Dhyani Buddhas |
CAPÍTULO 1
LA MEDITACIÓN MAHAMUDRA
Habitualmente, cuando viajo doy muchas enseñanzas sobre meditación. Trato de hablar sobre todo de la práctica de la meditación mahamudra. Mi esperanza al hacerlo es dar a las personas algo que realmente les ayude a trabajar con sus propias mentes.
La razón por la que enseño mahamudra es que cuando el decimosexto karmapa vino a Occidente y se le preguntó qué práctica sería adecuada para la cultura occidental, respondió que sentía que la práctica de meditación que debía seguirse es el mahamudra.
LOS 84 MAHASIDDHAS
Como los practicantes del Dharma manifiestan una variedad innumerable de estilos de vida, la práctica tiene que ser capaz de adaptarse a cualquiera de estos estilos. Si miramos la historia de la práctica del mahamudra en la India, resulta evidente la idoneidad de la meditación mahamudra.
Durante el florecimiento de las enseñanzas mahamudra en la India (siglos VIII-XII), innumerables personas practicaron el mahamudra y lograron la realización a través de esta práctica. Entre estas personas 84 de ellas se hicieron muy famosas y fueron llamadas los 84 mahasiddhas. Si estudiamos sus vidas, vemos que tuvieron una gran variedad de estilos de vida, trabajos y posiciones sociales.
Algunos fueron extremadamente ricos e influyentes y llevaron vidas muy ocupadas. Pero incluso en medio de ese estilo de vida pudieron seguir practicando el mahamudra y beneficiarse a sí mismos y a los demás.
Un ejemplo de esto fue el rey Indrabodhi, que era muy rico y estaba muy ocupado gobernando su reino. Sin embargo, mientras continuó cumpliendo sus responsabilidades como monarca, pudo practicar el mahamudra y lograr el despertar o iluminación.
Otro ejemplo de los 84 mahasiddhas fue el gran erudito y profesor Nagarjuna. Nagarjuna fue profesor y compuso un gran número de tratados eruditos en un tiempo en el que la India estaba llena de diferentes tradiciones religiosas o espirituales. Escribió muchos libros para aclarar la posición del budismo respecto a todas esas tradiciones. Estos libros siguen estudiándose hoy en día y gozan de la mayor confianza. Son tan poderosos en su exposición del Dharma que su lectura puede cambiar realmente nuestra forma de pensar. Él también estaba muy ocupado enseñando y escribiendo, pero a pesar de ello encontró tiempo para practicar el mahamudra y lograr el despertar.
Un ejemplo muy diferente de los 84 mahasiddhas fue el siddha Tilopa, una persona corriente. No fue ni un gran rey ni un gran erudito. Se ganaba la vida moliendo semillas de sésamo para hacer aceite. Sin embargo, mientras realizaba esta humilde tarea, pudo practicar la meditación mahamudra y lograr la realización.
Si miramos las vidas de los 84 mahasiddhas de la India, encontramos que algunos fueron comerciantes, algunos, jornaleros y otros, simples vagabundos. Lo que todos ellos compartieron es que lograron el siddhi supremo o realización mediante la práctica del mahamudra. El asunto es que sin importar cuáles puedan ser nuestras responsabilidades y trabajos particulares en esta vida, la práctica del mahamudra resulta efectiva para lograr la realización. Es por ello que el decimosexto karmapa recomendó esta forma de meditación.
Entre todas las prácticas de meditación que se encuentran en el budismo, el mahamudra es la más conveniente. Hay muchas otras instrucciones, y, por supuesto, muchas de ellas son extremadamente
profundas, pero su aplicación requiere una gran austeridad o una estricta situación de retiro. En resumen, muchas de estas meditaciones sencillamente no encajan en nuestras vidas. Sin embargo, el mahamudra consiste básicamente en la cultivación de la atención vigilante y del estado de alerta de nuestra mente, y no requiere una fuerte austeridad ni un retiro particularmente estricto.
Simplemente encaja en nuestra vida tal como es. Lo más importante en nuestras vidas es que nuestra mente se encuentre bien. Así que trabajamos nuestra mente para volverla calma y pacífica, y nuestra
vida y nosotros mismos comenzamos a llenarnos de gozo. Esto reduce el estrés y la ansiedad que de otra forma provocarían perturbaciones mentales y enfermedades físicas. Una mente gozosa también hace posible que tengamos éxito en cualquier empresa que emprendamos.
LA MENTE COMO UNA JOYA QUE CONCEDE LOS DESEOS
Básicamente estamos compuestos por dos partes: nuestro cuerpo y nuestra mente. Como podemos ver y sentir nuestro cuerpo, tendemos a pensar que es el más importante. Pero en realidad, si miramos de
cerca nuestra experiencia, vemos que nuestra mente, al final, es la más importante. Se ha dicho que nuestro cuerpo es como un sirviente empleado por la mente y que la mente es como un monarca.
Cuando nuestra mente está feliz, experimentamos un bienestar que se extiende a nuestro cuerpo físico. Además, cuando nuestra mente se encuentra en un estado positivo, nuestras acciones físicas y verbales también son positivas de forma automática. Y cuando nuestra mente está consciente, clara y lúcida, nuestras acciones son más efectivas.
Por eso, el trabajar nuestra mente para hacerla feliz, positiva y lúcida es extremadamente importante. Básicamente no hay otra forma de hacer esto que trabajar con los hábitos que se acumulan en nuestra mente. Constantemente desarrollamos hábitos de hacer cosas que pueden ser positivas o negativas. El modo de trabajar con la mente es cultivar hábitos positivos y constructivos, y abandonar aquellos que resultan negativos y destructivos.
El resultado final de la práctica de la meditación se describe en nuestra tradición como budeidad o despertar. Cuando hablamos de la budeidad o logro de un buda, parece que habláramos de alguna clase
de dios. Pero esto no es para nada lo que significa.
La palabra buda significa simplemente «despertar». Por ejemplo, la traducción tibetana de la palabra sánscrita buddha es la palabra bisílaba sangje. La primera sílaba, sang, significa purificar o eliminar. Es decir, trascender o dejar ir todos los problemas que, de lo contrario, afligen nuestra mente: tristeza, remordimiento, agresividad, celos, arrogancia, ignorancia, apatía y demás. En tibetano, la segunda sílaba es je, que significa expandir o florecer.
Así, sangje significa que cuando podemos dejar ir todos los problemas que afligen nuestra mente, todas nuestras cualidades innatas que se encontraban atadas o restringidas pueden florecer con libertad. Estas cualidades innatas que han sido reprimidas son la sabiduría, la consciencia, la compasión, la bondad, el amor y demás.
La fuente de estos dos aspectos del despertar —la eliminación de las aflicciones y el florecimiento natural de las buenas cualidades— es la práctica de la meditación.
Cuando comenzamos la práctica de la meditación, dudamos a menudo de la posibilidad de trascender todos los problemas y defectos que experimentamos. También dudamos de la posibilidad de lograr lo que parecen buenas cualidades sin límite. Pero estas cosas pueden lograrse realmente, y la razón de que sea posible se explica en una línea de una canción espiritual compuesta por el gran mahasiddha Saraha.
La primera línea de esta canción dice: «Rindo homenaje a la mente, que es como una joya que concede todos nuestros deseos».
Normalmente esperaríamos que Saraha empezase su canción rindiendo homenaje al Buda, al Dharma o a la sangha, pero en esta ocasión no lo hace y sencillamente rinde homenaje a la mente.
Con frecuencia nuestra mente está llena de cosas que consideramos desagradables: un montón de sufrimiento, desdicha, miedo, ansiedad, ira y demás. Pero estas cosas, tan desagradables como son, no forman parte integral o intrínseca de nuestra mente. No somos estas negatividades. Al mismo tiempo, a menudo dudamos de nuestra propia valía y capacidades. Pensamos: «Tengo poca sabiduría», «No tengo inteligencia», «No soy muy compasivo» y otras cosas así. Sin embargo, a pesar de que podamos creer que no disponemos de estas cualidades positivas, nunca sucede que no se encuentren en nosotros de forma intrínseca; se encuentran dentro de nosotros, pero están escondidas.
Por esta razón, en la tradición budista se la llama naturaleza búdica a la naturaleza básica de todo el mundo. Todos poseemos dentro de nosotros el potencial para desarrollar todas las cualidades
posibles. Y es por ello que en su canción espiritual Saraha se refiere a nuestra mente como una joya que concede los deseos.
Si tenemos una joya que cuesta mucho dinero, pero no sabemos lo que es, no nos ocuparemos de ella, la tiraremos a la basura y no le sacaremos provecho. Pero si la reconocemos por lo que es, la limpiamos y la utilizamos adecuadamente, nos puede proporcionar un gran beneficio. Del mismo modo, si tomáis el control de vuestra mente, podéis lograr realmente cualidades tremendas. Si no tomáis el
control y dejáis que permanezca en un estado de miseria, las cualidades que se encuentran en vosotros nunca se manifestarán.
LA TRANQUILIDAD Y LA VISIÓN
La meditación tiene dos aspectos principales: la tranquilidad (o shamatha) y la visión (o vipassana). Estos términos se emplean en varias tradiciones espirituales, pero en cada una de ellas su significado es diferente. De hecho, podemos decir que todas las tradiciones espirituales que han nacido en la India se han valido de estos términos para describir su práctica de meditación en algún momento. Por ejemplo, en la tradición hindú se emplean los términos shamatha y vipassana, pero difieren de las técnicas de meditación que se describen en la tradición mahamudra. La razón por la que
estos mismos términos son empleados por diferentes tradiciones es simplemente que tanto el hinduismo como el vajrayana budista nacieron en la India, y ambas tradiciones emplean palabras sánscritas para describir la meditación.
Se emplean también términos similares en las tradiciones budistas theravada y zen. Pero, de nuevo, estos se refieren a técnicas o instrucciones ligeramente diferentes. En la tradición theravada los términos sánscritos «shamatha» y «vipassana» significan tranquilidad y visión. Por ello podemos pensar que las aproximaciones theravada, zen y mahamudra son idénticas. No obstante, las instrucciones y métodos de cada una de estas tradiciones son algo diferentes.
El valor particular de la aproximación mahamudra hacia shamatha y vipassana es que se trata de una aproximación fácil de comprender, y que por lo tanto resulta adecuada para la práctica en la vida cotidiana.
En esencia, el principio fundamental de todas las prácticas del Dharma del Buda es tomar el control de la mente y limpiar así los problemas que la afligen, permitiendo que se desarrollen todas las buenas cualidades.
LA RESPONSABILIDAD DE LOS SERES HUMANOS
Hasta aquellas personas que no son budistas comparten una responsabilidad básica con todos los seres: tomar cuidado de sí mismas. La mejor forma de tomar cuidado de nosotros mismos es controlar nuestra mente y eliminar los problemas que nos inhiben y nos afligen, permitiendo que florezcan nuestra sabiduría y nuestras cualidades innatas. Esto resulta más efectivo para mejorar la calidad de nuestras vidas que cualquier otra cosa.
Ya seáis budistas o no, hombres o mujeres, ricos o pobres, educados o incultos, tenéis la misma responsabilidad básica que subyace a todas las distinciones o particularidades de vuestra vida: tomar cuidado de vosotros mismos. Esto incluye tomar cuidado de vuestra mente y controlarla, y para ello la práctica mahamudra resulta muy útil.
Podéis pensar que la meditación es muy buena pero muy difícil de practicar. Pero no es así en absoluto, pues la meditación consiste en trabajar con vuestra propia mente, y, por definición, vuestra mente es vosotros. Está justo aquí. Os pertenece. Está justo en el centro de vuestra experiencia y de vuestro mundo.
También podéis pensar que las limitaciones y los problemas que inhiben y afligen vuestra mente son sólidos. Pero en realidad, cuando comenzáis a trabajar con ellos, veis que no son sólidos para nada.
Podéis pensar que las cualidades iluminadas son muy difíciles de desarrollar, pero cuando comenzáis a trabajar con vuestra mente, descubrís que son innatas. Controlar la mente es algo que todo el mundo puede hacer si lo desea. Ocuparos de ella es asunto vuestro.
Si tratáis de controlar la mente de otra persona, podéis tener problemas, pero, sin duda, vuestra mente es vuestra responsabilidad.
Todo depende de vosotros. Responsabilizaros de vuestra mente o no responsabilizaros es una decisión que nadie puede tomar por vosotros. Si decidís no tomar el control de vuestra propia mente, puede suceder cualquier cosa. Pero si tomáis el control, ciertamente podréis cambiar por completo el estado de vuestra mente.
Por eso animo de forma tan enérgica a las personas a que practiquen la meditación. Porque lo más importante en nuestras vidas es tratarnos bien a nosotros mismos. Para tratarnos realmente tan bien como podamos, necesitamos practicar la meditación.
Podemos reaccionar a esto pensando: «No sé cómo hacerlo».
Pero lo sabemos porque se trata de trabajar con nuestra propia mente, que está justo aquí. Alguien podría pensar: «Oh, yo no puedo». Pero sí podéis. Se trata de vuestra mente. Algún otro podría decir:
«Bueno, no me hace falta». Pero lo necesitáis. Necesitáis ocuparos de vuestra mente para aumentar las cualidades innatas. Si no tomáis el control de vuestra mente de forma consciente, estas cualidades no
aumentarán. Por lo tanto, con todo el esfuerzo del que soy capaz, trato de animar a las personas para que mediten.
LAS SIETE ENSEÑANZAS DE VAIROCANA
Tenemos que comenzar la meditación con la tranquilidad o meditación shamatha, y la razón es que habitualmente nuestra mente no está en reposo. Se ve agitada por el remordimiento, la desdicha, la
ansiedad y por toda clase de pensamientos que nos perturban. Así que la primero que necesitamos hacer es calmar nuestra mente, de forma que desarrolle una estabilidad saludable.
En nuestra mente nacen un montón de pensamientos todo el tiempo. Algunos son positivos, algunos, negativos y otros, neutrales.
Pero si miramos los pensamientos que corren por nuestra mente, vemos que la mayoría de ellos son bastante negativos, y por eso necesitamos practicar la meditación.
Algunos de los pensamientos que nacen en nuestra mente nos controlan y nos hacen felices; otros nos controlan y nos hacen miserables. Pero si miramos los pensamientos que nacen en nuestra mente, vemos que en su mayoría nos vuelven miserables y ansiosos.
Esto no es necesario, ya que mediante la práctica de la meditación de la tranquilidad o shamatha, los pensamientos que nos hacen miserables disminuyen y nuestra mente se vuelve feliz y maleable.
En la práctica de la meditación shamatha las sesiones cortas normalmente nos aportan el mayor beneficio, sin embargo, hay veces en las que resulta aceptable alargar las sesiones. En cualquier caso, la práctica de shamatha implica dos aspectos: la postura y lo que se hace con la mente.
En las instrucciones mahamudra la postura de meditación se conoce como las siete enseñanzas de Vairocana, lo cual significa que la postura física comprende siete aspectos que estimulan la claridad
mental. Si la postura del cuerpo es correcta, la mente agitada se calmará, la mente infeliz se consolará y en la mente aletargada se producirá claridad.
El primero de los siete puntos de la postura consiste en sentarse, sentarse en algún tipo de cojín. La razón por la que nos sentamos para meditar es que si tratamos de meditar mientras caminamos, la
mente no se calmará con tanta facilidad como lo hace cuando estamos sentados. A veces está bien practicar la meditación caminando, pero la mayor parte del tiempo la practicamos sentados.
Podéis preguntar por qué no nos echamos para meditar. Bueno, echarse podría proporcionarle a la mente cierto descanso, pero tenderá a volverla letárgica y somnolienta. Así que es mejor meditar sentados.
Si sois flexibles, podéis sentaros en la postura vajra, que normalmente se conoce en Occidente como postura del loto. Pero si no sois así de flexibles, o encontráis que esta postura no os resulta cómoda, no os preocupéis por ello. Si no podéis sentaros con las piernas cruzadas y necesitáis sentaros en un silla, no os preocupéis.
No sintáis que esto daña o inhibe vuestra meditación y sencillamente sentaros en una silla. En cualquier caso, el primero de los siete puntos de la postura consiste en sentarse.
El segundo punto consiste en qué hacer con las manos. Es importante porque las manos son para nosotros como unas herramientas. Las utilizamos todo el tiempo, y mover las manos tiende a provocarnos más pensamientos. Lo que hacemos con las manos es colocarlas a la par. Esto a veces se entiende como que debemos colocar la mano izquierda descansando palma arriba en nuestro regazo, y la derecha con la palma hacia arriba sobre la izquierda. Pero también puede entenderse simplemente como que debemos mantener nuestras manos a la misma altura, de forma que no levantemos la mano izquierda o bajemos la derecha, ni viceversa.
Así que bien podemos colocar las manos con las palmas hacia abajo en nuestros muslos, justo detrás de las rodillas, en lo que se conoce como gesto de tocar la tierra. En cualquier caso, al colocar las manos
a la par y en reposo, la mente se calma.
El tercer punto de la postura consiste en que la espina dorsal esté tan recta como sea posible. Resulta bastante importante, porque al mantener la espalda derecha, enderezamos los canales sutiles de nuestro cuerpo, por los que fluyen las energías o vientos sutiles. Si nuestra espalda y los canales están derechos, los vientos o energías podrán fluir con normalidad, lo que permite que nuestra mente se relaje de forma natural y se vuelva calma.
El cuarto punto consiste en que los hombros no se hundan hacia el pecho, sino que empujen hacia atrás un poquito. En realidad los hombros solo se utilizan como ejemplo. Esto quiere decir que todas las partes del cuerpo deben mantenerse en una postura adecuada y despierta, de forma que se encuentren relajadas, pero no tan relajadas que la postura se vuelva descuidada.
El quinto punto consiste en que el cuello se doble como un gancho, lo que significa meter la barbilla. Esto debería ocurrir de forma natural al enderezar la espalda, pero la razón por la que se menciona de forma separada es que si nuestra barbilla sobresale, la mente se vuelve más conceptual.
El sexto punto consiste en que la lengua toque el paladar. La razón es que cuando la mente comienza a relajarse se produce una buena cantidad de saliva que termina por llenar la boca, haciendo que tengamos que tragar cada pocos segundos. Sin embargo, si la lengua toca el paladar, esto no sucede.
El séptimo y último punto de la postura consiste en la mirada, es decir, aquello que hacemos con los ojos. Es importante porque nuestros pensamientos tienden a seguir a nuestra mirada, o a nuestros ojos. Por eso algunas personas encuentran útil meditar con los ojos cerrados, lo cual está bien. Otras personas, sin embargo, encuentran que esto las vuelve letárgicas y somnolientas. Si es así, debéis meditar con los ojos abiertos y no moverlos hacia la izquierda ni hacia la derecha. Sencillamente permitid que vuestra mirada permanezca hacia adelante.
EL ASPECTO MENTAL
Tras el aspecto físico de la meditación shamatha sigue el aspecto mental, es decir, qué hacer con la mente, cómo mantenerla libre de distracción. Lo primero es que no debemos prolongar el contenido del pasado, esto significa que cuando estamos meditando, no nos dedicamos a pensar sobre el pasado ni a recordar ni a cosas por el estilo. Lo segundo es que no llamamos al futuro, es decir, que no especulamos, planeamos o pensamos sobre el futuro de ninguna manera. Desde luego, tenemos que hacer estas cosas después de la meditación, pero durante las sesiones de meditación no nos recreamos con el pasado ni pensamos sobre el futuro.
Y esto nos deja con el presente. En la práctica de la meditación experimentamos de forma directa cualquier cosa que surja, ya que la experiencia de la mente no se detiene al dejar de pensar en el pasado
o en el futuro.
Estas instrucciones que tratan sobre el pasado, el presente y el futuro son las principales instrucciones de la meditación mahamudra.
Pero si sentimos que no nos bastan, podemos complementarlas utilizando la respiración con un ancla para nuestra mente. Esto se puede realizar de formas diferentes. Podemos contar las respiraciones o sencillamente seguir la respiración con la mente. En cualquier caso, como dijo el Buda: «Cuando haya muchos pensamientos, seguid la respiración».
CULTIVANDO EL AMOR Y LA COMPASIÓN
Además de la meditación shamatha básica es necesario cultivar el amor y la compasión, que resultan esenciales para nuestra práctica budista. Obviamente, el ser amorosos y compasivos nos ayuda a
nosotros mismos y también a los demás. El desarrollar estas cualidades no es una opción, sencillamente porque en este mundo tenemos que vivir con los demás. Al vivir con los demás tenemos que entrar en contacto con ellos, y si congeniamos eso ayudará a todo el mundo. Cuando no podemos llevarnos bien, todos sentimos dolor. Así que ciertamente necesitamos el amor o el deseo de que los demás sean felices. Necesitamos la compasión, el deseo de que los demás se vean libres del sufrimiento.
Como todos los seres humanos tenemos la naturaleza búdica, poseemos el deseo innato de ayudar a los demás. Sin embargo, nuestro amor y nuestra compasión tienden a ser limitados o parciales.
Sentimos amor y compasión hacia algunos seres, pero no hacia otros.
Lo que tenemos que hacer es expandirlos hasta que se vuelvan ilimitados. Al comenzar a cultivar el amor y la compasión empezamos cultivando una imparcialidad ilimitada, esto quiere decir que debemos liberarnos del apego excesivo que sentimos hacia algunos seres, lo cual provoca que sintamos aversión hacia otros.
Cuando hemos cultivado la imparcialidad, podemos cultivar el amor y la compasión.
Cuando nos establecemos en la imparcialidad ilimitada, podemos comenzar a cultivar un amor y una compasión ilimitados. Esto nos aporta una ecuanimidad y un gozo tremendos, y es lo que se llama
gozo ilimitado. Así que estos cuatro inmensurables del amor, la compasión, el gozo y la ecuanimidad, también pueden cultivarse como complemento de la práctica shamatha.
LA PRÁCTICA DE TOMAR Y ENVIAR
Además de cultivar el amor y la compasión en la práctica de la meditación, también podemos practicar el tomar y enviar o tonglen.
Esta práctica está diseñada para invertir la tendencia que tenemos a permanecer centrados en nosotros mismos.
Cuando reflexionamos sobre ello, encontramos que queremos ser felices, pero que estamos tan preocupados por nuestra propia felicidad que apenas nos preocupamos de si otros seres son felices o no lo son. Descubrimos que mientras nos encontremos libres de sufrimiento no nos importa el sufrimiento del resto del mundo.
En la práctica de tomar y enviar buscamos invertir esta tendencia mediante el cultivo del deseo de tomar el sufrimiento de los demás y darles nuestra felicidad. En meditación esto se realiza imaginando que mientras espiramos, toda nuestra felicidad y todas las causas de esta felicidad, como puede ser la prosperidad, salen con la espiración y se envían a todos los demás seres. Mientras inspiramos, todo el
sufrimiento del resto de los seres y todas las causas de ese sufrimiento los abandonan y se disuelven en nosotros, viéndose así liberados.
Esta práctica asusta a algunas personas que piensan: «Si me imagino dando toda mi felicidad y tomando todo el sufrimiento de los demás, supóngase que esto sucede realmente. ¿Qué haría yo entonces?» Pero el hecho es que la práctica de tomar y enviar no resulta peligrosa porque no podemos coger nada mientras la realizamos, ya que todas estas cosas nacen como resultado de nuestras acciones anteriores o karma.
Podemos preguntarnos entonces: «Si no podemos tomar realmente los sufrimientos de los demás y darles nuestra felicidad, ¿cuál es el sentido de realizar esta visualización?» El caso es que cambia nuestra mente y nos ayuda a cultivar la presteza de poner a los demás delante de nosotros, y esto ayuda en gran medida a pacificar nuestro apego y agresividad. Pero aún hay más, pues aunque no afecte demasiado al resto de los seres de forma inmediata, ya que esta práctica transforma nuestra actitud en gran medida,
cambiará el modo en que actuamos, y eso afectará a los demás de forma positiva. Así que no hay nada que temer en la práctica de tomar y enviar, y no deberíamos pensar que no resulta útil.
Los nueve niveles de estabilidad de la meditación
1. Calmar la mente
(Ponemos nuestra mente en un objeto durante un periodo breve.)
2. Calmar la mente aún más
(Ponemos nuestra mente en un objeto y cuando vagabundea
volvemos a ponerla en el objeto.)
3. Restablecer la mente continuamente
(La mente está asentada, pero sigue habiendo pensamientos
como «Esto es importante» o «Me gusta eso», lo que previene
el reposo completo.)
4. La mente se establece intensamente
(La mente aparece vasta y los pensamientos aparecen únicamente
como pequeñas intrusiones en este vasto espacio.)
5. La mente se amansa
(Sentimos gozo, entusiasmo y relajación en nuestra meditación.)
6. La mente se apacigua
(La mente aparece amansada, pero sigue vagabundeando debido
a que seguimos apegados a estos vagabundeos.)
7. Pacificación completa de la mente
(Sin importar qué distracción aparezca en la mente, aplicamos
inmediatamente el antídoto adecuado.)
8. Mente unidireccional
(La mente se encuentra prácticamente asentada por completo,
pero sigue haciendo falta algo de esfuerzo.)
9. Descanso en la ecuanimidad
(La mente descansa naturalmente en su propia naturaleza.)
Estos nueve niveles fueron explicados por primera vez en el Ornamento de la clara realización de Maitreya.
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