de ignorancia, de vacío. Para aniquilar esta ignorancia es necesario adquirir el conocimiento del Brahman, con la ayuda del intelecto sutil y de esta parte de la consciencia que es puro conocimiento que el aspirante intentará conocerlo. Shankara ha calificado de loco a tal hombre, pues aquél que intenta conocer a Brahman con el intelecto sutil no hace más que acrecentar el campo del cuerpo sutil. Después de haber transcendido el cuerpo sutil, penetra en el cuerpo causal, pero si en este punto intenta aun conocer a Brahman con el intelecto, no se establecerá sólidamente en el cuerpo causal y corre el riesgo de volver a caer fracasado al nivel del cuerpo sutil con su cortejo de conceptos, de sueños y de dudas.
Si el aspirante imagina que puede utilizar las palabras allí donde el mental y el discurso nunca pudieron penetrar, no progresará nunca y volverá a caer más bien a un nivel inferior. El buscador no debe de permanecer como buscador, sino que debe volverse un ser Despierto (Siddha) y para eso deberá franquear todas las etapas de los cuatro cuerpos. La práctica le permite penetrar sucesivamente en los cuatro cuerpos y purificarlos, solo entonces, “La Verdad del Sí” (Satya Narayana) será solícito y se establecerá en él. Hecho esto, es seguro que el aspirante se ha vuelto un ser Despierto.
Hemos procedido al estudio de los cuatro cuerpos y los aspirantes deben de haber seguido este razonamiento. Para que algo brille por si mismo, es necesario afinarlo y pulirlo durante cierto tiempo, igualmente antes de volverse un ser realizado, el buscador deberá pulir sin descanso la consciencia del cuerpo supra-causal con el fin de que esté completamente pura.
Sabemos que la Pura Consciencia es omnipenetrante, pero después de haberlo comprendido intelectualmente es preciso impregnarse de ella y una de las prácticas que favorecen esta asimilación es esforzarse por hacer felices a los que están a tu alrededor. Con este método el Si abraza a todas las cosas y a todos los seres, el mundo entero ya no es más que consciencia, el conocimiento del Sí se establece entonces firmemente. La tesis de los Vedas es de esta forma probada y verificada. Es la vía de la devoción saguna (con cualidades), es decir la devoción del Supremo (Paramatman) en Su Manifestación. Toda forma de vida (insecto, cerdo o perro) es amor del Sí (Brahmananda), pues el Si está presente en todo. Paramatman, el No Manifestado, el sin Forma y sin cualidad, se manifiesta con cualidades bajo la forma del universo. Ciertamente está presente en lo inanimado, pero puede experimentarse claramente en los seres animados, por eso es preferible venerar un Dios vivo antes que a un ídolo de piedra o de metal sin vida. El Dios vivo habla y camina, experimenta claramente las cualidades de la consciencia, él es saguna. ¿Dónde están estas cualidades en un ídolo de piedra? ¿Podemos encontrar en él una de las tres cualidades (sattva rajas, tamas)? En los seres animados, por el contrario, encontramos estas cualidades. Todos los seres son formas de Dios.
¡El sabio que posee el conocimiento (Sattvaguna) colma nuestros anhelos, si se lo pedimos sinceramente, pero si censuramos su manifestación física (tamas guna), solo recibiremos una experiencia negativa que nos llamará al orden! “Venerad el Dios que habla y camina, pues la piedra no es de ninguna utilidad”, Kabir nos lo ha aconsejado claramente.
Desde que la palabra “devoción” es murmurada, las flores, el incienso y el kumkum nos viene al espíritu, pero la verdadera devoción consiste más bien en honrar a todos los seres y a hacerlos felices.
Shankara ama las hojas de betel, el Dios Matuti ama el sindur y Vishnu las hojas de tulsi… Cada deidad debe de ser venerada con lo que le conviene, pues honrarlo con otra cosa sería pura malicia y no-devoción. Aunque Paramatma (el supremo) sea uno, los fieles veneran a Dios de diferentes maneras en función del condicionamiento al que este Dios está unido. Dios reside, igualmente, en un asno, pero sería una broma pesada a la mirada del Supremo el rezarle con las manos juntas delante de un asno. ¿Estaría contento si le rezases así? Para honrar realmente a Dios que se manifiesta en el asno, es preferible darle agua y yerba muy verde. Satisfacer el Dios que ha tomado forma humana alimentándole es también veneración por el Supremo, pero si hay un error en la ofrenda y el alimento del hombre es dado al asno y viceversa, eso es igual que dar el toro de Shankara a Maruti y el Sindur a Shankara. Para estar plenamente satisfecho, cada uno debe recibir lo que desea.
La serpiente y el escorpión son igualmente dios, pero honrarlos consiste en mantenerlos a distancia. Eso significa debéis de dejarlos vivir tranquilamente su vida, pues si intentáis abrazarlos con devoción, este Dios serpiente os morderá, ¡probandoos de esta forma que abrazarla no es honrarla! Alguno se puede preguntar que por qué dejarlos escapar significa honrarlos, pues: “estas criaturas son peligrosas y se las debe de matar”. La respuesta es que una serpiente o un escorpión solo muerden cuando se les toca o están en peligro, pero el hombre siempre está dispuesto a matarlos aunque estén lejos. ¿No es la naturaleza del hombre la que es dañina y no la de la serpiente o el escorpión? En efecto, ya que vosotros tenéis el deseo de matarlas. Dejaros penetrar por el sentimiento de que “Serpientes y escorpiones son mi propia naturaleza”, y se producirá un milagro. El Si de la serpiente o del escorpión no es una piedra. Cuando vuestro Si se establezca en él, se volverá uno con vuestro propio Si y ya no tendrá ningún deseo de morderos, pero mientras que le consideréis como a una serpiente, ella os considerará también como su enemigo.
En un espejo veis la misma expresión que tiene vuestro rostro, ¿acaso es culpa del espejo si la expresión es amarga? Si sonreís delante de un espejo, no tenéis ninguna necesidad de ordenar al reflejo que sonría. ¿Por qué os roban los ladrones? Porque constantemente tenéis el deseo de robar a los otros para llenar vuestra casa. Cuando desarrollamos el sentimiento de renunciación, se difunde en el exterior y, aunque no pidamos nada, la gente está predispuesta a dar todo lo que ellos tienen, mientras que aquél que mendiga no recibirá nada.
Todo esto puede sembrar la turbación en el aspirante y puede decir: “Maharaj, vuestra manera de pensar parece justa, pero en el momento en que vemos una serpiente o a alguien que nos pone la mano en el bolsillo para robarnos la cartera, es difícil de considerarlos Dios y no actuar”. “Querido aspirante, te comprendo bien, eso te parece imposible a causa de la costumbre alimentada vida tras vida”. En efecto no se llega a esto de golpe, pero, por ejemplo, es posible comenzar la experiencia por los insectos de la casa antes que con las serpientes y los escorpiones. Se puede estudiar la unidad del Sí en todas las cosas y en todas las criaturas, a través de esta pequeñita acción que es no matar los insectos. La experiencia de la unidad de todos los seres, incluso los más molestos, se produce entonces, naturalmente y poco a poco, la confianza en uno mismo se desarrolla.
“No hay que matar a los insectos, hay que dejarlos tranquilos”. Tampoco es este el pensamiento que se deberá tener, sino este: “Ellos provienen de mi propia naturaleza y de sus formas, su felicidad es la mía”. Una madre tiene un gran gozo al satisfacer el deseo de su hijo de alimentarse de su seno. Deberíamos experimentar este mismo gozo al dejar que los insectos succionaran nuestra propia sangre. Es un comienzo en el camino que conduce al sentimiento de unidad de todos los seres y persistiendo en esta práctica, la tierra entera pronto no tendrá ni un solo enemigo. Entonces estaremos libres de todo miedo. La temeridad será nuestra compañera.
Liberado de la duda, el aspirante alcanza el conocimiento del Sí, pero aun no puede experimentar el gozo de la verdadera liberación. La riqueza es una cosa, pero el sentimiento de gozo que se saca de ella es otra cosa. Su conocimiento no se acrecentará más que si el sentimiento de unidad con todas las cosas nace en él o, al igual que el hombre rico pero avaro, no saboreará la felicidad que emana de la liberación durante su vida. La plenitud de la felicidad es el estado sin miedo pero, aquél que tiene el conocimiento del Sí sin experimentar el sentimiento de unidad, no está liberado del miedo. El miedo es el compañero de la dualidad, es el gran obstáculo que sobreviene en el camino de la felicidad que brota de la liberación. El aspirante deberá venerar al Supremo después de haber realizado el conocimiento del Si, el conocimiento en bruto será así moldeado por la devoción. Un jalebi (dulce hindú) frito en mantequilla se vuelve blando una vez remojado en un jarabe de azúcar. De la misma forma, el ser realizado saborea plenamente la vida a través de la devoción que brota del conocimiento.
En un juego llamado “sufarti”, el jugador debe de ir de una casa a la otra, de la más pequeña a la más grande, y cada vez debe de llevarse a la suya, lo que encuentra en cada casa. Entonces el juego termina. De la misma forma, primero se debe de transferir la consciencia del cuerpo físico al cuerpo supra-causal y luego volver a su propia casa (el cuerpo físico) con el tesoro de la pura Consciencia. La experiencia de que “el mundo no es más que consciencia” es en sí misma consciencia (conocimiento) que se vuelve la Realidad Final (vignyana ). Pero a causa del sentimiento que existe alguien más que “yo”, nos afanamos día y noche por proteger a nuestra mujer, nuestra riqueza todas nuestras posesiones de la influencia de ese “otro”. Nos transformamos en centinelas vigilantes reivindicando una propiedad. Pero aquél que se deja penetrar por el sentimiento de unidad con todos: “Yo soy omnipresente y abrazo todas las cosas”, de “gasti” o guardian, se transforma en “Agasti”, el Sabio que avala el océano de los cinco elementos de un solo trago. Así es como el aspirante se libera del miedo en este mismo cuerpo y saborea plenamente el fruto de lo que se llama “liberación”
Realización de la verdadera naturaleza del hombre.
Hasta el momento hemos estudiado las diferentes etapas del conocimiento del Sí, después la devoción que sigue al conocimiento. Hemos alcanzado la etapa en que el discípulo se vuelve un Gnyani, consciente de él mismo. El fin de todo conocimiento del cuerpo supra-causal desemboca en el hecho de considerar al mundo como uno mismo.
Aunque esto sea cierto, sin embargo Samartha Ramdas ha denominado a esta consciencia del cuerpo supra-causal el “Brahman inconstante” en relación con Parabrahman (más allá de Brahman) que es inmutable. Parabrahman es diferente del Brahman manifestado y no manifestado de cuatro cuerpos, por tanto Él es no- consciencia. La Escrituras dicen: “no es ni esto ni aquello” (neti, neti), eso quiere decir que no es ni la consciencia/conocimiento, ni la ignorancia. Lo Inmutable, que no cambia, Parabrahman o Paramatman es la única verdad, la esencia y la raíz de todo lo que es transitorio, Él es la substancia. Esta es la conclusión de Samartha Ramdas (capítulo II del “Dasbodh”).
¿Por qué es inestable esta consciencia? Porque tiene muchos nombres, masculinos, femeninos o neutros: Satchitananda (la naturaleza divina en su primera expresión: Ser, Consciencia, Beatitud, Ahamkara (ego), Narayana (uno de los nombres de Vishnu), Shiva (el Ser primordial) etc, son de género masculino. Sakthi (Energía), Prakriti (naturaleza original), Shruti (pulsación original “Yo soy”) etc, son de genero femenino. Nija rupam (nuestra propia naturaleza), Mahakarana (cuerpo supra-causal), la pura Consciencia, Brahman etc, son de género neutro, como todos los nombres dados al conocimiento del Si. Lo que no entra en ninguna de estas categorías es el Eterno, el Inmutable, Parabrahman.
La cualidad de consciencia del cuerpo supra-causal es ciertamente superior a la del cuerpo físico. Esta consciencia se puede alcanzar con el método de la eliminación, luego con el trabajo deductivo, se mezcla de nuevo con el cuerpo físico. Sin embargo, no se puede decir que este doble movimiento de consciencia sea el signo de que el aspirante haya alcanzado la última Realidad, Parabrahman. Parabrahman es el punto sin retorno.
La consciencia es llamada “consciencia”, pero Brahman no tiene nombre en realidad. En la consciencia (yo soy) hay una asociación a la forma del mundo, la inteligencia (Chitta) sufre la modificación, el movimiento, y la consciencia también. La modificación o el cambio es un estado y Parabrahman está más allá de todo cambio. Hay, pues, la misma diferencia entre el conocimiento (gnyana), la consciencia “yo soy”, y el Absoluto como entre la oscuridad y la luz.
“Cuando hay contacto entre lo Inmutable y lo cambiante, el intelecto se turba” nos dice Samartha Ramdas, y es así como se desliza el último malentendido. Antes de que aparezca el conocimiento “Yo soy”, el puro olvido se cree, equivocadamente, que es conocimiento. De la misma manera, si este conocimiento (gnyana), no es desarrollado suficientemente, igualmente será mal interpretado y confundido con el supremo Conocimiento (Vignyana) o Parabrahman, que es la ausencia total de modificación, y el aspirante se estancará en ese nivel.
Samartha Ramdas ha comparado al sabio (gnyani) que no ha alcanzado el objetivo final, a un hombre despierto dentro de un sueño, que piensa que realmente está despierto, mientras que continúa roncando. ¡ “Pensáis que se trata del Despertar, pero aun estáis dentro de la ilusión!”. Este es el aviso que Samartha Ramdas ha dado a los sabios que se ilusionan de su realización.
El cuerpo físico y sutil son como un sueño para el cuerpo supra-causal, pero él mismo es también un sueño dentro de la Realidad Suprema (vignyana). En la ignorancia hay esclavitud y en el conocimiento la Liberación, pero cuando las dos desaparecen, cómo podrá subsistir la idea de la esclavitud y de la Liberación.
Las Escrituras no van más allá del cuerpo supra-causal, y hasta allí, todo es teoría. Pero dentro del campo del conocimiento, más allá del cuerpo supra-causal, la conclusión se impone por si misma y es aquí donde todo lo que anteriormente ha sido desarrollado, ahora es borrado. Cuando se aniquila el orden fenomenal, lo que queda es vuestra verdadera naturaleza. Es imposible describirlo con palabras, ya que el conocimiento verbal es en si mismo ignorancia, el que la consciencia se vuelve no-consciencia, y que los remedios prescritos por las Escrituras no son más que obstáculos. Solo por vosotros mismos podéis ver cómo alcanzar la cima.
El Maestro os conduce hasta el umbral y os empuja al interior, pero no puede mostraros la belleza del espectáculo interior. ¡Debéis encontrar el tesoro vosotros mismos! Desde ahora ya nada más puede ser transmitido por las palabras, y lo que ellas no han podido alcanzar os ha sido confiado. ¡Podemos incitaros a volveros buscador pero solo vosotros podéis volveros un ser Despierto!
Este libro se termina y las palabras ahora son superfluas, el canto del Maestro es límpido: “Hari Om Tat Sat” (Tú eres Eso).
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