Capítulo III
INVESTIGACION DETALLADA DE LOS CUATRO CUERPOS
Durante la búsqueda del “yo”, hemos examinado los cuatro cuerpos, pero no hemos podido encontrar ni rastro de él. En efecto, el “yo”, silenciosamente, ha desaparecido más allá de los “cuatro cuerpos”, allí en donde ni siquiera existe la noción de “yo” o de “tú”. Sin embargo, no será sumergiéndonos en el silencio cómo obtendremos resultados.
En la exposición que hemos hecho hasta aquí, los cuatro cuerpos (físico, sutil, causal y supra-causal) han sido descritos de forma superficial, y ahora, es necesario estudiar detalladamente todos sus aspectos. Mientras que el discípulo no haya comprendido bien y no haya integrado esta comprensión, no podrá alcanzar el silencio profundo. Recordemos bien que estos cuatro cuerpos son etapas que hay que franquear para alcanzar la quinta, “Nihshabda” (Silencio, donde la palabra se vuelve silencio).
Quién avanza paso a paso, puede alcanzar la meta del viaje, pero si se salta un peldaño y pasa al siguiente, corre el riesgo de perder el equilibrio y caer hacia atrás. Así pues, solo cuando el primer cuerpo haya sido totalmente comprendido, es cuando el discípulo podrá ver lo que es el siguiente, ya que si sube los peldaños muy deprisa, caerá en la confusión. Siendo el mismo estado en el sueño profundo y el samadhi , o en la ignorancia y el conocimiento, la verdadera diferencia no será percibida en medio de todo este caos y el discípulo podría confundir el sueño profundo con el samadhi y la ignorancia con el conocimiento. Hay una similitud entre un trompo en reposo y un trompo que parece inmóvil debido a la velocidad, igual que entre la obscuridad total y el efecto cegador causado por una luz intensa. A pesar de la similitud de su apariencia, hay una gran diferencia entre estos dos estados, por eso es necesario ir paso a paso, para evitar toda confusión.
Ahora, sería prudente llamar la atención del discípulo sobre otro punto. Se trata de quitar las dudas, que las aparentes contradicciones del método de exposición adoptado por las Escrituras, podrían suscitar en su espíritu.
Primero examinemos el método adoptado por las Escrituras. Para explicar un punto al discípulo, se le describe insistiendo sobre su importancia, luego se le dice que si él lo comprende bien, recogerá el fruto. Antes de pasar al punto siguiente, se le remarca la futilidad del punto que había comprendido. Entonces se le explica la gran importancia del siguiente punto. La lógica de este método reside en el principio de que no se experimenta ninguna atracción sobre algo, si primero no se señala su importancia y si no se entrevé la tentación de una recompensa. Una vez asimilado el punto, se expone su futilidad de la misma forma y el discípulo renuncia a él automáticamente, deseoso de conocer la siguiente etapa.
La Shruti (Vedas) tiene en consideración la sicología del discípulo y primero lo incita a trabajar por su subsistencia, diciéndole que esta es “Brahman”. Le da tiempo de cuidar de su cuerpo, insistiendo en el hecho de que el mismo cuerpo físico es “Brahman”. Ella precisa después, que sea cual sea el gozo que atraviesa al cuerpo físico, de hecho es el cuerpo sutil quien lo saborea. Este cuerpo grosero no es más que un cadáver, y un cadáver no puede gozar de nada si no contiene el cuerpo sutil. Así se demuestra la futilidad del cuerpo físico.
Luego la Shruti da importancia al cuerpo sutil: la mente, el intelecto, la energía vital son Brahman. Después viene el cuerpo causal, más denso y más grande, que absorbe al mismo cuerpo sutil. El cuerpo causal es glorificado en tanto que Brahman, y la Shruti dice al discípulo: “Tú mismo te has vuelto el cuerpo causal”. Siendo el cuerpo causal la ignorancia original, la oscuridad total, el discípulo es forzado a continuar hacia el cuerpo supra-causal, al conocimiento del Si (Âtman), de donde emana la voz que dice: “Yo soy el testigo”.
Después de haber desechado cada cuerpo, la Shruti afirma que todo es Brahman, pero para explicar al inalterable Brahman, Ella finge ignorancia y repite esta frase: “Ni esto, ni eso”. Lo que no es la ignorancia, es Brahman, lo que no es el conocimiento, es Brahman. Procediendo negativamente, la Shruti describe a Brahman como “Eso”, que está más allá de los cuatros cuerpos.
Su principio es, pues, el siguiente: cuando se dice que el uno es más grande que el otro, eso no significa que es “el” más grande. Por ejemplo, si comparamos una aguja de coser sacos de Yute con una aguja ordinaria, podemos decir que es más grande, pero no puede ser más grande que una barrena utilizada para sondear el suelo… Las cualidades como “grande” o “pequeño” no son inherentes a la cosa, pues les son impuestas al compararlas con otras cosas. La misma regla se aplica aquí. Después de haber descrito cada estado como siendo Brahman, teniendo el siguiente más importancia que el precedente, el principio consiste en decir que ninguno de ellos puede ser “el” Brahman, y que Parabrahman es absolutamente único.
Guardando este razonamiento en el espíritu, debemos comprender claramente lo que se puede describir como siendo “Brahman”, por qué se le puede describir así y hasta dónde se le puede describir. Y por fin, por qué se puede afirmar que el Brahman es esto, para negarlo después.
Por ejemplo, a aquél que quiere cocinar arroz, se le dice que primero encienda el fuego debajo del recipiente que lo contiene, y luego que lo apague después de un cierto tiempo. El debutante puede asombrarse con esta contradicción, pero el maestro le explica que el fuego es necesario hasta que el arroz está cocido, pero que después hay que apagarlo si no se quiere que se vuelva carbón. Por esta razón es por lo que se practica un método solo hasta que el resultado es alcanzado, bajo pena de agotarse y no alcanzar nada. Así cuando el cuerpo sutil es llamado Brahman, comprendemos dónde reside la importancia de este cuerpo, luego pierde su valor en tanto que Brahman y la búsqueda de la siguiente etapa se muestra, entonces, necesaria. El precio que hay que pagar para obtener resultados no esta ligado forzosamente con el valor exacto de la cosa.
El ser humano está enfrentado al sufrimiento, porque ha olvidado su verdadera naturaleza. Debe de liberarse de esta calamidad. Prisionero de un cocodrilo, puede escaparse adulándolo, diciéndole, por ejemplo, que su espalda es dulce, etc., pero ¿quiere decir eso que su espalda es realmente dulce? De igual manera, es solo para liberarse del dominio de los cuatro cuerpos, por lo que son llamados Brahman durante cierto tiempo. Guardando este razonamiento en el espíritu, vamos a describir los cuatro cuerpos.
La naturaleza del cuerpo físico o grosero es bien conocida. Es una masa de carne y de sangre que se puede tocar. Todo el mundo lo conoce y lo utiliza. El cuerpo físico es “yo”, las pasiones y los deseos que atraviesan este cuerpo son “míos”. El color de este cuerpo, las etapas de la infancia, de la juventud y de la vejez “me” pertenecen. Lo que rodea a este cuerpo, la casta, la religión, la casa, los bienes y las riquezas también son “mías”. Cada ser humano ha aprendido esta lección en el curso de numerosas vidas y se la conoce de memoria. De hecho, esto está tan anclado en él, que incluso en sueños os diría que es fulano o mengano. Por tanto no es necesario repetírselo, pues está profundamente anclado en él. Todo ser humano está sólidamente arraigado en el plano del cuerpo físico. El estado de este cuerpo es el de “vigilia”, compartido entre olvido y memoria. La cualidad “rajas guna ” predomina en este cuerpo. Esta explicación debe de ser suficiente para la comprensión del cuerpo físico.
Pasemos ahora a la etapa siguiente, es decir al cuerpo sutil. Es un conjunto compuesto por los sentidos, la mente, el intelecto, el soplo vital(Prana) y el ego o Antahkarana, el cual crea un falso mundo mental cuando el mundo desaparece al cerrar los ojos. Profundizando en el tema, nos damos cuenta hasta qué punto el cuerpo sutil es algo extraño. Todos los movimientos del cuerpo físico son comandados por el cuerpo sutil que produce toda clase de informaciones contradictorias. Oscila sin parar entre la determinación(sankalpa) y la duda(vikalpa), su estado es el del sueño. La memoria continua es el signo del cuerpo sutil y la cualidad “sattva guna ” predomina en este cuerpo.
Después de haber sido introducido en este nivel, el discípulo se identifica con el cuerpo sutil. Cuando un pie se ha apoyado en un escalón, el otro pie puede dejar el anterior, así el cuerpo físico es abandonado y el discípulo debe desapegarse de él. Cuando salimos de los límites de un país, franqueamos la frontera de otro país y nos movemos por este nuevo país dejando detrás el otro. De igual manera, para comprender esta nueva etapa del cuerpo sutil, es imprescindible dejar atrás el cuerpo físico o grosero.
Esta tarea no es tan fácil como parece, ya que para franquear todas estas etapas, el ser humano solo dispone de dos soportes. El primero es el del aprendizaje y el segundo, la puesta en práctica de lo que ha aprendido. Pasar del cuerpo físico al cuerpo sutil significa “transcender” el cuerpo físico. Cuando se abandona la identificación al pequeño cuerpo físico, se toma posesión del cuerpo sutil, y es, solo entonces, cuando el cuerpo sutil es aceptado como “yo”. Este “yo” ya no mantiene una relación con el cuerpo físico y las variantes que afectan a este último ya no son “mías”. Ninguna cualidad del cuerpo físico me pertenece, pues yo soy el cuerpo sutil.
“Yo” soy la mente y el intelecto. Si el discípulo profundiza en esto, se establece firmemente en la segunda etapa y pierde todo sentimiento de propiedad hacia su cuerpo físico, entonces se vuelve indiferente al estado de este cuerpo y de sus condicionantes.
La tercera etapa es el cuerpo causal o ignorancia, es un estado de puro olvido, su cualidad es “tamas ”. En este estado no existe el pensamiento de bienestar, ni siquiera el del cuerpo físico ni del sutil, no hay conocimiento de ninguna cosa. Así es el cuerpo causal, es un estado parecido al sueño profundo(sin sueños) pero que no es el sueño profundo. Es importante comprender este estado. Los que han experimentado el principio “cero” del cuerpo causal (donde no existe nada, que es puro vacío) regresan después de haber alcanzado este punto diciendo: “Más lejos de esto no existe nada”. Desde el punto de vista de los filósofos occidentales, se trata del estado de “lo incognoscible”. Este estado sin pensamientos, ni deseos, libre de toda duda es el “samadhi ” y “Nirvikalpa Brahman” (el Brahman sin atributos), pero cuando este vacío es alcanzado, existe el riesgo de ilusionarse y decir: “Hoy he comprendido a Brahman”.
El estado de vacío o de puro olvido es ese intervalo entre dos pensamientos, justo antes de que un nuevo pensamiento aparezca, o ese intersticio entre el estado de vigilia y de sueño profundo. Este estado de “estar totalmente en blanco, sin recuerdo” es llamado “Anandamayakosha ” por la Escrituras. En el estado del cuerpo causal, la lucha, la confusión y el flujo incesante de los pensamientos han desaparecido. Comparando este cuerpo con los otros dos, la paz predomina en él y el discípulo se sumerge en el gozo, pero no debe de olvidar que no es la paz última, la plenitud real. El cuerpo causal es el estado natural de los dioses, de los demonios y de los seres humanos y su característica principal es el vacío, el olvido total. El sueño profundo sin sueños solo se da cuando hay “olvido”, y si decimos: “He dormido, pero puedo recordar algo”, eso es lo mismo que decir: “No he dormido”, pues estar en sueño profundo significa no recordar nada. “Dormir” estando en estado de vigilia, quiere decir entrar dentro del cuerpo causal, que es el estado natural del hombre. No “saber” nada es este estado.
Ni los mismísimos grandes eruditos comprenden la naturaleza humana y aun menos la naturaleza divina. Para explicar este estado vamos a estudiar este intervalo o pausa. Si existe alguna cosa difícil, es el establecerse bien en este estado de “vacío”, “de olvido total”; el discípulo deberá hacer un gran esfuerzo para llegar a él. En el intervalo entre dos estados, no hay otra cosa más que la “consciencia pura”. En el estado de “Mouni” (hombre silencioso) la palabra no aparece, y si surge es sin su significación; no hace más que insinuarse. Cuando la palabra aparece y se le autoriza a imprimir su sentido en el corazón, nace el mundo. Si se la deja pasar sin permitirle que imprima su sentido en la mente, significa la supresión del mundo. Cuando la mente ya no es alimentada por la palabra, no queda más que la pura energía de la consciencia y la experiencia continua de este estado es lo que se llama “el estado de silencio”.
El discípulo que ha puesto el pie en el peldaño de la tercera etapa, después de haber franqueado la primera y la segunda, siempre tiene la impresión de que es un estado de puro vacío, aunque se le haya dicho que es el estado de la pura consciencia. Tomando este “vacío” por el Brahman, es incapaz de ser el testigo de este vacío, pero se dirige hacia la cuarta etapa y si se vuelve para ver la tercera, no verá nada. Se preguntará cómo su Maestro ha podido guiarle hacia una etapa que no existe. De hecho cuando la pura consciencia es conocida, no puede existir señal de lo que se llama ignorancia. No se puede comprender lo que es el estado del olvido total, pues en él, no aparece ninguna modificación en el mental, salvo el de la pura consciencia.
La consciencia o conocimiento se presenta al discípulo de dos maneras. La primera ocurre cuando un objeto se presenta en la consciencia, es la consciencia objetiva. En el segundo caso, no se presenta ningún objeto en la consciencia, entonces se trata de la “pura consciencia”. Estas son las dos modificaciones mentales que se presentan al discípulo y de su punto de vista, la palabra “ignorancia” o “vacío” no tiene sentido. El olvido total no puede existir para él, ya que todo lo que es, es consciencia, que puede ser con o sin objeto. Presentar el estado del cuerpo causal como siendo ignorancia, vacío, estado de olvido total en donde nada puede captarse, es el hecho de la pura consciencia.
Para explicar a sus alumnos, que un punto no tiene ni longitud ni espesor, el profesor pinta con una tiza en la pizarra un punto, que tiene longitud y espesor. Y esto aquí es igual, y si no se procede de esta forma, la próxima etapa no puede ser explicada. ¿Se puede proceder de otra forma? El discípulo debe de tener una gran fe en su Maestro y aceptar totalmente que existe un estado de puro olvido, debe proseguir sin descanso su práctica y aprender a olvidar todas las cosas. El cuerpo causal es la causa de los dos primeros.
En un escenario de teatro, hay un telón sobre un costado por donde los actores aparecen y desaparecen. El estado natural del hombre es parecido a este bastidor, es el estado de olvido total, de ignorancia. La memoria surge de detrás del telón y luego desaparece. Cuando decimos que habíamos olvidado una cosa justo antes de recordarla, significa que esa cosa estaba en el estado de olvido total, y luego emerge de este mismo estado. Inversamente, cuando decimos que hemos olvidado alguna cosa, eso quiere decir que la cosa que estaba en la memoria ha desaparecido en el bastidor del olvido. La aparición y desaparición de todas las ideas está en la matriz de este puro olvido que es uno. Es el campo común a todos los seres humanos. Todos se llaman ignorantes a causa de este estado de olvido, también se esfuerzan por sacar algunos conocimientos. Pero la mayoría de estos infortunados se dirigen hacia los conocimientos “mundanos”, y pasan de esta forma por alto el conocimiento de su verdadera naturaleza.
Es por esta razón por lo que el Maestro dice a su discípulo: “Querido discípulo, tú no eres ni el cuerpo físico, ni el cuerpo sutil, identifícate al cuerpo causal”. El discípulo debe de sumergirse en este estado de olvido. Esto significa: “Yo no soy el cuerpo físico, ni siquiera el cuerpo sutil, por tanto todos estos sueños y estas dudas, que nacen con su contacto, no residen en mí, yo soy puro olvido, desnudo de todo concepto. El nacimiento y la muerte del cuerpo, la miseria y la tentación, el placer y la dulzura, e incluso el hambre y la sed, que brotan de la fuerza vital, nada de eso me puede alcanzar. Las nociones de honor y deshonor pertenecen al mental, el color de la piel al cuerpo, yo soy no-apegado. Nada puede apegarse a mí, yo soy puro Olvido”. Cuando esto está firmemente establecido en el corazón, el estado de puro olvido, libre de todo concepto y apego, se vuelve nuestra propia naturaleza despojada de todas las cualidades de los cuerpos físico y sutil. Por medio de esta práctica mental, el discípulo franquea la tercera etapa y entonces puede pisar el siguiente escalón que es el Mahakarana , o cuerpo supra-causal.
Antes de ir más lejos, debemos precisar, que a pesar de su parecido con el sueño profundo, el cuerpo causal difiere de este. En el sueño profundo, todos los sentidos están en reposo, con la consecuente ausencia de los objetos. Todo ser disfruta de la felicidad de su propia naturaleza en este estado, pero no conoce su verdadera naturaleza. Al despertar, resume su experiencia en esta frase: “He dormido tranquilamente, no tenía consciencia de nada”. Así expresa la felicidad de su propia naturaleza, pero también su ignorancia por el tema. Solamente revela el conocimiento de su ignorancia, pues el hecho de haber tenido la experiencia de su propia naturaleza, no quiere decir que la conozca.
Un pobre, que ignora haber heredado un tesoro, continúa mendigando su subsistencia, pues para él ese tesoro no existe. De la misma forma, cada ser humano sale y entra en su propia naturaleza, penetra en ella profundamente y tiene la experiencia de la felicidad, pero continúa ignorándola. Por esta razón el sueño profundo no puede ser un medio de conocimiento del Si. En sueño profundo el discípulo no tiene posibilidad de estudiar este estado, mientras que puede hacerlo en el estado del cuerpo causal.
Estudiar el puro olvido significa disfrutar del estado de sueño profundo estando en vigilia. El Maestro enseña cómo llegar a esto. No es más que naciendo dentro de su especie que se puede comprender cómo el pez puede dormir en el agua, o por qué no le molesta el agua que entra en sus ojos. De igual manera, ¿cómo se puede disfrutar del estado de sueño profundo estando despierto? Esto solo es comprendido cuando uno se vuelve un verdadero “Guru Pitra” o hijo del Maestro.
El cuerpo causal no es otra cosa que el sueño profundo. Pero lo que hemos descrito es el silencio interior, creado conscientemente durante el estado de vigilia. No es el sueño profundo que viene inconscientemente, pues en este último nada puede ser conocido. En el estado de puro olvido que es cultivado conscientemente, la naturaleza del Si es conocida. Esta es la diferencia entre el sueño profundo y el Samadhi.
Aunque se sepa que el puro olvido no es más que el puro olvido y que nada puede ser conocido en este estado, el hecho de que el conocimiento (la consciencia) permanezca después que todo sea olvidado, no puede ser comprendido más que después del estudio de este “puro olvido”. Este estado es absolutamente real. El sueño profundo y el puro olvido son los dos el resultado de Tamas Guna (olvido, tinieblas, ignorancia).
El análisis del carbón y del diamante revela que los dos están compuestos por carbono. Aunque eso sea cierto, no es necesario decir que existe una gran diferencia entre su valor respectivo. Si están hechos de la misma materia, ¿por qué el diamante brilla, mientras que el carbón no tiene brillo y es negro? Eso se debe a las diferentes proporciones del mismo componente: el carbono. De la misma manera, entre el sueño profundo y el estado de puro olvido, es la proporción de ignorancia la que marca la diferencia, densa en el sueño profundo y débil en el estado de puro olvido. En el momento que la profundidad del sueño profundo disminuye, se produce el despertar a la vigilia, pero el hombre, que sale del sueño profundo, aun se encuentra dentro de las brumas del sueño profundo. Este estado es el resultado del sueño profundo que se vuelve cada vez más superficial mientras que el despertar a la vigilia emerge. El sueño profundo es como una espesa cortina negra que recubre la luz del Si, mientras que el cuerpo causal o estado de puro olvido que examinamos, es un ligero velo transparente. La beatitud es la misma en el sueño profundo y en el cuerpo causal (estado de puro olvido), pero desde el punto de vista del conocimiento de su naturaleza, el sueño profundo es tan inútil como una relación sexual con una mujer estéril. El estudio de Anandamayakosha, o envoltura de beatitud, bajo la forma del estado de puro olvido, procura un gozo intenso, siendo esto un signo que anuncia el conocimiento de su propia naturaleza.
Vamos a estudiar el Mahakarana o cuerpo supra-causal que viene después del estudio del puro olvido, pero antes se muestra necesaria una precisión para los discípulos que siguen la vía trazada por Bhausaheb Maharaj . En este grado puede surgir en ellos una duda, pues si el estudio del cuerpo causal significa el olvido de todas las cosas, ¿quiere decir eso que hay que olvidar también la Mantra dada por el Maestro? ¿E igualmente abandonar las formas y los colores visualizados por el Maestro? En efecto, incluso esto debe de olvidarse, pues el discípulo deberá de asegurarse, de ahora en adelante, que toda agitación mental ha cesado completamente. Concentrándose sobre la punta de la nariz, los ojos semicerrados, nada debe de aparecer a parte de la encantación, de los colores y las formas visualizadas en la meditación. Una vez establecido completamente en este estado, es verdad que incluso esto debe de ser olvidado. Cuando la casa ha sido limpiada, no continuáis con la escoba en la mano, también debéis dejarla. Es como disciplina que el Maestro da una Mantra al discípulo. Le da un útil bajo la forma de mantra, para limpiar la suciedad, que son la duda y la inquietud, los sueños y los conceptos acumulados en el cuerpo y la mente, vida tras vida. Así vemos hasta dónde se debe de conservar el útil y cuando es preciso abandonarlo.
Veamos ahora qué es el cuerpo Mahakarana o cuerpo supra-causal, el padre de los otros tres cuerpos.
El rey Janaka (creador, productor) era Videhi, que quiere decir sin cuerpo. Tenía una hija llamada Janaki (conocimiento). En nuestra mitología, el rey Janaka representa el cuerpo supra-causal, que es un estado de consciencia sin el cuerpo, a pesar del hecho que el cuerpo todavía existe. Es el estado de consciencia del cuerpo Mahakarana. Este es el rey Janaka. Janaki, la facultad de conocer, es creada. Aunque sea llamado cuerpo Mahakarana, si se lo compara con los otros tres cuerpos, se trata de un estado sin cuerpo, pues no tiene atributos y es no condicionado. El cuerpo supra-causal es el conocimiento o consciencia, pero eso no quiere decir que esté ausente en los otros tres cuerpos.
La consciencia es la misma, esté perturbada o serena, siempre es pura, sea cual sea su condición, incluso cuando está totalmente sumergida en la zona pantanosa de la consciencia objetiva. La consciencia es “una”, sea cual sea su estado o condición, pero dentro de los tres cuerpos, es considerada como algo alterado o como consciencia objetiva condicionada. El cuerpo supra-causal es el estado de equilibrio referente a las cualidades (gunas), es la experiencia de la pura consciencia.
La consciencia es una, en la ecuanimidad o en la confusión, pero un ser inexperimentado, que se identifica a los condicionamientos, verá diferencias y separaciones dentro de la misma consciencia. La dulzura de un laddú, de un jilebi o de un basundi (diferentes dulces hindús) no es debida más que al azúcar, pero a causa de su forma diferente decimos, “el laddú es dulce”, “el jibeli es dulce” y “el basundi es dulce”. Si el azúcar no es mezclado a ningún ingrediente deberemos decir sin embargo “el azúcar es dulce”. Pero si damos a alguien un laddú para hacerle descubrir lo que es el azúcar, no podrá conocer la verdadera naturaleza del azúcar. Solo la podrá conocer si prueba el azúcar puro.
En todos los otros estados, la consciencia siempre está condicionada, no puede ser experimentada en su estado original, mientras que la consciencia del cuerpo supra-causal brilla en su pura naturaleza. Por esta razón el discípulo debe de ser conducido hasta el cuerpo supra-causal. Una vez conocida la pura consciencia, aunque esté mezclada con otros tipos de consciencias objetivas, el discípulo sabrá discernir y no le vendrá a la mente que existe una entidad llamada mundo separada de la consciencia del Si.
Mientras que cada estado aparece y desaparece, el testigo de este estado nunca ha aparecido y nunca desaparece. El testigo de la infancia, de la juventud y de la vejez del cuerpo físico ha sido quien ha examinado todos los sueños y dudas del cuerpo sutil. El mismo testigo también ha visto el cuerpo causal, donde no existen sueños ni dudas. Aquél que ha sido testigo de todos estos cuerpos (o envolturas), está despierto siempre.
Una mujer tenía la extraña particularidad de dar a luz hijos que morían siempre antes de haber podido conocer a su madre. Nunca veían la cara de un hermano o de una hermana, pues ya estaban muertos. Ella tuvo varios hijos que morían todos de la misma manera. La mujer era siempre la misma después de haber enterrado a sus hijos. Ni uno solo de ellos había podido ver la cara de otro, pero la madre había visto la cara de todos y se recordaba de cada uno de ellos. Los cuatro cuerpos han nacido del cuerpo supra-causal, bajo la forma de Mahamaya (o la gran ilusión) y ellos nunca ven la cara de los otros cuerpos ni la de su madre.
Incluso cuando un estado penetra en otro, la consciencia, que viaja por todos, nunca es alterada. El cuerpo supra-causal es el hilo que mantiene todas las perlas del collar unidas, y aunque las perlas no se penetran unas a otra, el cuerpo supra-causal penetra todos los otros estados (vigilia, sueño y sueño profundo). En el cuerpo supra-causal el estado de consciencia es la llama del Si, la cual se descubre después de procurar que la misma ignorancia sea olvidada.
Cuando la naturaleza de la consciencia testigo es conocida, el estado de ignorancia se desvanece completamente. Pero eso no quiere decir que la apariencia de lo que es visto, manifestado, desaparezca igualmente, solo cambia la actitud del discípulo. Gracias a su intensa búsqueda, experimenta todo lo que ve y todo lo que aparece en tanto que consciencia. En el momento en que comprendemos que la joya solo es oro, el objeto en si mismo no es destruido. De la misma forma, una vez que el Señor del universo es conocido, el universo no desaparece. A la luz de una lámpara la oscuridad se disipa, sin embargo no hace desaparecer los objetos ahora iluminados. La naturaleza de los objetos se revela con la luz. Mientras que nosotros percibimos y sentimos el mundo a ciegas en la oscuridad de la ignorancia, el Maestro ilumina nuestra visión y, cuando brota la llama del conocimiento en nuestro corazón, extiende su luz alrededor de ella y la oscuridad desaparece. El mundo permanece tal cual es, mientras que su verdadera naturaleza es desvelada. Después de haber adquirido el verdadero conocimiento, nuestro punto de vista sobre el mundo cambia.
La percepción de un espejismo es diferente según el punto de vista de un hombre o de un ciervo. Cuando una roca es calentada por los rayos del sol, las ondulaciones del vapor que se elevan, parecen, para quien las observa, un arroyo de agua. Esta ilusión se llama espejismo. En Marathi el espejismo se llama mrugjala (el agua del ciervo). El ciervo, ilusionado por el espejismo del agua, se precipita para saciar su sed, creyendo que es verdaderamente agua. Cuando se da cuenta que no hay agua, queda decepcionado. Esta es la actitud del ciervo que toma como agua la apariencia de agua. Mientras que el hombre, comprendiendo que se trata de una espejismo, no le hace caso y por tanto no es decepcionado. Esto se debe al intelecto humano. Desde el punto de vista del sol el espejismo no existe. Entonces, ¿de dónde viene esta apariencia del espejismo?
La actitud del hombre ordinario, la del aspirante y la del Siddha , u hombre liberado, son diferentes. El hombre ordinario no se entrega más que a las tareas prácticas, pues considera que el mundo es real. El aspirante, que realiza el conocimiento del Sí, ve el mundo como una ilusión, una apariencia, mientras que el hombre realizado, aquél que es uno con el Si y el Todo, no ve, en absoluto, el mundo .
En la primera parte de la exposición, hemos estudiado los cuatro cuerpos, desde el cuerpo físico o grosero al cuerpo supra-causal. Entrando dentro del cuerpo supra-causal, el aspirante no puede ser llamado Siddha, aunque haya obtenido el conocimiento del Si, pues aun no es más que un sadhaka , solo un aspirante. El ser liberado reside más allá del cuerpo Mahakarana o supra-causal, dentro del campo de Vidjnana (Conocimiento de la Realidad). Este tema no lo vamos a tratar ahora, mejor vamos a estudiar el Mahakarana o cuerpo supra-causal de forma detallada.
Hemos dicho que el cuerpo supra-causal es la supresión del estado de ignorancia, pero la ignorancia o el estado de puro olvido no existe más que en relación con el cuerpo físico y el cuerpo sutil, y por tanto, no tiene existencia propia. Su existencia relativa debe anularse por la adquisición del conocimiento, aunque sea ridículo decir que “lo que no existe” debe de ser destruido. Rama tiene un aro, Govinda no lo tiene, ¿acaso la ausencia de un aro denota la existencia de alguna cosa llamada aro? No. Exactamente de la misma manera, el estado de puro olvido, que no existe, solo ha aparecido en relación con el cuerpo físico y sutil, es, pues, un estado imaginado. Samartha Ramdas, en su obra monumental, “Dasbodh”, ha demostrado que “este estado de ignorancia bajo la forma de puro olvido es un estado en el que lo que no era se vuelve no-existente”. ¿Existe verdaderamente el estado de conocimiento del Si? El testigo de la ausencia de los sueños y de las dudas, como en el estado de puro olvido y el que sabe que estos no existen, es Dnyanadeva, el Señor del conocimiento, el testigo de la disolución de las modificaciones de la consciencia. El preside el cuerpo supra-causal. Este conocimiento o consciencia observadora, no obstante, es un parásito de la pura naturaleza del Si, que no es más que un remedio para la ignorancia del cuerpo causal.
En el momento que la consciencia observadora abandona el cuerpo y el estado causal, comienza a mirarse a si misma. La observación de su propio Si, no puede llamarse estado de testigo, ya que solamente cuando olvida su Si y ve alguna cosa diferente de él, que el observador puede ser llamado “testigo”. Cuando comienza a verse a él mismo, permanece en esta consciencia. Esta consciencia es de la naturaleza del Absoluto.
En esta soledad, hay un gusto por repetirse “Aham Brahmasmi, Yo soy Brahman”, pero incluso esta consciencia con esta voz, que se eleva del interior, se encuentra presa y apegada al cuerpo supra-causal. Este “Aum” (Om) es la gran ilusión, Mahamaya, que pertenece a los tres gunas (los tres constituyentes de la naturaleza original) y para desembarazarse definitivamente de la gran ilusión, este murmullo debe de desaparecer también. “Yo soy Brahman”, esta clase de “Yo” sobrepuesto a la naturaleza del Sí (Yo o Âtman), realmente es la ausencia de ego o de un si separado, pues este “yo” sutil es parecido a una partícula de sal dentro de la leche y por tanto debe de ser suprimido.
Tomar lo falso por lo verdadero es una actitud malsana, mientras que discernir lo verdadero de lo falso es la actitud justa. El cuerpo físico es “yo”, el cuerpo sutil es “yo”, y el cuerpo causal es también “yo”. Mientras que el hombre mantenga su ego en estos tres cuerpos, se trata de un orgullo malsano, pero cuando este conocimiento que considera “yo” es tenido como Brahman, puede ser llamado “sin ego”, porque este sentimiento de ser está dentro de la verdad. Esto es exacto, pero si la verdad canturrea sin cesar: soy verdad, soy verdad, entonces se eleva la duda sobre lo que él llama verdad. Si un brahmán repite a alguien que le escucha: “¡Yo soy un brahmán, yo soy un brahmán!”. Aquél que lo escucha, pensará: “Si este hombre es un brahmán, ¿por qué lo repite tanto? Seguro que debe de ser de una casta inferior”.
De la misma manera, la repetición de la fórmula “Yo soy Brahman”, parece demostrar, que esta consciencia del cuerpo supra-causal no está liberada de la duda en cuanto a su propia naturaleza. Desde este punto de vista, incluso la memoria de “Yo soy Brahman”, que recuerda al hombre su Si, debe de ser borrada. La consciencia del cuerpo supra-causal, de esta manera, se estabilizará en un estado que no es ni la memoria ni el olvido. Entonces el aspirante estará en la naturaleza de la Pura Consciencia y de la pura felicidad.
Si se la considera nuestra experiencia física cotidiana, estamos en un estado natural sin recuerdo ni olvido. Se puede hacer esta experiencia: “¿Me he olvidado de mí mismo?” o ¿me recuerdo de mí mismo? ¿Alguien ha intentado probar de esta forma su existencia? Nosotros no nos olvidamos de nosotros mismos nunca y tampoco es necesario acordarse de uno mismo. Estamos en este estado natural que está más allá de los estados de recuerdo y de olvido. Es nuestra verdadera naturaleza real. El recuerdo y el olvido siempre conciernen a algo que no es nosotros mismos. A partir de esta verdad, podemos decir que todo lo que es olvidado o recordado no es “yo”.
Deberéis estar firmemente convencidos de que, lo que se puede recordar o lo que se puede olvidar, en absoluto sois vosotros mismos. Cuando no hay memoria ni olvido de uno mismo, sino solamente el hecho de ser Uno mismo, es lo que se llama “Iluminación de Si mismo”. No sois el cuerpo físico, tampoco el cuerpo sutil, ni el cuerpo causal, sois de la naturaleza de la consciencia del cuerpo supra-causal (el conocimiento “Yo soy”).
Por el método de eliminación, que acabamos de ver, el aspirante ha adquirido la convicción de que su verdadera naturaleza es la pura consciencia “Yo soy”. Las Escrituras (Shruti) considerando los cuatro cuerpos, proceden ahora por deducción. Hasta aquí ha sido demostrado que no sois los tres cuerpos, y volviendo atrás, las Escrituras declaran que todo esto no eres tú y que toda apariencia visible, es decir el mundo, es el juego de tu consciencia.
La demostración es la siguiente: una cosa producida es parecida a la cosa de donde proviene. Por ejemplo, el hielo siempre es agua, pero para aquél que mira superficialmente, el agua es líquida y el hielo es sólido. El agua no tiene forma, pero el hielo sí, sin embargo son una sola y misma cosa. El mundo y su Señor (Dios) son uno, es el mensaje de los Vedas. La tierra, el agua, el fuego (la luz), el aire, el cielo, parecen diferentes desde el punto de vista físico, pero eso es debido a sus diferentes combinaciones. Igual que el hielo al fundirse se vuelve agua, la tierra se disuelve en el agua, el agua se evapora con el calor o la luz, el calor(fuego) reside en el aire y se funde en el cielo hasta desaparecer en él. Debido a que el Si es la matriz de los cinco elementos, todos desaparecen en el Si. Si todos estos principios fueran diferentes, no se disolverían nunca el uno en el otro, pero ya que pueden ser disueltos sin que quede ningún residuo, los cinco elementos, el cuerpo físico y el cuerpo sutil, únicamente son el Si. El Si se manifiesta en una gran variedad de especies y de caracteres. Cuando un pintor pinta diferentes elementos como: un árbol, una vaca, un río, el cielo, Dios, los demonios y los seres humanos, todo está pintado con una sola y única cosa llamada pintura. De igual manera el espectro del mundo con su infinidad de variadas formas, no es otra cosa que la pura consciencia (el Si). Es la conclusión convincente del método deductivo.
Aquí es preciso decir, que no es importante que se adopte el método de eliminación, el de la deducción o cualquier otro método que podría parecer contradictorio, pues la finalidad es la de dispensar el conocimiento del Si. Cuando los estudiantes resuelven un problema de matemáticas con métodos diferentes, solamente importa que la respuesta sea buena. Solo cuenta el resultado, el método es secundario. Las Escrituras (Shruti) han aceptado cualquier método que podría explicar al aspirante la naturaleza de su Si verdadero.
Sin embargo, una dificultad aparece cuando se quiere probar la naturaleza idéntica del agua y del hielo, del mundo y de Dios, del oro y de la joya. A través del método de la deducción, aunque el oro y la joya tienen la misma naturaleza, hasta que el joyero no trabaje el oro, la joya no puede aparecer. El agua solo puede transformarse en hielo si hace frío. Aunque el mundo y Dios no son más que uno, el razonamiento presupone que ha habido una transformación de Dios y que se ha solidificado en tierra o que se ha fundido en agua, y que luego se ha vuelto fuego, étc. Esto supone que al principio Dios se ha vuelto los cinco elementos y que así se ha formado el mundo. Es el defecto del método deductivo y podemos levantar una crítica sobre este punto, pero Samartha Ramdas lo ha recusado con esta frase: “¡Oh hombre! ¿Por qué te interrogas sobre algo que no existe? El mundo no ha llegado a existir, mientras que solo el Absoluto (Parabrahman) existe”.
Olvidarse de su Si es el nacimiento de Maya (Ma: no es, ya: que), “lo que no es” es algo que no existe. ¿Cómo describir esta mujer (Maya es de género femenino) que no existe? ¿El hijo de una mujer estéril es blanco o negro? ¿Qué edad tiene? ¿Cuál es su altura, su casta? Étc. ¿Cómo responder a estas preguntas?
Para que un niño deje de llorar, se le dice: “Va a venir el coco”. Y se calma gracias al coco que no existe. Después le pregunta a su padre: “¿Cómo es el coco? ¿Tiene el hocico muy largo y los dientes muy grandes?”, étc. Entonces, él se ve forzado a explicar que su hocico es enorme y que sus pies llegan hasta las comarcas lejanas, étc. Se inventa todo lo que se le pasa por la cabeza, haciendo un retrato terrorífico del coco y diciendo al final: “¡Así más o menos es el coco, así que pórtate bien!” Esta clase de descripción es ideal para Maya, la ilusión. Maya, no-existente, existe y crea el mundo. Los Vedas han intentado explicar a los buscadores de verdad, según su capacidad de comprensión, cómo fue creado el mundo y de qué clase de ilusión se trata. En cierta manera las Escrituras han encontrado el origen de la ilusión y del mundo: “Esto se produce espontáneamente”.
El razonamiento de deducción puede contradecir otra teoría. Pero en lugar de acusar a los Vedas de engaño, de decir una cosa a uno y otra cosa al otro, es más justo considerar que los Vedas han dispensado el conocimiento del Si a todos. Aspirantes y buscadores, al utilizar el intelecto a través de sus propios filtros, se equivocan al tratar de la naturaleza real de este mundo, y los Vedas han barrido esta ilusión.
Una madre dará gachas a uno de sus hijos, mientras que a otro, que sufre indigestión, le dará una torta hecha con otra clase de cereales. ¿Diremos que esta madre es injusta? Ella sabe el alimento que conviene a cada uno de sus hijos. Podemos decir la misma cosa de los métodos utilizados por los Vedas: métodos diferentes para aspirantes diferentes. Las diferencias son de orden intelectual, pero todos sufren de la idea de lo creado, de la manifestación (Sansara ), y de la idea de que el mundo ha sido creado. Para curar esta enfermedad, los Vedas han tenido que aplicar diferentes métodos, en función de la capacidad de comprensión de los aspirantes.
La fiebre es un único y mismo síntoma, pero el médico con experiencia dará diferente tratamiento en función del estado físico del enfermo, buscando siempre la misma meta, que es el curar al enfermo. La meta es la misma, pero los medios para llegar a ella son diferentes. Un medicamento puede ser conveniente para un enfermo, pero no para otro que tenga una condición física diferente. De la misma manera, el conocimiento dispensado a un aspirante que tenga cierta cultura, no tendrá utilidad para otro que tenga una cultura más amplia o más pobre. No hay, pues ninguna falta en los métodos adoptados por las Escrituras, la falta se encuentra más bien en el mental del aspirante. La meta de la Madre Shruti es que todos sus hijos comprendan lo que es el conocimiento del Si. El aspirante debe, pues, abandonar su actitud crítica y realizarse a través del conocimiento del Si.
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