¡Om! Que a los dos nos proteja
que a los dos nos nutra
que podamos trabajar juntos con gran energía
que nuestro estudio sea vigoroso y efectivo
que no disputemos (u odiemos a nadie)
¡Om! ¡Paz en mí, paz alrededor mío, paz en las fuerzas que actúan sobre mí!
Según el pronunciamiento hecho por el Señor Brahma y el significado implícito en la verdad de los Vedas, hay que buscar un asiento apropiado en lugar salutífero, e igual que la tortuga retrae sus miembros, hay que llevar a la mente a detenerse en el corazón, por medio de la unión con los doce matras del pranava (Om) y lenta, muy lentamente, habrá de inhalarse (puraka) el Atman universal.
En este estado hay que restringir todos los accesos (del aliento) y mantener pecho, rostro, abdomen y cuello debidamente erguidos y adelantar la zona cardíaca.
El aire que circula por las fosas nasales debe dirigirse a los órganos principales con kumbhaka, y luego de que lo haya hecho, hay que exhalarlo lentamente según el proceso de rechaka
Luego de firme ejercitación (en pranayama) hay que sostener (el dharana) dos veces entre el tobillo y el dedo gordo, luego tres veces en cada pantorrilla, dos veces en cada rodilla, luego tres veces en cada pierna, dos veces en la cadera y tres veces en el ano, y otras tantas en los genitales, y luego llevar a reposar (el prana) a la morada de vayu en el ombligo.
Allí está el Sushumna nadi, envuelto en otros muchos nadis sutilísimos, de colores rojo, amarillo, negro y cobrizo.
Hay que recurrir a los nadis blancos y ultra-sutiles y hacer mover allí el prana como se mueve la araña en las hebras que ella misma segrega.
La región espaciosísima del corazón que en los vedantas se llama dahara o pundarika, semejante a un loto rojo, está adyacente al ombligo.
Luego de firme ejercitación (en pranayama) hay que sostener (el dharana) dos veces entre el tobillo y el dedo gordo, luego tres veces en cada pantorrilla, dos veces en cada rodilla, luego tres veces en cada pierna, dos veces en la cadera y tres veces en el ano, y otras tantas en los genitales, y luego llevar a reposar (el prana) a la morada de vayu en el ombligo.
Allí está el Sushumna nadi, envuelto en otros muchos nadis sutilísimos, de colores rojo, amarillo, negro y cobrizo.
Hay que recurrir a los nadis blancos y ultra-sutiles y hacer mover allí el prana como se mueve la araña en las hebras que ella misma segrega.
La región espaciosísima del corazón que en los vedantas se llama dahara o pundarika, semejante a un loto rojo, está adyacente al ombligo.
Luego de penetrarla, el aliento va a la garganta, llevando sensibilidad a todos los nervios; luego pasa al lugar de la mente y al secreto que está más allá, al lugar de la pura y agudísima sabiduría.
Así pues, vale la pena concentrarse en los nombres y formas de las regiones sensitivas de los pies hacia arriba; la región llamada indravajra (adyacente a las piernas) debe atravesarse desarrollando una mente aguda por la práctica permanente del yoga.
Los cuatro lugares sensitivos (desde muladhara hasta la región del corazón) deben penetrarse desarrollando concentración de la mente por la práctica permanente del yoga formado por meditación ─ dhyana, fuerza ─ bala y concentración ─ dharana a través del prana que descarga los lugares sensitivos.
Luego el yogi debe hacer circular el aliento en el plexo nervioso de la garganta. Allí hay ciento un nadis y se dice que en el centro está la Parashakti (o poder místico).
Así pues, vale la pena concentrarse en los nombres y formas de las regiones sensitivas de los pies hacia arriba; la región llamada indravajra (adyacente a las piernas) debe atravesarse desarrollando una mente aguda por la práctica permanente del yoga.
Los cuatro lugares sensitivos (desde muladhara hasta la región del corazón) deben penetrarse desarrollando concentración de la mente por la práctica permanente del yoga formado por meditación ─ dhyana, fuerza ─ bala y concentración ─ dharana a través del prana que descarga los lugares sensitivos.
Luego el yogi debe hacer circular el aliento en el plexo nervioso de la garganta. Allí hay ciento un nadis y se dice que en el centro está la Parashakti (o poder místico).
El Sushumna se disuelve en el elemento supremo e inmaculado que tiene la forma de Brahman. Ida está situado a su izquierda y Pingala a la derecha.
La persona que conoce el sitio óptimo en medio de estos dos (Ida y Pingala), ese conoce los Vedas
(o sea el conocimiento eterno). Se calcula que la cantidad de nadis es de setenta y dos mil, y son (penetrantes) como el aceite de sésamo.
Se los puede penetrar gracias a la meditación del yoga, mas no se puede penetrar a Sushumna; la persona osada ha de penetrar estos cientos de nadis aplicando en este nacimiento la daga de filo purísimo y brillante que es el fuego yógico.
Al hacer esto, los nadis se perfuman tal como las flores de jazmín dan buen olor al aceite de sésamo.
El yogi debe conocer pues los diversos nadis que portan los diversos pensamientos faustos e infaustos y al meditar así, marcha (al Brahman supremo) librándose del ciclo de renacimientos.
El conocedor de la verdad del yoga que ha vencido al chitta mediante tapas, ha de vivir en lugar solitario y sin sonidos, sin la compañía de las gentes, y lenta, lentamente ha de volverse refractario a tales objetos.
Como el cisne se eleva libre por el cielo tras desgarrar las redes que lo sujetan, así el jiva que escinde los lazos alcanza la otra orilla del ciclo de los renacimientos.
Como al momento de apagar la lámpara su ardor se disuelve en la luz, así el yogi hace cenizas todas sus acciones.
La daga que el conocedor del yoga afiló por pranayama sobre la piedra del desapego corta todo lazo mundano, y él nunca vuelve a quedar ligado.
Liberado de los deseos, el yogi conquista la inmortalidad y se deshace de toda ulterior atadura. Así dice el upanishad
¡Om! Que a los dos nos proteja
que a los dos nos nutra
que podamos trabajar juntos con gran energía
que nuestro estudio sea vigoroso y efectivo
que no disputemos (u odiemos a nadie)
¡Om! ¡Paz en mí, paz alrededor mío, paz en las fuerzas que actúan sobre mí!
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